Wall Street 1 – Fed 0

Hace unas semanas atrás, el reconocido inversor Bill Ackman lo había afirmado en una serie de tweets: “si la FED no ataca en serio el flagelo de la inflación, el mercado lo hará y será peor”. Hoy, lunes 13 de junio, tuvimos una muestra de lo anterior.

No es que Bill siempre tenga la verdad revelada ni mucho menos. De hecho es recordada su reciente mala inversión en Netflix, donde compró una posición valuada en USD 1.100 millones en enero para cerrarla tres meses después con un rojo de USD 400 millones. Pero los grandes inversores son así, obtienen resultados fantásticos y entre ellos, malas decisiones de inversión también.

Más allá de lo anecdótico de Ackman, sus dichos sobre la Reserva Federal claramente están atinados, al menos en mi visión. Hoy el Nasdaq se derrumbó más de 4,5%, las tasas de los Treasuries estadounidenses subieron como nunca antes a niveles de 2007 y la curva se invirtió: un bono del Tesoro a 2 años rinde más que uno de 10 años de plazo.

¿Qué significa lo anterior? Que esto actúa como un fidedigno predictor de recesiones en los Estados Unidos, al menos así lo muestra la historia. Mi impresión es incluso aún más aguda: la economía norteamericana ya está recesionando con lo ocurrido en las últimas semanas.

Todo parte de la débil postura de la FED para atacar la inflación. Las expectativas están descarriladas. Y el mercado se lo hizo saber, poniendo fuerte presión sobre los activos financieros, forzando a que la autoridad monetaria adopte una postura mucho más hawkish en la reunión que comienza mañana y concluye el miércoles 15 de junio con el anuncio.

Los inversores quieren ver dos cosas: en primer lugar, que la entidad recobra su postura dominante en la batalla contra la inflación; en segundo lugar, que no es demasiado tarde. Para ello, y paradójicamente, cuanto más hawkish se muestre el FOMC (Comité Abierto de Política Monetaria) mejor hará en la restauración de confianza en los participantes del mercado.

Pero justamente, la voz del mercado se hizo escuchar generando un grave daño: el Nasdaq ya cae más de 30% desde su máximo de noviembre, el S&P 500 entró en bear market y el bonos del Tesoro americano a 10 años más que duplicó su rendimiento en apenas cinco meses y días. Así, 2022 es uno de esos atípicos casos donde acciones y bonos caen al unísono. Literalmente, cash is king, pero devaluado, con la inflación corriendo al 8% interanual.

El efecto riqueza negativo, la fuerte caída de la tasa de ahorro, ingresos que crecen bien por debajo del nivel de precios y costo del dinero (préstamos comerciales e hipotecarios) encareciéndose a un ritmo sin precedentes aseguran un “parate” económico en la actualidad.

La pregunta a responder ahora es la magnitud de la “R” (por la palabra “recession”). Allí, la pelota está del lado de la FED. El mercado ya hizo “su primer gol” y ahora el escenario más probable para el miércoles es un hike de tasas de 75bps. Esta opción tenían casi nulas probabilidad de ocurrencia hace dos semanas atrás.

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Claramente el mercado marcó el terreno y la FED debe marcar el empate, endureciendo su posición original y saliendo de la zona de confort. Será necesario resignar algunos puntos de actividad económica a costa de retomar el control sobre la inflación. En caso contrario, podemos encontrarnos con mayor depresión financiera por delante.

La pelota queda en manos de Jerome Powell y su equipo. Esperemos que elijan el arco correcto para concretar el gol de la tranquilidad.

¡Volvió la guerra de monedas!

 
Se cerró una semana con mucha actividad y novedades en el escenario geopolítico global, sobre todo por las decisiones de política monetaria de los principales bancos centrales del mundo.
 
Hacía mucho tiempo que no ocurría esto.
 
Cuatro bancos centrales fueron protagonistas excluyentes de la escena internacional. Dos de países desarrollados y dos de países emergentes.
 
Presentaremos lo anunciado por las entidades bancarias por el grado de sorpresa creciente que tuvieron estas decisiones sobre los participantes del mercado.
 
Estados Unidos
 
Como era previsible, en la reunión del Comité de Política Monetaria, la Reserva Federal de ese país anunció el fin del programa de estímulo monetario parte III, o como se lo conoce en la jerga bursátil Quantitative Easing III (QE III).   
 
¿Qué significa esto para el ciudadano de a pie?
 
El banco central de Estados Unidos no inyectará más dólares para comprar bonos, hacer subir los precios de los mismos y bajar el interés. Al no existir esa demanda artificial de bonos, las tasas de interés comenzarán a subir gradualmente, no solo en ese país, sino que el encarecimiento del financiamiento se exportará al exterior.
 
Repito, será un proceso gradual. Pero hemos visto un punto de inflexión y el dólar se fortaleció por este motivo a nivel global.
 
Brasil
 
Sorpresivamente, y un día después de la reelección de Dilma Rousseff, el Banco Central de ese país decidió subir la tasa de interés de referencia (Selic) en un cuarto punto porcentual hasta el 11,25%. Con una inflación en torno al 6,25%, la tasa de interés real se ubica en 5%.
 
Si un brasileño invierte en un plazo fijo a esa tasa a un año de la plazo, cuando retire su dinero incrementará su poder de compra en un 5% con la inversión.
 
Pero el real objetivo detrás de esta movida fue frenar el descontento de los mercados e inversores con la reelección de la candidata oficialista, tratando de seducirlos con una tasa de interés mayor y evitar que salgan capitales al exterior presionando al valor del real.
 
Durante esta semana, el objetivo se cumplió porque se logró estabilizar el real en nivel de BR$ 2,45 / BR$ 2,50. Veremos como continúa en el futuro.
 
Rusia
 
La masiva salida de capitales en Rusia obligó al Banco Central a subir drásticamente la tasa de interés del 8% al 9,5%. Pese a que la semana finalizó algo mejor, el rublo ruso acumula una depreciación mayor a 25% en el año, siendo una de las monedas emergentes más castigadas por la coyuntura.
 
El fortalecimiento del dólar y la caída del precio del petróleo, principalmente, continúan presionando la moneda rusa y las perspectivas lucen desafiantes.
 
Japón
 
Si el anuncio realizado por el Banco Central de Japón en abril de 2013 de duplicar la base monetaria en el término de dos años no había sido suficiente, en el día de la fecha la entidad subió ese objetivo en un 15% adicional.
 
Este anuncio de yenes para todos sorprendió positivamente a todos y motivó una rally alcista no sólo de la Bolsa japonesa (casi 5%) sino de Europa y Estados Unidos, cerrando nuevamente en máximos históricos.
 
El dato a considerar es que tras el anuncio el yen perforó la barrera de 112 yenes por dólar y alcanzó su menor nivel en los últimos siete años.
 
El objetivo es sacar definitivamente a la economía de la parálisis causada por el proceso deflacionario deprimente que atraviesa la economía en las últimas dos décadas.
 
 
Tres conclusiones importantes se desprenden de estos movimientos:
 
1- La guerra de monedas está de vuelta y es probable que empecemos a ver tensiones comerciales en breve entre Estados Unidos y las otras potencias globales que vieron sus monedas depreciarse fuerte contra la divisa estadounidense.
 
2- La depreciación de las monedas emergentes podrían dar lugar a incipientes procesos inflacionarios.
 
3-  El precio de las acciones globales podría seguir sostenido mientras continúe la fiesta de la emisión monetaria en el mundo desarrollado. Hoy Japón, ¿mañana Europa?

La paradoja de la FED: sube absolutamente todo!

Después de unos meses de dejar desatendido este blog he decidido volver a tomar el toro por las astas y comenzar a revivirlo con contenido propio.
 
Si bien ha pasado mucha agua bajo el puente en la economía global desde mi último post, lo que prácticamente no se ha modificado es la tendencia de los dos mercados más importantes de los Estados Unidos: el de acciones y el de bonos.
 
La tendencia fue claramente alcista.
 
Cuando promediaba mis estudios universitarios, dando mis primeros pasos en el aprendizaje de la economía y las finanzas, recuerdo haber leído en más de una oportunidad, en libros de textos o papers, a más de un prestigioso economista y/o analista de mercado señalar el comportamiento opuesto que históricamente mostraban las acciones y los bonos del Tesoro estadounidense.
 
El argumento principal era el siguiente:
 
“Cuando los inversores sienten el riesgo y tienen en pánico, es lógico ver un movimiento masivo de venta de acciones (haciendo retroceder a los mercados) que fluye a los bonos del Tesoro estadounidense, incrementando su demanda, haciendo subir sus precios y disminuyendo sus rendimientos. Estos activos son utilizados como un refugio seguro hasta tanto pase el vendaval que originó la venta de acciones. De esta manera, mientras que los mercados de acciones bajan, el mercado de los Treasuries sube. Es decir, se mueven en dirección opuesta.
Con el mismo razonamiento, cuando observamos una mayor tolerancia al riesgo de los inversores, se produce el movimiento contrario. Se venden los bonos del Tesoro, sus precios caen, para comprar acciones, generando una suba en las bolsas. Nuevamente, ambos mercados se mueven en dirección opuesta.”
 
Hasta aquí todo muy entendible e intuitivo.
 
Pero entonces cómo explicamos el siguiente gráfico entre el S&P 500 (rojo) y el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años (azul):
 
 
En los últimos 5 años, el S&P 500 duplicó su valor y alcanzó un récord histórico. En el mismo período, el rendimiento del Treasury a 10 años bajó casi un 25% (o lo que es lo mismo, el precio de los bonos subió).
 
Esto quiere decir que tuvimos tanto un bull market en acciones como en bonos, contradiciendo la teoría mencionada anteriormente.
 
¿A qué se debe?
 
Pura y exclusivamente a la Reserva Federal. La extraordinaria política monetaria expansiva ha generado, por un lado, una deflación en los rendimientos de todos los instrumentos de renta fija del mercado, incluidos los bonos del Tesoro americano. Por otro lado, ha generado una gran inflación en los precios de los activos financieros de la categoría de renta variable (acciones). De esta manera, ambos mercados (acciones y bonos) tuvieron una fabulosa expansión alcista.
 
¿Es acaso racional esto? Para lo que se había vivido antes de la crisis de 2007 claramente no lo es. Sin embargo, ahora parece el estado más lógico y “normal”.
 
De cara al futuro, los agentes actúan pensando que esta política de la Reserva Federal se mantendrá para siempre (o al menos por un período de tiempo relativamente largo). Esto es lo que aumenta los riesgos de cara al futuro.
 
Si no es un inversor cortoplacista y se focaliza más allá de dos o tres años vista, una estrategia “racional” a ejecutar sería apostar a la vuelta de la “antigua normalidad” en términos de rendimientos de los bonos del Tesoro.
 
Allí, jugarle a una baja en estos instrumentos no sería alocado. 
 
Al menos, con una parte de sus ahorros.