El dilema de los Bancos Centrales

Hace mucho no nos hablábamos por acá. De hecho, esta es mi primer columna del año. Necesitaba descansar, despejar la mente y tomar distancia de esta eterna crisis financiera global que parece no tener fin. Tarde o temprano acabará, pero es imposible saber cuándo.

Hoy vuelvo tras lo ocurrido recientemente.

El golpe al sistema bancario global podría haber sido un punto de inflexión hacia adelante. El “tranquilo” andar que tuvieron los bancos centrales en 2022 para ejecutar una de las políticas de tightening más agresivas de la historia podría verse interrumpido.

En reiteradas ocasiones mencionamos la excepcionalidad del 2022. Han caída al unísono los bonos y las acciones, rompiendo una correlación negativa que marcaban las estadísticas y los libros. Pero no fue solo una descorrelación. En el pasado reciente (últimos 50 años) ya habíamos tenido años como el anterior. Lo realmente excepcional y único fue la caída de los bonos del Tesoro estadounidense en dos dígitos.

El impacto directo sobre los inversores se hizo notar en el mark to market de las posiciones. Con solo ver el statement de la cuenta, uno podía visibilizar el daño de la situación. Pero esto no era tan evidente en las hojas de balances de los bancos globales, donde la convención contable permite valuar estos activos a su valor técnico (Hold to Maturity) y no a precio de mercado.

Este “ocultamiento” legal de las pérdidas tiene un límite. El mismo es cuando las tasas siguen subiendo (los precios de los bonos bajando) y la pérdida contable acumulada empieza a tener una magnitud igual o mayor al capital de una entidad bancaria. Sin una política adecuada del manejo de riesgo de tasa de interés, sobreviene una situación como la ya conocida de Silicon Valley Bank.

La crisis de liquidez suscitada debió ser atendida rápidamente por las autoridades regulatorias involucradas, entre ellas el Tesoro de Estados Unidos, la Reserva Federal y la FDIC. La respuesta fue inmediata y contundente, con un tamaño de ayuda mucho más fuerte del estimado por el mercado. Los efectos colaterales continuaron en otros bancos regionales, con una salida de depósitos a un ritmo sin precedentes, que debió ser atendida por la cooperación público-privada (ayer se anunció un salvataje a First Republic Bank de USD 30.000 millones por parte de los principales bancos estadounidenses).

Por si fuera poco, el ruido se expandió a Europa. Si bien el epicentro es Credit Suisse, algunos bancos menores europeos dan muestras de inconsistencias entres sus hojas de balance. El primero se resolvió transitoriamente con una ventana de liquidez del Banco Central de Suiza por 50.000 millones de francos suizos. El segundo, ¿se resolverá con ayudas próximas por parte del Banco Central Europeo?

A esta altura, la señal de las autoridades de política monetaria global es, al menos, contradictoria.

Por ejemplo, ayer la hoja de activos de la FED mostró una expansión por primera vez en 4 meses (en los que había estado achicando sus activos lo que es lo mismo a decir retirando dólares) producto del rescate de depositantes del Silicon Valley Bank. Por el otro lado, los miembros del Comité de Política Monetaria insisten en cada aparición pública que las tasas de interés deben seguir subiendo para terminar de derrotar a la inflación. En esta línea, la FED parece haber retrocedido un paso respecto la posición de hace dos semanas (cuando se priceaba un ajuste de 50bps en el costo de dinero), pero sigue en camino para subir algo más simbólico la tasa de interés (¿25bps?).

Nuestra impresión particular es que eventos bancarios como los vividos en estas dos semanas no serán los primeros ni los últimos. En un contexto de desaceleración económica, el ruido en el sistema financiero y bancario traerá mucha más aversión del ahorrista y del inversor. Allí, los banqueros centrales tendrán un fuerte dilema que afrontar hacia adelante: despreocuparse de la inflación y atender los problemas de liquidez (para evitar que se transformen en solvencia) con política monetaria expansiva o mantener su ruta de combatir la inflación hasta las últimas consecuencias, a costa de generar una profunda recesión con caos bancario y financiero.

El final está abierto. De allí la relevancia de lo que vendrá en las próximas semanas.

Argentina: ¿sobra o falta tasa de interés?

En vez de discutir ideas de fondos, los argentinos como apasionados que somos discutimos temas superficiales sin mucho conocimiento ni tecnicismo detrás. Esta vez, el concepto que se transformó en trending topic fue la tasa de interés. A continuación, hago un aporte al tema.

A nivel local, la semana económica estuvo centrada sobre la el nivel de tasas de interés que había en Argentina. El punto de partida del debate lo inició el candidato a presidente opositor, Alberto Fernández, que señaló que dejaría de pagar “las elevadas tasas de interés de las Leliq y con ello financiaría un aumento del 20% para todas las jubilaciones”.

Más allá del tinte electoralista que puede denotar esa declaración, una vez más creo que la ignorancia económica que tienen muchos actores relevantes de nuestra sociedad ha quedado en evidencia cuando tomaban postura sobre este tema.

Mi intención con esta columna es esclarecer algunas cuestiones en torno a este tema, obviamente a partir de los datos, para que usted, como inversor, pueda llevar adelante la mejor estrategia de inversión para proteger (y hacer crecer) su ahorro.

Antes de comenzar, me gustaría preguntarle.

¿Usted cree que sobra tasa de interés o que hace falta…?

Espero aclarar el panorama a continuación…

El origen de las Leliq

Las Letras de Liquidez (Leliq) son instrumentos de política monetaria utilizados por el Banco Central de la República Argentina (BCRA) para poder controlar la cantidad de dinero que circula en la economía. Las Leliq sólo pueden ser compradas por los bancos comerciales y no por el público en general.

La idea es que los tenedores de instrumentos que emite el BCRA sean sujetos que estén regulados por la propia entidad, de manera de disminuir los riesgos de permanencia, tomando como experiencia la mala praxis que ocurrió con las Lebac durante la crisis de 2018.

De esta manera, acá tenemos un primer error conceptual de importancia en la visión de Alberto Fernández: las Leliq y su tasa de interés son herramientas del BCRA para hacer política monetaria y no son recursos líquidos que pertenecen al Tesoro y que se puedan usar discrecionalmente, para financiar aumentos salarios, jubilaciones o cualquier otra partida de gasto público.

Detrás de las Leliq, los plazos fijo

Hemos escuchado hablar de “bicicleta financiera” durante mucho tiempo, un cliché extremadamente repetido por gente que tiene escasa idea sobre cómo funciona el canal del ahorro y la inversión.

Con el fin de que las “elevadas” tasas de interés que recibían los bancos por las Leliq se traslade a los plazos fijos, el BCRA permitió realizar, transitoriamente, encajes (el dinero que tienen que dejar en el BCRA para garantizar el repajo delos depósitos a plazo) en forma de Leliq.

Así, los bancos podrían ofrecer un mayor rendimiento por los plazos fijos que otorgaban a los depositantes, teniendo recursos necesarios para fomentar el crédito al sector privado.

Desde ya que las condiciones macroeconómicas del país tuvieron un impacto negativo significativo sobre la expansión del crédito al sector privado, pero la situación bancaria hubiera sido mucho peor si el BCRA no se ocupaba de recrear ciertos incentivos para que los ahorristas dejaran su dinero en el banco.

Sin incentivos para ahorrar, el crédito de largo plazo nunca aparecerá y, por ende, la capacidad de desarrollo del país quedará meramente limitada a una expresión de deseo.

Es la inflación, no la tasa

Finalmente, me gustaría dejar en claro mi postura contraria a los que señalan con mucho desparpajo sobre la existencia de la bicicleta financiera.

Horrorizados por la elevada tasa de interés, critican y estigmatizan al ahorrista. Esos críticos hacen una omisión que, a esta altura del partido, me parece mal intencionada: se refieren a la nominalidad de la tasa de interés y no a la variable real, que implica descontar la inflación.

Así, se quejan cuando los bancos pagan a los ahorristas la estrepitosa tasa de interés de 50% anual por un plazo fijo. ¡Pero omiten señalar que la inflación de junio fue del 55% anual!

En relación a lo anterior, hice el siguiente ejercicio. Desde la aplicación del nuevo esquema monetario, el 1 de octubre pasado, la tasa de interés “ha venido subiendo”, pero porque la inflación se fue acelerando.

Si uno hubiera realizado un plazo fijo a 30 días a la tasa vigente al 30 de septiembre y lo hubiera renovado el último día hábil del mes siguiente a la tasa de mercado, hoy tendría una ganancia real de 4,29% contra la inflación acumulada.

Así, los datos demuestran que la “excesiva tasa de interés” del sistema financiero no es más un cliché político de campaña que sirve para sacar de foco lo realmente importante.

De esta manera, cuando alguien le hable sobre la bicicleta financiera y la “timba”, dígale que la tasa de interés es la adecuada para fomentar, de una vez por todas, el tan necesario ahorro en el país.

Sin ahorro, no hay inversión. Y sin inversión, no hay perspectiva económica favorable para el país.

No tenga miedo al debate, los datos están a su favor.


El dólar en Argentina no debería seguir bajando

En este artículo señalo por qué el dólar en Argentina no debería seguir bajando. Hay cuestiones técnicas vinculadas al desequilibrio macroeconómico. Pero también un hecho objetivo: nadie sale ganando con el atraso cambiario.

La economía argentina dio, una vez más, una muestra de lo pendular que es su comportamiento. Los extremos son los lugares de confort favoritos de muchas de las variables económicas que dominan la escena diaria. Inflación, tasa de interés y crecimiento son algunas muestras de ello. Sin embargo, el ejemplo más emblemático de estos tiempos es el dólar.

Hace menos de cuatro meses, con elecciones presidenciales mediante, el valor futuro de la divisa estadounidense deslumbraba a todos los agentes de la economía. Empresarios, inversores, consumidores y ahorristas, entre otros, trataban de adivinar cuál sería la próxima cotización del dólar.

De más está decir que ninguno proyectaba una baja del precio de la moneda extranjera, sino más bien que anticipaban una escalada alcista en base a la delicada situación macroeconómica del país.

Los problemas eran evidentes y difíciles de solucionar, al menos, en el corto plazo. La escasez de dólares en las arcas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) era la madre de todas las batallas que debía enfrentar la administración actual. Pero también había (y hay) otros retos importantes.

El galopante déficit fiscal, la descontrolada emisión monetaria y una inflación creciente fogoneaban el caldo de cultivo ideal para hacer subir al dólar a niveles insospechadamente altos. Sin embargo, esto no ocurrió.

Cuatro meses después del escenario anteriormente descripto nos encontramos en la situación completamente opuesta. Hoy el dólar preocupa, pero por su baja en la cotización.

¿Qué cambió en el medio? Las expectativas.

El próximo acuerdo con los holdouts (o fondos buitres) es el principio del cambio en la percepción de los agentes. Este trato servirá para reinsertar a la economía argentina dentro del circuito de financiamiento internacional, dando un poco más de margen al Gobierno actual para transitar el delicado, pero necesario, camino del ajuste de las cuentas públicas.

Adicionalmente, el anuncio de inversiones de muchas empresas multinacionales hacia la Argentina agrega una bendición a la oferta de dólares tan necesaria por estos tiempos.

Finalmente, el comienzo del período de liquidación de exportaciones de la cosecha gruesa del campo habilita el entusiasmo por una fuerte entrada de divisas que lleven a engrosar las reservas internacionales de la autoridad monetaria.

Los tres factores confluyen para actuar fuerte sobre las expectativas de un dólar más bajo en el futuro y, de ahí, es que parte de esto ya se materializó en el presente con un billete ofrecido e las pizarras en la zona de $ 14,50.

De cara al futuro no estoy tan seguro de que el dólar continuará esta tendencia bajista. Es más, creo que no hay mucho margen para esto. En lo inmediato, encuentro tres razones firmes para pensar que la baja del dólar está cerca del fin.

  • La inflación permanece altamente elevada. Durante los primeros tres meses del mandato de Mauricio Macri la inflación superó el 10% acumulado. Es cierto que parte de esta suba tiene que ver con la liberación de ciertos precios reprimidos (luz, alimentos, etc.), pero también es consecuencia del delicado estado de la economía argentina. La inflación permanecerá elevada mientras no se ataque con firmeza el déficit fiscal, que supera el 7% del Producto Bruto Interno. Si hubo un exceso semejante en la ampliación del gasto durante años anteriores, tiene que ser posible el recorte del mismo en sectores donde el costo social sea el menos elevado posible.
  • El atraso cambiario perjudica la competitividad. El Gobierno actual sabe que un tipo de cambio alto es necesario para reactivar la economía, ya sea para estimular las exportaciones como para encarecer las importaciones de manera de potenciar la producción local. A pesar de la reciente devaluación del peso, el tipo de cambio real bilateral con Brasil, nuestro principal socio comercial, apenas mejoró, volviendo a los niveles de 2013. La elevada inflación local y la devaluación del real brasileño han hecho que los efectos de la devaluación del tipo de cambio oficial en Argentina no se hayan hecho sentir demasiado favorablemente en la competitividad del país.
  • El BCRA no podrá sostener los actuales niveles de tasas. Por primera vez en mucho tiempo, Argentina tiene tasas de interés reales positivas. Esto se dio a partir de un ajuste al alza del rendimiento de las Lebac que paga el BCRA en sus colocaciones semanales. Sin dudas que esto ha generado una descompresión de la demanda de dólares en beneficio de las colocaciones en pesos a tasa fija. Por su Lebac más corta, a 35 días de plazo, la entidad está pagando un 38% anual. Esto tiene un costo de oportunidad muy elevado en dos sentidos: la actividad económica, que no puede despegar con semejantes niveles de tasas de interés; y el déficit cuasi fiscal, que se genera a partir del endeudamiento que asume el BCRA para aspirar la mayor cantidad posible de pesos de la economía. Las tasas no podrán mantenerse elevadas por mucho tiempo más.

Bajo este marco, entiendo que el piso para el valor del dólar está muy cerca. Si el mercado cambiario no se equilibra libremente en un valor de la divisa más lógico con el equilibrio de largo plazo, seguramente el Gobierno tomará el toro por las astas.

El dólar “barato” puede tener los días contados.

La Argentina es la mejor inversión del mundo emergente

Nota publicada en La Nación con comentarios personales //

China devaluó y los mercados del mundo se estremecieron. Hace meses, sin embargo, que los países emergentes vienen ajustándose a un nuevo escenario internacional. ¿La excepción? La Argentina. Si un inversor hubiera invertido en pesos en los últimos seis meses y luego transformado esos pesos al tipo de cambio oficial habría obtenido el mejor retorno de todo el mundo emergente.

El país es, según un ranking de monedas emergentes que elabora Bloomberg sobre la base de la cotización oficial del tipo de cambio y la tasa de interés que se paga por las inversiones en pesos, la mejor apuesta en los últimos seis meses, con un retorno en dólares de 3,68 por ciento. Claro, bajo el supuesto siempre de que los inversores pueden acceder al dólar de $ 9,28 que publica el Banco Central (BCRA).

De todo el ranking, sólo seis países vienen ofreciendo un retorno positivo en dólares en los últimos seis meses. A la cabeza, el peso argentino, seguido por la corona checa (3,53%) y, más lejos, por las monedas de Rumania (2,43%), Polonia (0,67%), Hong Kong (0,23%) y Hungría (0,03%).

El rendimiento del peso medido en dólares no llamaría tanto la atención si no fuera porque, en el mismo período, todos los países de la región exportadores de commodities, como la Argentina, sufrieron fuertes pérdidas, y se ubicaron en lo más bajo de la tabla. Por caso, quienes invirtieron en pesos colombianos llevan perdido en seis meses 21,78%, al tiempo que quienes apostaron por el real o el peso mexicano se anotaron bajas en dólares de 13,85% y 11,82%, respectivamente.

“Con las cifras oficiales, la Argentina fue la mejor inversión del mundo. Pero es una mentira porque nadie tiene la posibilidad [con la excepción de los minoristas que compran habilitados por la AFIP] de convertir sus pesos a dólares a esta tasa”, dice a LA NACION el gerente financiero de una compañía de seguros, que pide no ser identificado.

Así y todo, coinciden los economistas, lo que el ranking pone en evidencia es el fuerte retraso cambiario que existe en el país, además de las altas de interés que se pagan por las colocaciones en pesos.

“Una Lebac [Letra del Banco Central] a 40 días rinde 28% en pesos, lo que significa un retorno en dólares de casi 4%. La tasa en dólares es alta porque el atraso cambiario es evidente. En Brasil la tasa es de 14%, pero la depreciación del real hace que en dólares el rendimiento sea negativo”, explica Diego Martínez Burzaco, economista jefe de Inversor Global.

El Banco Central fue subiendo las tasas a lo largo del año para evitar que los inversores se vieran tentados a irse al dólar. Pero también parecen quedarse cortas si se tiene en cuenta que desde que el dólar en el mercado paralelo empezó a subir, a medida que se acentuaron las expectativas de una corrección cambiaria, trepó 28% versus 13% que rindieron los plazos fijos en el mismo período.

“La Argentina tiene un problema de atraso cambiario por doble vía: la devaluación de los socios comerciales, por un lado, y por el otro, su dinámica interna de inflación, que hace que pierda competitividad constantemente”, explicó Martínez Burzaco. “Mientras no se resuelva el problema de la inflación, va a seguir habiendo presión cambiaria, aun si se estabiliza la depreciación de las otras monedas emergentes”, agregó.

Desde Quantum Finanzas, la consultora que dirige Daniel Marx, señalaron en un informe que la Argentina mantiene un objetivo de estabilidad cambiaria que “contrasta” con los movimientos que se están dando en el mercado internacional, y que están emparentados con un dólar en el mundo mucho más fuerte. En este escenario, dice, las situaciones de Grecia y China sólo suman más incertidumbre.

RETORNO QUE NO CONCUERDA CON LA REALIDAD

Rendimiento

En seis meses, quien hizo una inversión en pesos a tasa de interés y luego compró dólares (al cambio oficial) con esos pesos obtuvo una ganancia en dólares de 3,68%.

Excepción

La Argentina se destaca así como el único país de la región con retornos positivos en dólares, pese a que es una economía en recesión y a que los precios de las materias primas se desplomaron..

¡Volvió la guerra de monedas!

 
Se cerró una semana con mucha actividad y novedades en el escenario geopolítico global, sobre todo por las decisiones de política monetaria de los principales bancos centrales del mundo.
 
Hacía mucho tiempo que no ocurría esto.
 
Cuatro bancos centrales fueron protagonistas excluyentes de la escena internacional. Dos de países desarrollados y dos de países emergentes.
 
Presentaremos lo anunciado por las entidades bancarias por el grado de sorpresa creciente que tuvieron estas decisiones sobre los participantes del mercado.
 
Estados Unidos
 
Como era previsible, en la reunión del Comité de Política Monetaria, la Reserva Federal de ese país anunció el fin del programa de estímulo monetario parte III, o como se lo conoce en la jerga bursátil Quantitative Easing III (QE III).   
 
¿Qué significa esto para el ciudadano de a pie?
 
El banco central de Estados Unidos no inyectará más dólares para comprar bonos, hacer subir los precios de los mismos y bajar el interés. Al no existir esa demanda artificial de bonos, las tasas de interés comenzarán a subir gradualmente, no solo en ese país, sino que el encarecimiento del financiamiento se exportará al exterior.
 
Repito, será un proceso gradual. Pero hemos visto un punto de inflexión y el dólar se fortaleció por este motivo a nivel global.
 
Brasil
 
Sorpresivamente, y un día después de la reelección de Dilma Rousseff, el Banco Central de ese país decidió subir la tasa de interés de referencia (Selic) en un cuarto punto porcentual hasta el 11,25%. Con una inflación en torno al 6,25%, la tasa de interés real se ubica en 5%.
 
Si un brasileño invierte en un plazo fijo a esa tasa a un año de la plazo, cuando retire su dinero incrementará su poder de compra en un 5% con la inversión.
 
Pero el real objetivo detrás de esta movida fue frenar el descontento de los mercados e inversores con la reelección de la candidata oficialista, tratando de seducirlos con una tasa de interés mayor y evitar que salgan capitales al exterior presionando al valor del real.
 
Durante esta semana, el objetivo se cumplió porque se logró estabilizar el real en nivel de BR$ 2,45 / BR$ 2,50. Veremos como continúa en el futuro.
 
Rusia
 
La masiva salida de capitales en Rusia obligó al Banco Central a subir drásticamente la tasa de interés del 8% al 9,5%. Pese a que la semana finalizó algo mejor, el rublo ruso acumula una depreciación mayor a 25% en el año, siendo una de las monedas emergentes más castigadas por la coyuntura.
 
El fortalecimiento del dólar y la caída del precio del petróleo, principalmente, continúan presionando la moneda rusa y las perspectivas lucen desafiantes.
 
Japón
 
Si el anuncio realizado por el Banco Central de Japón en abril de 2013 de duplicar la base monetaria en el término de dos años no había sido suficiente, en el día de la fecha la entidad subió ese objetivo en un 15% adicional.
 
Este anuncio de yenes para todos sorprendió positivamente a todos y motivó una rally alcista no sólo de la Bolsa japonesa (casi 5%) sino de Europa y Estados Unidos, cerrando nuevamente en máximos históricos.
 
El dato a considerar es que tras el anuncio el yen perforó la barrera de 112 yenes por dólar y alcanzó su menor nivel en los últimos siete años.
 
El objetivo es sacar definitivamente a la economía de la parálisis causada por el proceso deflacionario deprimente que atraviesa la economía en las últimas dos décadas.
 
 
Tres conclusiones importantes se desprenden de estos movimientos:
 
1- La guerra de monedas está de vuelta y es probable que empecemos a ver tensiones comerciales en breve entre Estados Unidos y las otras potencias globales que vieron sus monedas depreciarse fuerte contra la divisa estadounidense.
 
2- La depreciación de las monedas emergentes podrían dar lugar a incipientes procesos inflacionarios.
 
3-  El precio de las acciones globales podría seguir sostenido mientras continúe la fiesta de la emisión monetaria en el mundo desarrollado. Hoy Japón, ¿mañana Europa?

La paradoja de la FED: sube absolutamente todo!

Después de unos meses de dejar desatendido este blog he decidido volver a tomar el toro por las astas y comenzar a revivirlo con contenido propio.
 
Si bien ha pasado mucha agua bajo el puente en la economía global desde mi último post, lo que prácticamente no se ha modificado es la tendencia de los dos mercados más importantes de los Estados Unidos: el de acciones y el de bonos.
 
La tendencia fue claramente alcista.
 
Cuando promediaba mis estudios universitarios, dando mis primeros pasos en el aprendizaje de la economía y las finanzas, recuerdo haber leído en más de una oportunidad, en libros de textos o papers, a más de un prestigioso economista y/o analista de mercado señalar el comportamiento opuesto que históricamente mostraban las acciones y los bonos del Tesoro estadounidense.
 
El argumento principal era el siguiente:
 
“Cuando los inversores sienten el riesgo y tienen en pánico, es lógico ver un movimiento masivo de venta de acciones (haciendo retroceder a los mercados) que fluye a los bonos del Tesoro estadounidense, incrementando su demanda, haciendo subir sus precios y disminuyendo sus rendimientos. Estos activos son utilizados como un refugio seguro hasta tanto pase el vendaval que originó la venta de acciones. De esta manera, mientras que los mercados de acciones bajan, el mercado de los Treasuries sube. Es decir, se mueven en dirección opuesta.
Con el mismo razonamiento, cuando observamos una mayor tolerancia al riesgo de los inversores, se produce el movimiento contrario. Se venden los bonos del Tesoro, sus precios caen, para comprar acciones, generando una suba en las bolsas. Nuevamente, ambos mercados se mueven en dirección opuesta.”
 
Hasta aquí todo muy entendible e intuitivo.
 
Pero entonces cómo explicamos el siguiente gráfico entre el S&P 500 (rojo) y el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años (azul):
 
 
En los últimos 5 años, el S&P 500 duplicó su valor y alcanzó un récord histórico. En el mismo período, el rendimiento del Treasury a 10 años bajó casi un 25% (o lo que es lo mismo, el precio de los bonos subió).
 
Esto quiere decir que tuvimos tanto un bull market en acciones como en bonos, contradiciendo la teoría mencionada anteriormente.
 
¿A qué se debe?
 
Pura y exclusivamente a la Reserva Federal. La extraordinaria política monetaria expansiva ha generado, por un lado, una deflación en los rendimientos de todos los instrumentos de renta fija del mercado, incluidos los bonos del Tesoro americano. Por otro lado, ha generado una gran inflación en los precios de los activos financieros de la categoría de renta variable (acciones). De esta manera, ambos mercados (acciones y bonos) tuvieron una fabulosa expansión alcista.
 
¿Es acaso racional esto? Para lo que se había vivido antes de la crisis de 2007 claramente no lo es. Sin embargo, ahora parece el estado más lógico y “normal”.
 
De cara al futuro, los agentes actúan pensando que esta política de la Reserva Federal se mantendrá para siempre (o al menos por un período de tiempo relativamente largo). Esto es lo que aumenta los riesgos de cara al futuro.
 
Si no es un inversor cortoplacista y se focaliza más allá de dos o tres años vista, una estrategia “racional” a ejecutar sería apostar a la vuelta de la “antigua normalidad” en términos de rendimientos de los bonos del Tesoro.
 
Allí, jugarle a una baja en estos instrumentos no sería alocado. 
 
Al menos, con una parte de sus ahorros.