Deuda + Gasto Corriente = Crisis

Hace poco más de un mes absolutamente todos los medios y especialistas financieros se hacían eco de la salida del default de Argentina. Más allá del significado simbólico que este hecho tenía desde el punto de vista económico, muchas voces se mostraron optimistas por la gestión política del Gobierno para resolver el problema en el Congreso ante la falta de mayoría en ambas cámaras.

Ciertamente que se trató de un triunfo político también, pero no todo fue gratis. El apoyo por parte de la oposición tenía como contrapartida el compromiso del Gobierno Nacional de permitirle a las provincias emitir deuda para financiarse.

Y esto finalmente se está cumpliendo con creces en la práctica.

Efectivamente el fin del default en Argentina abrió la billetera de liquidez mundial para las tan necesitadas provincias argentinas. El apetito de los inversores internacionales era evidente por esta nueva deuda.

Ya se había manifestado la voluntad de los inversores al postular ofertas por hasta US$ 60 mil millones cuando el Gobierno Nacional decidió emitir bonos a 3, 5, 10 y 30 años para pagar la deuda a los holdouts. Finalmente, se tomó una cuarta parte de ese aluvión de capital por US$ 16.500 millones.

Pero claramente este proceso sentó un precedente importante para que las provincias acudieran al mercado voluntario de deuda internacional. Las condiciones financieras continuaban siendo favorables, con tasas de interés que se encuentran en un piso histórico en los países desarrollados y con un sobrante de liquidez importante.

Y esta fuerte disponibilidad de fondos se hace cada vez más evidente en la medida en que el retorno ofrecido por las emisiones provinciales sea de hasta casi cuatro veces más grande que lo que paga un bono del Tesoro estadounidense a 10 años.

Este es el caso de las provincias argentinas que ya colocaron deuda en las últimas semanas. Y también lo será de las que se aprestan para salir a cotizar.

La primera provincia argentina en romper la inercia luego de la salida del default fue la de Neuquén a comienzos del mes de mayo. El emisor consiguió colocar US$ 235 millones a 12 años de plazo a una tasa nominal anual de 8,62%. Cuando uno evalúa que la provincia recibió ofertas por US$ 1.500 millones la operación parece haber sido un éxito, pero recordemos que el premio a los inversores también es muy alto: ¡una tasa de interés muy elevada que casi duplica el nivel de lo que pagó Bolivia hace unos años atrás!

La segunda provincia en emitir fue Mendoza. También podemos calificar de “exitosa” la operación ya que colocó US$ 500 millones, a 8 años y con un interés inferior: 8,375%.

La Ciudad de Buenos Aires emitió por US$ 890 millones a una tasa debajo de 7,75%.

En las próximas semanas se preparan para emitir deuda las provincias de Córdoba y Salta, por hasta US$ 1.350 millones. Y también mostró sus intenciones de avanzar en ese sentido la provincia de Tierra del Fuego.

¿Es acaso una noticia para festejar o no?

Hay que separar dos cuestiones fundamentales.

La primera es que la deuda no es un instrumento malo per sé. Y menos en las condiciones actuales de bajas tasas de interés y alto nivel de liquidez mundial. Muchos grandes proyectos de infraestructura no se podrían llevar adelante sin el correspondiente financiamiento a costos no usureros y plazos relativamente largos. Bajo estas condiciones, reitero, tomar deuda no es malo en absoluto.

La segunda cuestión, y he de aquí donde aparecen los principales nubarrones en el horizonte, es el destino que se le da a los fondos que el emisor consigue en la colocación de deuda. Es decir, en este caso, para qué utilizarán los recursos las provincias.

Del prospecto de deuda de la provincia de Neuquén surge que “los fondos se utilizarán para afrontar servicios de deuda contraída anteriormente y cancelar deuda pública de la provincia vencida el o después del 1 de enero de 2015”.

En el caso de la provincia de Mendoza, el comunicado de la gobernación señaló que los fondos “se utilizarán para el pago de deuda ya emitida y al cierre del déficit fiscal”.

Con este marco, no hay motivo aparente para festejar. Gran parte de esta deuda se utilizará para afrontar gasto corriente, comprometiendo la sustentabilidad de repago de esa deuda en el futuro.

Por un lado, las tasas a las cuales las provincias están tomando deuda no son lo suficientemente bajas como para pensar en que estamos en presencia de una saludable administración de riesgos financieros, cancelando deuda con tasas altas a partir de fondos conseguidos a tasas mucho más bajas. Por el otro, financiar gastos corrientes con deuda es un proceso que nunca termina bien.

Este proceso puede ser la génesis de una nueva crisis financiera dentro de unos años.

Particularmente creo que las provincias deben tratar de alcanzar un sano equilibrio entre los presupuestos financieros deficitarios, la gran disponibilidad de fondos en el exterior y la promoción de obras de infraestructura que mejoren la competitividad.

Endeudamiento responsable para financiar tales obras y recorte de gastos superfluos son los caminos más coherentes (y sustentables) que aparecen en el horizonte.

Tres preguntas que debes hacerte antes de invertir

Involucrarse en un proceso de inversión puede resultar mucho más difícil de lo que pensabas originalmente. Hoy te comparto tres preguntas claves que te alivianará el camino.

Muchas veces la gente tiende a confundir el proceso de ahorro con el de inversión. Lo noto en conversaciones habituales que tengo con amigos o con gente que conozco en algún evento social.

“Mi forma predilecta de invertir es comprar dólares”, me indicó una persona que conocí en un casamiento que tuve la semana pasada.

“Yo lo hago a través de un plazo fijo”, señaló otro participante que se sumó a la charla.

La verdad es que ninguno de los dos estaba en lo correcto, pensé por dentro. Sin embargo, no tenía la confianza suficiente como para contradecirlos.

Ninguna de esas dos formas mencionadas se trataban de inversiones, sino que era más bien que son técnicas de ahorro. Dejame explicarte un poco más…

Cuando uno compra dólares, lo que hace es proteger los ahorros de una devaluación del peso contra la divisa estadounidense. Pero esos dólares, si no se invierten, siempre serán la misma cantidad nominal de dólares.

Y si no los invertimos, es muy probable que con esa misma cantidad de dólares compremos menos bienes y servicios en el mundo un tiempo después. Esto se debe a que en el mundo hay una inflación (baja) en dólares.

Entonces, comprar dólares no es invertir.

Tampoco se trata de una actividad de inversión la colocación del dinero en un plazo fijo. Si bien es cierto que con este instrumento uno tendrá más pesos en el futuro, lo que también es real que esos más pesos compraran menos bienes.

Esto se debe a que la tasa de interés nominal que paga un plazo fijo es menor a la tasa de inflación en Argentina.

Por lo tanto, ahorrar en un plazo fijo tampoco es invertir.

¿Qué es invertir?

Es la actividad por la que logramos capitalizar nuestros ahorros en el mediano plazo de manera tal que podamos comprar más bienes y servicios en el futuro.

Tan simple como eso.

Pero entiendo que para muchos invertir es una actividad compleja, sobre todo cuando se da los primeros pasos en el mundo de las inversiones y las finanzas personales.

Con el fin de ayudarte, quiero darte una serie de consejo. Más que consejos, diría que son tres preguntas fundamentales que todo inversor debe realizarse a sí mismo antes de aplicar cualquier parte de sus ahorros a una actividad de inversión.

  1. ¿Para qué invierto?

En muchas ocasiones la persona en cuestión no tiene identificado en absoluto el motivo principal por la cual llevar a cabo una determinada inversión.

Para algunas se trata de un juego, para otros un divertimento o quizás el motivo principal sea para innovar. Si no tenés claro tu objetivo de inversión, seguramente tus probabilidades de perder dinero o fracasar cuando lleves adelante tu estrategia serán mucho más elevadas.

Uno puede tener objetivos múltiples por las que desea invertir: desde objetivo pequeños, como tener más poder de compra para poder disfrutarlo un tiempo después u objetivos más importantes como el hecho de financiar el estudio de tus hijos o comprar un auto.

Para todos los casos, resulta indispensable saber por qué estoy invirtiendo.

  1. ¿Cuál es el riesgo que quiero correr?

Como en cualquier actividad, en lo respectivo a lo bursátil existen distintos niveles de riesgo. El menú de inversión es muy amplio, con una oferta casi infinita de instrumentos de inversión. Desde bonos, acciones o ETF, pasando por monedas, commodities u otros derivados.

Cada activo financiero en particular tiene un nivel de riesgo distinto, que se asocia con un retorno esperado diferente.

Resulta imprescindible entender en qué estoy invirtiendo cuándo lo hago y si ese instrumento está acorde a tu tolerancia de riesgo.

  1. ¿Por cuánto tiempo invierto?

Un inversor organizado es uno más inteligente que el resto.

Es una realidad. Quien tiene una estrategia que mantiene a lo largo del tiempo, de manera consistente y confiable, tendrá más posibilidades de conseguir mejores resultados.

¿Voy a necesitar pronto el dinero que estoy invirtiendo? ¿No lo necesitaré? ¿Puedo invertir a largo plazo?

Estas son preguntas que no deben faltar ates de avanzar. Hacértelas te aclarará el panorama.

Como te dije, estas tres simples preguntas te ayudarán a ordenarte antes de comenzar a invertir. Por más redundantes que parezcan, creéme que no lo son.

Hacételas siempre, cada vez que vayas a tomar una decisión en los mercados financieros.

Tu salud financiera (y tus ahorros) te lo agradecerá.

Un saludo cordial,

Por qué la inflación es mala para el inversor

Algunas cuestiones parecen son intuitivas, pero nunca está demás aclarar por qué. En este caso, analizo el flagelo de la inflación y cuento cuáles son sus efectos negativos para el inversor.

Hace apenas unos días lancé una encuesta en Twitter sobre cuál es el principal flagelo a considerar que pone en riesgo el desarrollo de la economía argentina en el futuro.

Allí daba cuatro opciones para elegir:

  1. Altas tasas de interés del BCRA
  2. Inflación arriba del 30% anual
  3. Despidos / Desempleo
  4. Festival de Bonos Provinciales

En particular creo que los cuatro elementos tienen un carácter muy relevante para entender cuáles son los desafíos que podría enfrentar la actividad en los próximos meses. Pero a los ojos de las 211 personas que votaron en la encuesta, uno sobresalía por encima de todos ellos:

Encuesta

El 53% de los participantes eligieron la inflación como el principal flagelo. Y es algo a considerar. No solo porque hace daño a la actividad económica, sino porque también tiene un componente negativo para el proceso de inversiones.

En lo inmediato, he distinguido cuatro elementos importantes para entender cuan perjudicial es la inflación en el proceso de toma de decisiones para el portafolio:

  • Ridiculiza las cifras nominales: cuando la inflación es elevada, las variaciones nominales de las cotizaciones pierden sentido. Decir que la Bolsa acumula un alza de 20% en el año o que una acción específica gana más de 25% no nos dice nada acerca del éxito o no de la inversión. Si en el mismo período considerado la inflación fue mayor a esa cifra, entonces el inversor se encuentra con una pérdida de poder adquisitivo y, por ende, no hay nada para festejar.
  • Conduce tomar riesgos mayores: si el nivel general de precios de la economía sube desproporcionadamente, el inversor está obligado a tomar más riesgos que los habituales para intentar proteger el poder de compra de sus ahorros. Como en las inversiones hay una relación directa entre el riesgo y el retorno, el hecho de querer lograr más rentabilidad nominal para ganarle a la inflación lleva a exponerse a un nivel de riesgo más alto.
  • Distorsiona incentivos: como parte de la lucha contra la inflación, el Banco Central de la República Argentina ha decidido fijar la tasa de las Lebac a 35 días en el 36,5% anual. Se trata de un nivel de tasa nominal extremadamente alto que distorsiona los incentivos originales que pueden tener los inversores que se acercan a la Bolsa: quienes estaban dispuestos a invertir en bonos y acciones, no tienen ningún incentivo a tomar este riesgo, y prefieren invertir su dinero en las Lebac. La inflación, entonces, distorsiona el objetivo inicial de cualquier pequeño inversor.
  • Erosiona instrumentos de inversión: durante las últimas dos semanas las principales compañías argentinas han reportado sus balances correspondientes al primer trimestre de 2016. En líneas generales se observó que los costos de las empresas han crecido a una velocidad mayor que los ingresos por ventas, efecto que provocó una caída significativa de las ganancias corporativas. Si las empresas no ganan suficiente dinero, los inversores estarán menos proclives a invertir en las acciones de estas compañías, generando una apatía por el mercado bursátil y una caída significativa del volumen operado.

Como se observa la inflación es muy dañina para los planes de inversión de cualquier ahorrista. Hecho este diagnóstico, el siguiente paso es determinar en qué punto está la batalla que el Gobierno está librando contra este flagelo.

Recientemente conocimos el índice de inflación de la Ciudad de Buenos Aires, la guía a seguir hasta que el próximo mes se publique el nuevo índice de inflación nacional por parte del INDEC.

En abril, la inflación de CABA se ubicó en el 6,5% mensual o 40,5% anualizada. Obviamente, no hace falta aclarar, que se trata de un nivel desorbitante que confirma los efectos dañinos que describí anteriormente.

Cuando analizamos los datos en detalle, observamos que de esos 6,5% de inflación de abril, 4% corresponde al aumento de tarifas de luz y gas que se darán una vez en el año, por lo que no se replicará en los próximos meses.

La buena noticia es que sacando ese efecto, la inflación mensual es de 2,5%. La mala noticia es que tenemos una inflación mensual de 2,5%.

En mi opinión personal, la inflación irá cediendo en los meses posteriores pero no a la velocidad que espera el Gobierno. Un piso de 32% de inflación para todo el año está casi asegurado considerando los aumentos salariales conseguidos por los sindicatos.

Por el momento, entonces, la bolsa lo sufrirá. Hay que ser paciente y encontrar el momento justo para comenzar a invertir en acciones, justo allí cuando comience a vislumbrarse un punto de inflexión en esta dinámica inflacionaria.

Bayer realiza la mayor oferta de la historia para quedarse con Monsanto

De aprobarse, la operación crearía el mayor proveedor de agroquímicos y semillas del mundo. En Argentina, Monsanto revisa inversiones por disputa con el Gobierno. Las acciones, en baja.

Cronista.com

Las acciones de la compañía farmacéutica-química alemana Bayer se hundieron 5,72 por ciento en el mercado germano, hasta los 84,42 dólares cada una, tras ofrecer oficialmente u$s 62.000 millones en efectivo para quedarse con la totalidad de la estadounidense Monsanto.

“Generalmente cuando una empresa realiza una oferta de tal envergadura para adquirir otra el mercado se muestra algo reticente con la compradora por la incertidumbre en torno al financiamiento de esa compra y cómo será la sinergia hacia adelante”, explicó Diego Martínez Burzaco, economista jefe de Inversor Global, en diálogo con Cronista.com

“En el caso de Bayer más todavía porque el mercado supone que se está pagando una prima muy elevada para comprar Monsanto. En una frase: ‘se piensa que se está pagando muy cara esa adquisición’”, completó Burzaco.

En cambio, en los Estados Unidos, las acciones de la firma Monsanto salta 4,95%, hasta los u$s 106,55 cada una.

Burocracia: Una traba para los inversores

Si la intención del Gobierno es fomentar el ahorro y acercar el mercado de capitales a los más pequeños, es necesario eliminar la barrera burocrática de forma estructural y permanente.

Son tiempos de cambios, en muchos sentidos y para una gran cantidad de sectores. El bursátil no está ajeno a este panorama y tiene por delante un gran sendero de oportunidad y, por qué no, prosperidad.

Desde la óptica del mercado de capitales, hemos visto muy buenas intenciones en este corto plazo que lleva gobernando la actual administración. La resolución del default ha sido una de ellas, liberando del acceso al crédito a muchos potenciales emisores de deuda en lo inmediato, más allá del Estado Nacional.

Asimismo, la intención de la ANSES de desprenderse de las principales participaciones accionarias que tiene en las empresas cotizantes es una buena señal en dos sentidos: por un lado, la recaudación del dinero a partir de esa venta se aplicaría a una noble causa como pagar los juicios que la entidad tiene con los jubilados; por el otro lado, envía un claro mensaje a las empresas de capital privado: “Vengan a cotizar, no nos meteremos en absoluto en sus negocios porque el Estado nada tiene que hacer allí”.

Finalmente, durante los últimos días, hemos visto un esfuerzo de la Comisión Nacional de Valores por realizar cambios a la ley de mercado de capitales aprobada por la administración kirchnerista con el fin de otorgar mayor transparencia e impulso al mercado. También, la designación de Miguel Kiguel como asesor externo para impulsar el desarrollo del mercado de capitales es una gran noticia.

Hasta aquí todo muy auspicioso. Pero la verdadera transformación tiene que venir con el hecho de intentar hacer que lo bursátil sea una cuestión cotidiana para el ahorrista más pequeño, el que, ante la ignorancia de la existencia de un mercado de capitales con oportunidades, busca refugio para sus ahorros en los canales tradicionales del plazo fijo y la compra de dólares.

Hay dos focos importantes para trabajar en el objetivo de hacer el mercado más masivo, plural y “popular”.

En primer lugar, urge el hecho de reducir la burocracia en los trámites de aperturas de cuentas comitentes para el inversor más pequeño. Abrir una cuenta en una sociedad de bolsa hoy es un proceso altamente desgastante. Se necesita llenar una gran cantidad de formularios con datos personales, documentación respaldatoria y otras cuestiones administrativas que insumen una gran porción de la energía antes de comenzar a invertir.

Entiendo la necesidad de cumplir con todas las regulaciones correspondientes al lavado de dinero que la normativa internacional exige para los movimientos bursátiles en cualquier parte del mundo. Pero mucha de esta burocracia debería simplificarse en pos de dar simpleza y facilidad al proceso de apertura de cuentas de inversión.

En segundo término, hay que trabajar en la educación financiera desde el estadío más temprano posible. Este tipo de conocimiento no solo es una herramienta útil al momento en que el potencial ahorrista, que quiere devenirse en inversor, se enfrenta al mercado de capitales. También es algo vital ara instrumento una planificación financiera individual (y familiar) que ayude a mitigar los efectos de los permanentes vaivenes de la economía argentina.

Cuando las cosas son simples, claras y presentan oportunidades interesantes, vimos que la respuesta del ahorrista es masiva. El incremento de este tipo de inversores individuales en las licitaciones semanales de las Lebac del Banco Central de la República Argentina es una muestra evidente de esto.

Empecemos con eliminar la barrera de la burocracia. O al menos, tratemos que el proceso sea menos tedioso. Si avanzamos en este sentido y lo completamos con la educación financiera, el shock explosivo para el mercado de capitales puede ser uno sin precedentes.

Cómo aprovechar la salida del default

El país volvió a los mercados internacionales de deuda y dejó atrás el default más largo de la historia. Enterate cómo podés beneficiarte de este proceso aun siendo un inversor de pequeña envergadura.

15 años le costó a Argentina salir definitivamente del default que comenzó en diciembre de 2001. Y la salida fue con una emisión de bonos sin precedentes: el Gobierno intentaba conseguir financiamiento por US$ 15 mil millones y recibió ofertas por más de cuatro veces ese monto: US$ 68.000 millones.

Para hacerse de los US$ 16.500 millones finalmente aceptados, el Gobierno emitió cuatro bonos nominados en dólares: uno con vencimiento a tres años, el otro a cinco, uno a diez y finalmente, el más largo, a 30 años de plazo.

El costo que pagó el Gobierno por dichos instrumentos se ubicó entre el 6,25% y el 8% anual, por debajo de lo que esperaban los analistas.

Gran parte de ese dinero se destinará al pago de los arreglos alcanzados con los fondos buitres para cerrar el capítulo de la cesación de pagos. Pero la parte que más debe interesarte como inversor es la oportunidad que se abre a partir de la llegada al mercado de estos nuevos bonos.

En la jerga bursátil, todos coincidían que la emisión de estos nuevos cuatro activos en dólares ayudará a comenzar a armar una curva de rendimientos de bonos. Sin entrar en demasiados tecnicismos, esto indica que para los distintos plazos, el inversor se encontrará con un bono soberano para invertir. La emisión amplía el menú de oferta para quienes desean colocar sus ahorros en estos instrumentos.

La mayor cantidad de oferta disponible hace al desarrollo del mercado de capitales. Y cuanto más grande y abarcativo sea el mercado, más conveniente es para el inversor en su tarea de diversificar sus fuentes de ahorro e inversión.

Se trata de un primer paso necesario para que personas de a pie, como vos o yo, nos acerquemos a la Bolsa con ganas de participar activamente y hacer crecer nuestros excedentes monetarios.

Para ver qué tan beneficiados te ves con este último movimiento del Gobierno, dejame ponerte un ejemplo sencillo que te abrirá la cabeza.

Una competencia “desleal”

Hace apenas unos días intenté avanzar en la concreción de una de las operaciones que más detesto. Aunque no lo creas, estaba dispuesto a hacer un plazo fijo a través de la plataforma de Home Banking del banco donde cobro mi sueldo.

No se trataba de un plazo fijo común en pesos, sino que quise incursionar en un plazo fijo en dólares. Tenía unos excedentes nominados en la divisa estadounidense que no iba a necesitar por un largo tiempo y entonces decidí ponerlos a “trabajar”.

En esa línea, mi intención era constituir un pazo fijo por el término de un año en dólares. Esto fue lo que me arrojó la pantalla de mi home banking:

Home

Un “miserable” 1,7% anual. Es decir que si invertía US$ 3.000, como tenía pensado, iba a obtener US$ 51 de rendimiento en el término de un año. Me parecía excesivamente bajo.

Ahora bien. Llevé adelante la misma simulación de inversión de esos US$ 3.000, pero esta vez con los nuevos bonos que salieron a cotizar tras la colocación de deuda argentina.

Si yo invertía mi dinero en el bono a 3 años de vencimiento, cuya tasa de interés es de 6,25%, los intereses que recibiría en el primer año serían 187,5 dólares.

En el caso del bono a 5 años, cuya tasa de retorno es de 6,875%, los intereses que obtendría llegarían a US$ 206,25.

Y para el caso del bono con vencimiento a 10 años, cuya TIR es de 7,5%, los intereses que ganaría al término de un año sumarían US$ 225.

Con estas alternativas podría ganar hasta 266%, 304% y 341% más respectivamente que invirtiendo en el tradicional plazo fijo.

Desde ya que existe un riesgo adicional cuando uno realiza inversiones en bonos. Ese riesgo está ligado al hecho de que el emisor del bono no pague en tiempo y forma esos intereses o bien que el precio del bono caiga.

Sin embargo, los retornos excedentes que podemos obtener más que compensan ese riesgo.

De todas formas, siempre me gusta recalcar lo siguiente: no concentres todas tus inversiones en un solo instrumento financiero. Es importante que tengas en tu cabeza el concepto de diversificación como regla de oro. De esta manera, tus ahorros te lo agradecerán y el gran ganador de esta estrategia serás vos.

 

Dos inversiones para dolarizar tus ahorros

El ahorrista argentino tiene un amor declarado por la divisa estadounidense, sobre todo porque a lo largo del tiempo demostró ser un excelente refugio ante las innumerables crisis económicas. Hoy te presentó dos caminos para sacar mayor potencial del dólar.

¡No compres dólares!

Todo bien, pero primero deberías pensar en cómo invertirlos…

Esa es una de las principales recomendaciones que siempre llevo conmigo y que utilizo frecuentemente cuando cualquier ciudadano de a pie me comenta que compró dólares para cubrirse del riesgo argentino.

Inflación, devaluación, recesión, son parte importante del mencionado riesgo.

Me sucede a menudo. Cuando estoy en una cena con amigos, en un almuerzo familiar o en algún evento social. Los argentinos utilizamos al dólar como el salvavidas necesario para cubrirse de la tempestad. Sin embargo, rara vez consideramos invertirlos.

Tocarlos, revisarlos de vez en cuando y hasta contarlos con alta frecuencia son algunas de las cuestiones que explican la preferencia de mantener los dólares con uno en vez de invertirlos.

Lo entiendo. Hay mucho de ignorancia o ausencia de educación financiera en ese proceder.

Se trata de un comportamiento que trato de cambiar permanentemente desde mi rol de economista y asesor financiero.

Y hoy te quiero plantear una sugerencia.

Entiendo que con tus pesos sobrantes –de tenerlos- quieras comprar dólares. Y más ahora que tenés libre acceso al mercado de cambios. ¿Pero qué me dirías si te propongo que una parte de esos pesos sobrantes con los que pensás comprar dólares los inviertas en instrumentos financieros que no solo te permiten dolarizarte sino que también otorgan un beneficio adicional si tolerás determinado nivel de riesgo?

¿Estarías de acuerdo en hacerlo?

Para convencerte, te voy a presentar dos oportunidades de inversión con esas características, con dos niveles distintos de riesgo.

Primero, lo más “tranquilo”.

En la Bolsa local cotizan títulos o bonos que emiten los gobiernos o empresas. Esa deuda puede estar emitida en dólares o en pesos. Si es en moneda local, todos los pagos de interés y capital que realiza el bono serán en pesos. Si, en cambio, la serie es emitida en moneda dura, todos los pagos que haga el bono serán en dicha moneda.

Pero he de aquí lo más interesante.

Uno, como inversor y sin importar el tamaño, puede acceder a los títulos en dólares invirtiendo pesos. Como contrapartida, cuando el título pague su interés o devuelva su capital, lo hará en billetes estadounidenses constantes y sonantes.

Tomemos el caso del bono Bonar 24 emitido por el Gobierno Nacional. Su código de bolsa es AY24. Este bono tiene un cupón de interés de 8,75% anual que se paga dos veces al año: 4,375% el 7 de mayo y 4,375% el 7 de noviembre de cada año.

En tanto, su capital será devuelto en 6 cuotas anuales empezando en el año 2019.

Todos estos pagos, reitero, que hace el bono serán en dólares estadounidenses. El flujo de pagos del bono es el siguiente:

Cash Flow

Uno como inversor puede hacerse de los Bonar 2024 a razón de $ 15,95 cada bono, equivalente a US$ 1,0593. Si se mantiene el bono hasta el vencimiento, a lo largo de su vida habrá cobrado US$ 152,51. Esto hace que el rendimiento promedio anual del bono sea de un 8,39% en dólares.

En palabras simples, cada año 100 dólares se transforman en 108,39.

Más interesante que comprar sólo dólares, ¿no?

Para invertir en ellos lo que debes hacer es abrir una cuenta en una sociedad de bolsa local. Es un trámite más burocrático que otra cosa, pero necesario para poder invertir en el mercado de capitales.

La segunda alternativa que te voy a dar para dolarizar tus ahorros es algo más riesgosa. Se trata de invertir en acciones. Pero no en cualquiera, sino en una categoría denominada Certificados de Depósitos Argentinos, o CEDEARs, que son  certificados de empresas extranjeras que cotizan en pesos en la Bolsa de argentina.

Su funcionamiento es bien básico: la cotización del CEDEAR replica la cotización de una empresa extranjera que cotiza en Wall Street en dólares, ajustada por el tipo de cambio.

La ventaja del CEDEAR es que ofrece dos fuentes de retorno. La primera es si el dólar sube en Argentina, el CEDEAR sube de precio reflejando la mayor paridad entre la moneda estadounidense y el peso. Y la segunda es que si sube el precio en dólares de la acción en cuestión en Nueva York, entonces el CEDEAR subirá su precio en pesos.

Obviamente, que el razonamiento es inverso tanto para el caso en que baje el dólar como en que disminuya el precio de la acción en Wall Street. De allí que esta alternativa decimos que es más riesgosa.

Al igual que con los bonos, el CEDEAR se compra en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y se necesita una cuenta comitente en un agente de bolsa para operarlo. De esta manera, comprar acciones de Apple, Microsoft, Google o cualquier otra firma está al alcance de tu mano.

Espero que te hayan gustado estas dos opciones. La idea principal es aportarte un granito más de arena para que entiendas las ventajas de invertir tus ahorros.

Diego.

El dólar en Argentina no debería seguir bajando

En este artículo señalo por qué el dólar en Argentina no debería seguir bajando. Hay cuestiones técnicas vinculadas al desequilibrio macroeconómico. Pero también un hecho objetivo: nadie sale ganando con el atraso cambiario.

La economía argentina dio, una vez más, una muestra de lo pendular que es su comportamiento. Los extremos son los lugares de confort favoritos de muchas de las variables económicas que dominan la escena diaria. Inflación, tasa de interés y crecimiento son algunas muestras de ello. Sin embargo, el ejemplo más emblemático de estos tiempos es el dólar.

Hace menos de cuatro meses, con elecciones presidenciales mediante, el valor futuro de la divisa estadounidense deslumbraba a todos los agentes de la economía. Empresarios, inversores, consumidores y ahorristas, entre otros, trataban de adivinar cuál sería la próxima cotización del dólar.

De más está decir que ninguno proyectaba una baja del precio de la moneda extranjera, sino más bien que anticipaban una escalada alcista en base a la delicada situación macroeconómica del país.

Los problemas eran evidentes y difíciles de solucionar, al menos, en el corto plazo. La escasez de dólares en las arcas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) era la madre de todas las batallas que debía enfrentar la administración actual. Pero también había (y hay) otros retos importantes.

El galopante déficit fiscal, la descontrolada emisión monetaria y una inflación creciente fogoneaban el caldo de cultivo ideal para hacer subir al dólar a niveles insospechadamente altos. Sin embargo, esto no ocurrió.

Cuatro meses después del escenario anteriormente descripto nos encontramos en la situación completamente opuesta. Hoy el dólar preocupa, pero por su baja en la cotización.

¿Qué cambió en el medio? Las expectativas.

El próximo acuerdo con los holdouts (o fondos buitres) es el principio del cambio en la percepción de los agentes. Este trato servirá para reinsertar a la economía argentina dentro del circuito de financiamiento internacional, dando un poco más de margen al Gobierno actual para transitar el delicado, pero necesario, camino del ajuste de las cuentas públicas.

Adicionalmente, el anuncio de inversiones de muchas empresas multinacionales hacia la Argentina agrega una bendición a la oferta de dólares tan necesaria por estos tiempos.

Finalmente, el comienzo del período de liquidación de exportaciones de la cosecha gruesa del campo habilita el entusiasmo por una fuerte entrada de divisas que lleven a engrosar las reservas internacionales de la autoridad monetaria.

Los tres factores confluyen para actuar fuerte sobre las expectativas de un dólar más bajo en el futuro y, de ahí, es que parte de esto ya se materializó en el presente con un billete ofrecido e las pizarras en la zona de $ 14,50.

De cara al futuro no estoy tan seguro de que el dólar continuará esta tendencia bajista. Es más, creo que no hay mucho margen para esto. En lo inmediato, encuentro tres razones firmes para pensar que la baja del dólar está cerca del fin.

  • La inflación permanece altamente elevada. Durante los primeros tres meses del mandato de Mauricio Macri la inflación superó el 10% acumulado. Es cierto que parte de esta suba tiene que ver con la liberación de ciertos precios reprimidos (luz, alimentos, etc.), pero también es consecuencia del delicado estado de la economía argentina. La inflación permanecerá elevada mientras no se ataque con firmeza el déficit fiscal, que supera el 7% del Producto Bruto Interno. Si hubo un exceso semejante en la ampliación del gasto durante años anteriores, tiene que ser posible el recorte del mismo en sectores donde el costo social sea el menos elevado posible.
  • El atraso cambiario perjudica la competitividad. El Gobierno actual sabe que un tipo de cambio alto es necesario para reactivar la economía, ya sea para estimular las exportaciones como para encarecer las importaciones de manera de potenciar la producción local. A pesar de la reciente devaluación del peso, el tipo de cambio real bilateral con Brasil, nuestro principal socio comercial, apenas mejoró, volviendo a los niveles de 2013. La elevada inflación local y la devaluación del real brasileño han hecho que los efectos de la devaluación del tipo de cambio oficial en Argentina no se hayan hecho sentir demasiado favorablemente en la competitividad del país.
  • El BCRA no podrá sostener los actuales niveles de tasas. Por primera vez en mucho tiempo, Argentina tiene tasas de interés reales positivas. Esto se dio a partir de un ajuste al alza del rendimiento de las Lebac que paga el BCRA en sus colocaciones semanales. Sin dudas que esto ha generado una descompresión de la demanda de dólares en beneficio de las colocaciones en pesos a tasa fija. Por su Lebac más corta, a 35 días de plazo, la entidad está pagando un 38% anual. Esto tiene un costo de oportunidad muy elevado en dos sentidos: la actividad económica, que no puede despegar con semejantes niveles de tasas de interés; y el déficit cuasi fiscal, que se genera a partir del endeudamiento que asume el BCRA para aspirar la mayor cantidad posible de pesos de la economía. Las tasas no podrán mantenerse elevadas por mucho tiempo más.

Bajo este marco, entiendo que el piso para el valor del dólar está muy cerca. Si el mercado cambiario no se equilibra libremente en un valor de la divisa más lógico con el equilibrio de largo plazo, seguramente el Gobierno tomará el toro por las astas.

El dólar “barato” puede tener los días contados.