¿Qué se espera para las acciones en 2021?

¿Tengo que invertir parte de mi dinero en acciones en 2021? ¿Será rentable hacerlo?

A esta altura del año existen una serie de rutinas que se evidencian con fuerza en Wall Street. Entre ellas, una de las más reconocidas es que los estrategas de los bancos de inversión ofrecen su proyección de retorno sobre las acciones que componen el índice S&P500 para el año que está por comenzar.

La mencionada práctica no es necesariamente apreciada por la capacidad de acierto de los analistas. De hecho, el track record (historial) de esas proyecciones es bastante deficiente cuando se las compara con lo que finalmente ocurrió en la práctica. Sin embargo, es un habito adoptado.

En mi caso personal, comparto el escepticismo del inversor respecto a estas cifras que se proyectan. Es imposible saber con exactitud cómo se comportará el mercado durante el año que comienza. Sin ir más lejos, la principal la principal lección la ofreció este 2020 que estamos despidiendo: absolutamente nadie pudo estar en condiciones de predecir el advenimiento de una pandemia como la que tuvimos.

Además, existe un claro sesgo a proyectar positivamente (nadie nunca acertó un retroceso de los mercados) y también de estar cerca del consenso para evitar quedar muy desalineado con el mainstream de la industria.

Pese a esto, como señalé, los cisnes negros son realmente difíciles de predecir y visualizar. Así las cosas, los estrategas redoblan sus apuestas todos los años y ofrecen su visión. ¿Qué tienen entre manos para el 2021? Lo siguiente:

En promedio, los analistas esperan una suba aproximada de 10% del S&P 500 para el 2021. Con ese retorno, las acciones seguirían siendo un muy buen negocio.

¿Acaso es tan improbable?

Como dije anteriormente, no comulgo demasiado con este tipo de proyecciones, pero no es un retorno que parece imposible de alcanzar para el 2021. Y me baso en dos hechos de la historia.

El primero es que el S&P 500 ha mostrado un retorno de 9.8% anual promedio en los últimos 30 años, por lo que ese 10% proyectado no es más que ubicar ese pronóstico dentro de la medio histórica de las últimas tres décadas.

El segundo aspecto, también tiene que ver con los datos del pasado. Hace unos meses escribí un artículo en donde mencioné que las elecciones presidenciales en Estados Unidos no debían ser una preocupación para el inversor. Las estadísticas mostraban que los años electorales eran buenos para la performance de la Bolsa y que el año posterior a este evento también. De hecho, el S&P500 rindió, en promedio, más del 9% el año siguiente a las elecciones.

Entonces, si bien retornos pasados no garantizan resultados positivos en el futuro, “la mesa está servida” para pensar en un buen año para las acciones. Lo que sí me preocupa del mercado actual son las valuaciones. Aun considerando que las vacunas para combatir la Covid-19 traerán cierta normalidad, gran parte de las cotizaciones ya tienen incorporadas esa normalización. De hecho, el ratio Precio / Ganancias futuro del índice está en récord histórico.

Todo lo anterior favorece a pensar de que tendremos un buen año para las acciones, pero habrá que ser selectivo. Para ello, estoy trabajando en un servicio de suscripción basado en mi experiencia que puede serte de utilidad. Si estás interesado, anotate aquí para recibir pronto novedades.

¡Muchas felicidades! Ojalá tengas un excelente 2021.

Aprendiendo en los mercados,

Diego

Cómo invertir para un retiro feliz

¿Cómo lograr un retiro más digno a partir de nuestras inversiones? Hagamos un relato breve de cómo conectar la realidad actual y lo que debemos hacer hacia el futuro.

Durante este fin de semana estuve leyendo mucho de economía e inversiones. Cuando tengo un tiempo, aprovecho para despejar mi cabeza y enfocarme en lecturas que están alejadas de la coyuntura y se enfocan en cuestiones estructurales de mediano plazo. Uno de los artículos que más me llamó la atención tuvo al magnate mexicano Carlos Slim como protagonista central:

“La pandemia tendrá un terrible impacto en la sociedad global cuando pase. Hay que avanzar con reformas profundas que impliquen una jornada laboral de tres veces por semana, de once horas cada una, y una suba de la edad jubilatoria de 10 años”, sentenció el millonario.

Su declaraciones esconden cuestiones estructurales importantes a interpretar.

En primer lugar, la sociedad demandará más espacio para el ocio y el disfrute. Con la pandemia, la gente comenzó a tener una perspectiva de que es necesario disfrutar más de la vida ya que la pandemia mostró que somos tremendamente vulnerables a factores externos e imprevisibles.

La Covid 19 no sabemos si será el primero de muchos virus por venir que pusieron en jaque nuestras libertades y que nos han hecho replantear cómo queremos vivir hacia adelante. De allí, una semana donde cuatro de los siete días queden a merced del disfrute puede ser un “juego” mucho más sustentable y aceptable por parte de los trabajadores.

¿Acaso somos capaces de mejorar nuestra productividad y sacar adelante en tres días más intensos lo que antes podíamos hacer en cinco días? Seguramente que sí, aunque dependerá del sector de la economía del que se trate. Acá se debe evaluar trabajar menos pero mejor, de manera más eficiente. Y muchos hemos aprendido que es posible con la ayuda de la tecnología, el orden mental y el aprovechamiento permanente del tiempo.

El segundo eslabón importante de las declaraciones de Carlos Slim tiene que ver con la profundización de un problema que ya existía pero que la pandemia agravó: los Estados estarán virtualmente quebrados para soportar el pago de jubilaciones masivas. El sistema previsional global ya sufría un déficit significativo. La gente que se está jubilando crece a un ritmo exponencialmente mayor de la que se incorpora al sistema laboral formal y que debe financiar esos pagos con sus aportes. Además, la expectativa de vida ha mejorado considerablemente desde la segunda posguerra a la fecha, por lo que los esquema previsionales que se pensaron en su momento quedaron obsoletos y desfinanciados.

Pero, reitero, la pandemia agravó la situación.

Los Estados se han endeudado a un ritmo sin precedentes en estos meses para combatir la pandemia. Los ratios Deuda / PBI de muchos países desarrollados y emergentes han crecido exponencialmente, tornándose inviables a futuro. Además, la informalidad laboral crecerá significativamente en la periferia, haciendo más deficitario el sistema que debe afrontar las jubilaciones crecientes.

Así, la incertidumbre en esta materia es creciente. No sabemos cómo se solucionará, pero si antes sabíamos que depender de una jubilación en nuestra edad pasiva era difícil, ahora lo será mucho más.

¿Tenemos una solución al alcance de la mano?

Sí: ocuparnos ya mismo de nuestro propio fondo de retiro y administrar de manera inteligente nuestros recursos.

La pregunta a contestar es cuán difícil es hacerse de un fondo de jubilación y retiro de una manera inteligente mediante la inversión de nuestros ahorros. La respuesta es que es posible y alcanzable, aunque se necesitan dos cualidades: sacrificio y disciplina.

La primera para generar un ahorro anual disponible a ser destinado para la inversión. Para ello, urge hacer el esfuerzo de ahorrar una parte de nuestros ingresos anuales. Eso implica postergar consumo presente para poder consumir más en el futuro. O, en este caso, poder tener una calidad de vida digna en nuestra etapa pasiva.

La segunda, la disciplina, implica tener una estrategia de inversión sólida y constante a lo largo de los años.

Son dos características muy difíciles de cumplir, pero redituables para el objetivo final.

Analicemos dos escenarios de inversión de largo plazo para tener nuestro fondo de retiro.

Escenario Conservador

Ahorro Anual: USD 1.000.

Retorno Anual Promedio: 6% (neto de impuestos).

Años de Capitalización: 25.

Con estas tres premisas, el desarrollo de nuestra inversión sería el siguiente:

Este escenario implica un esfuerzo de ahorro mensual de USD 83,3 y obtener un retorno anual de 6% promedio. Por ejemplo, en muchos países de la región, los trabajadores formales reciben los bonos y suplementos del salario a principio de cada año. Allí uno podría separar esos USD 1.000 de ahorro y “liberarse” del sacrificio por el resto del año. Además, el retorno del 6% es alcanzable sin ser demasiado arriesgado. En los últimos 25 años, por ejemplo, el S&P 500 rindió un 10% anual promedio en dólares.

Si tenemos disciplina y llevamos adelante la inversión, la magia del interés compuesto hace el resto. Invirtiendo USD 25.000 en total en 25 años, al final del camino tendremos disponibles USD USD 62.706.

Comenzando este camino a los 40 años y terminando a los 65 años, podemos tener una expectativa de vida conservadora de 15 años adicionales. Eso nos daría un ingreso de USD 348 mensuales adicionales a la jubilación que “nos toque”. Podría ser más si, parte del fondo de retiro lo seguimos capitalizando en inversiones ya que no necesitaríamos todo el dinero junto.

¿Tiene gusto a poco USD 348 mensuales más en nuestra etapa pasiva?

Solo para ponerlo en perspectiva, ese monto es mayor a todas las jubilaciones mínimas de la región con excepción de Uruguay, Ecuador y Chile. Por ejemplo, en Brasil la mínima es de USD 259, en México de USD 200 y en Argentina de USD 130. Claramente que esta disciplina nos permitirá estar infinitamente mejor que si no adoptamos esta conducta.

Pero, ¿qué tal si hacemos un poco más de esfuerzo?

Escenario Agresivo

Ahorro Anual: USD 1.500.

Retorno Anual Promedio: 7% (neto de impuestos).

Años de Capitalización: 25.

Si tenemos la posibilidad de ahorrar USD 1.500 al año e invertirlo más agresivamente para obtener un retorno anual promedio de 1% más que en el caso anterior, hasta el 7%, entonces ya estaríamos en condiciones de disfrutar USD 612 mensuales, adicionales a la jubilación que recibamos. Con un ingreso promedio mensual de USD 900 (ahorro de retiro más jubilación) uno podría vivir bastante más feliz (y dignamente) la última parte de nuestras vidas.

Después de todo, de esto se trata. Sacrificarnos hoy para poder tener un porvenir digno y feliz a futuro.

No depender de nadie es la decisiones financiera más sabia que podemos tomar ahora mismo.

No hay que perder tiempo, ya que el reloj se encuentra corriendo.

 

Inversiones en pesos, ¿cómo me protejo?

¿Cómo invertir los pesos?, esa es la pregunta de moda en Argentina.

Un 90% de mis lectores viven y generan sus ingresos en Argentina . El otro 10% deberá disculparme esta vez ya que el presente artículo tiene un claro objetivo: presentar el menú de inversiones en pesos para proteger el ahorro.

El 2020 será recordado no solo por el coronavirus y sus efectos sobre la economía global. También por la devaluación nominal que sufrieron las monedas de la región respecto el dólar. Sin embargo, el único país que encuentra grandes dificultades estructurales con este asunto es Argentina. Al momento de escribir esta columna, el dólar libre (dólar bolsa o MEP) ya acumulaba una suba de 100% en los primeros 10 meses del año. Para hablar con propiedad, lo que está ocurriendo es una huida generalizada del peso argentino. Nadie quiere tener pesos en el bolsillo porque la incertidumbre es grande y creciente.

En su rol de inversor, el argentino debe sacar a relucir su audacia e ingenio para proteger el dinero. Por un lado, se debe enfrentar a las restricciones vigentes para comprar dólares, sea el oficial o el libre que cotiza en la Bolsa. Por el otro, la tasa de interés en pesos no es lo suficientemente atractiva para estimular una inversión en moneda local.

Así, en un mercado de capitales pequeño y poco desarrollado, el menú que encontramos arriba de la mesa es bastante limitado para encontrar alternativas satisfactorias para cuidar el ahorro en esta coyuntura.

Analicemos cuáles son las alternativas de inversión para poder aplicar nuestros pesos y que estén lo más protegidos posible de las amenazas vigentes.

Dólar Bolsa: El dólar Bolsa o MEP es el que se consigue a través de operaciones bursátiles en el mercado de capitales. Surge de comprar con pesos un activo determinado, generalmente un título público, y vender luego ese instrumento en dólares, para que las divisas se acrediten en la cuenta comitente. Con esta operatoria surgen tres cuestiones fundamentales a considerar:

  1. No todos los activos cotizan en pesos y en dólares con una liquidez adecuada como para poder llevar adelante esa operación. Por el momento, el bono más utilizado es el BONO DÓLAR Vto. 2030 (AL30), surgido a partir del reciente canje de deuda que llevó adelante el gobierno nacional.
  2. Hay plazos legales para cumplir entre la compra del bono con los pesos y la venta de ese bono en dólares. Ese plazo es el denominado “parking” y supone un riesgo para el inversor. ¿Por qué? Porque en el parking, que al momento son 5 días hábiles, el precio del bono en dólares puede comportarse de manera errática, generando que el inversor no pueda saber a qué precio finalmente adquirirá el dólar. Si el bono baja, entonces al momento de venderlo uno recibirá menos dólares, lo que es equivalente a decir que la cotización final al que se obtiene la divisa es más alta. Si el bono, en tanto, sube, entonces recibirá más dólares por los pesos aplicados originalmente o lo que es lo mismo a decir que se consiguió dólares a un precio más bajo. Con la incertidumbre vigente, es difícil saber el movimiento del precio del bono, aunque el sesgo es claramente bajista.
  3. Una vez que tengo los dólares, el problema es decidir qué hago con ellos. Si los guardo en una caja de seguridad por varios años y no los invierto, entonces ese dinero pierde poder adquisitivo. En el mundo hay inflación. Baja, pero inflación al fin. Y en varios períodos incluso en Argentina tuvimos inflación en dólares. Por lo tanto, no invertir ese dinero es una mala decisión.

Bonos Públicos: Argentina es un caso único en el mundo en esta materia, sobre todo considerando lo que ha ocurrido recientemente. No hay registros de países que, habiendo reestructurado su deuda en un 99%, a los dos meses los bonos valen un 20% menos que antes de ese canje.

Hoy la deuda argentina no es una alternativa de inversión de largo plazo. Y creo que muy difícilmente lo sea a futuro. ¿La razón? Toda la dirigencia argentina, sin importar el partido gobernante, no entendió la importancia de respetar la restricción presupuestaria y comprometió la capacidad de pago de la deuda, cayendo permanentemente en default. Así, los bonos se convirtieron en una inversión especulativa de alto riesgo más que algo conservador como suele ser en el resto del mundo bursátil.

Bonos Privados: Conocidos como Obligaciones Negociables también, los bonos corporativos también fueron víctima de la inestable macroeconomía argentina. Con la restricción reciente al acceso de dólares, muchos bonos de empresas nominados en dólares corren el riesgo de no poder pagarse en tiempo y forma. Recientemente, han salido al mercado muchos de estos bonos que ajustan por la cláusula dollar-linked (se pagan y cobran en pesos ligados a la evolución del dólar oficial), pero no son demasiado recomendables para el inversor minorista por su baja liquidez.

Acciones argentina: Una vez más, la renta variable argentina mostró su clara vulnerabilidad respecto la inestabilidad económica. Cuando uno analiza lo ocurrido en los últimos 20 años, la evidencia empírica es contundente: el S&P Merval, principal índice de acciones domésticas, está en el mismo nivel en dólares que en el año 2000. Increíble, ¿no?

¿Acaso estamos ante una oportunidad? La historia podría mostrar que sí, pero de altísima riesgo que requiere mucha paciencia y que, además, nada garantiza que el actual es un piso para las acciones. Sólo lo será si se restablece la confianza y hay un cambio rotundo de las expectativas. Nada de eso aún parece percibir en el corto plazo.

Cedears: Los certificados de acciones extranjeras que operan en la Bolsa local y que permiten invertir en pesos en empresas del exterior han sido los vehículos más utilizados recientemente para “cubrirse” del flagelo argentino. Precisamente escribí una nota al respecto con las ventajas y riesgos de estos vehículos de inversión. Podés leer más acá.

Fondos Comunes de Inversión: Los FCI son vehículos muy interesantes para quienes recién comienzan, pero en la actual coyuntura no están ajenos a los problemas que enfrenta el país. La oferta se ha reducido fuertemente, ya que ninguno ofrece una alternativa distinta al riesgo argentino ya que existen limitaciones regulatorias para tal fin. Adicionalmente, los FCIs de renta fija o bonos ofrecen magros resultados en pesos, producto de la muy baja tasa de interés local mientras que los que invierten en acciones argentinas están expuestos al riesgo anteriormente mencionado.

Plazos Fijos / Letras / Cauciones: Todas estas alternativas son de corto plazo (30 días / 60 días) y comparten una particularidad: las tasas de retorno que ofrecen no cubren la inflación esperada. Una letra del Tesoro nacional rinde cerca del 30% anual, una caución (plazo fijo en la Bolsa) se encuentra en torno a 25% anual y un plazo fijo hoy está en 33% anual. Sólo el plazo fijo UVA le paga al inversor la inflación + 0,25% anual, pero implica quedarte 90 días en un vehículo con cero liquidez, lo que es un riesgo enorme en el actual contexto.

Repasada todas las alternativas, queda claro que el mercado ofrece pocas variantes para atravesar con éxito la odisea de proteger y hacer crecer el ahorro en Argentina. Un mix de cedears, algo de acciones locales y algo de bonos meramente con carácter especulativo podría ser el mix adecuado.

Sin embargo, todo depende de tu predisposición al riesgo, de tu horizontes temporal y de tu conocimiento sobre cómo funciona cada activo en el mercado.

Cualquier duda, estoy a tu disposición.

Cedears en 2020: luces y sombras de la inversión del momento

cedears

Hablemos de cedears. Las restricciones cambiarias no son un asunto novedoso en nuestro país. Por el contrario, es algo recurrente y parte de la idiosincracia de un país extraviado hace mucho tiempo. Lo que sí resulta distintivo esta vez es que a medida que aumentan las limitaciones para comprar dólares formales, los argentinos buscan cada vez más opciones de cobertura en el mercado de capitales doméstico.

Y el instrumento elegido para escapar al riesgo argentino, sea cambiario y macroeconómico, es el cedear.

Si sos un inversor con varios batallas a cuestas, sabrás de lo que estamos hablando. Pero si recién estás comenzando a canalizar tus ahorros mediante una cuenta comitente en una ALYC (Agente de Liquidación y Compensación), entonces verás que cualquier estrategia de inversión incluye, en distintas proporciones, a los cedears.

Como todo activo financiero, los cedears tienen ventajas y desventajas, por lo que el entendimiento adecuado de cómo funcionan es una regla que nadie puede soslayar. Así, el objetivo de esta columna es evacuar todas las dudas que tengas al respecto.

Entender dónde invierto

Una de las premisas centrales para minimizar los riesgos es que nosotros, como inversores, tenemos que saber concretamente en qué estamos invirtiendo. Por este motivo, es necesario saber, en primer lugar, qué es un cedear.

Un cedear es un certificado que representa una acción del exterior y que se negocia en pesos argentinos en el mercado local. Para que un cedear pueda ser emitido y negociado en nuestro mercado debe tener el respaldo del activo subyacente original.

Asimismo, un cedear puede representar una parte de la acción original. Cada empresa en particular tiene lo que se denomina un ratio de conversión, que determina cuántos cedears de la empresa A son equivalentes a una acción original de esa empresa que cotiza en Wall Street.

En este sentido, un ejemplo podría resultar esclarecedor.

En el mercado argentino, 10 cedears de Apple equivalen a 1 acción de Apple original. Para que puedan emitirse esos 10 cedears, es necesario que exista la acción de Apple subyacente depositada en algún lugar que le dé respaldo. Precisamente, el organizador del programa de cedears en Argentina es el Banco Comafi y es quien tiene en custodia las acciones originales que dan garantía a los cedears que se negocian en Bolsas y Valores Argentinos (BYMA).

¿Cómo sé cuál es el ratio de conversión que le corresponde a cada cedear respecto al activo subyacente? La respuesta está en este link, donde se encuentra el listado completo de cedears con sus respectivos ratios de conversión.

Cómo se determina el precio del cedear

Siguiendo con el ejemplo de Apple, señalé que 10 cedears equivalente a 1 acción original que se negocia en Wall Street. Al momento de escribir este artículo, el cedear cotizaba a $ 1.581 y la acción en USA a USD 110.

Entonces: 1.581 x 10 = $ 15.810 = USD 110.

Si 10 cedears están valuados a 15.810 pesos y esto es equivalente 1 acción original valuada a USD 110. Con estos dos datos, podemos determina el tipo de cambio implícito al que se negocian estos instrumentos y que se denomina contado con liquidación. Para este caso, es de $ 143,72 ($15.810 / 110).

Así, cuando uno invierte en un cedear, tiene dos fuentes potenciales de variación del precio en pesos. La primera es la cotización en dólares del activo subyacente (en el caso de Apple puede valer más o menos de los USD 110 actuales). La segunda, es el tipo de cambio implícito, denominado contado con liquidación: éste se encuentra en continuo movimiento y puede ser mayor o inferior a esos $ 143,72.

Por lo tanto, para interpretar nuestra inversión en cedears, tenemos que considerar ambas fuentes de variación del precio. Puede que la acción de Apple suba en el exterior de USD 110 a USD 112, pero si al mismo tiempo el contado con liquidación baja en Argentina, porque hay más confianza, baja de $ 143,72 a $ 133, nuestra inversión en el cedear en pesos disminuirá.

Ej. (112 x 133) / 10 = $ 1.489,6 => ese sería el precio en pesos del cedear ahora, un 5,8% menos en pesos aun cuando la acción en dólares subió un 1,8% (de USD 110 a USD 112).

Una manera de interpretar esta inversión es pensarla directamente en dólares. Cuando uno compra un cedear, debe saber que está cambiando sus pesos al tipo de cambio de contado con liquidación de ese momento y luego seguir la evolución del precio en dólares del activo subyacente del cedear en cuestión. De esa manera, resolvemos el problema.

Ventajas de los cedears

A continuación, enumero algunas ventajas que tiene el inversor para invertir en cedears:

1- Permite invertir en pesos en activos libre de riesgo argentino, sea el cambiario, de la economía o de la propia empresa.

2- Hay variedad suficiente de cedears para invertir de manera diversificada.

3- Recientemente, BYMA autorizó la negociación de fracciones de activos subyacentes, llevando el monto nominal mínimo de cedear a poder comprar a 1, sin importar el ratio de conversión que rige respecto el activo subyacente.

4- Tienen igual tratamiento impositivo que las acciones locales.

5- Los más negociados han alcanzado una liquidez muy importante, siendo los grandes protagonistas del mercado de renta variable dada la coyuntura de nuestro país. De hecho, un informe reciente del Instituto Argentino de Mercado de Capitales (IAMC) indica que los cedears llegaron a representar el 80% de todas las acciones negociadas en el mercado local, mostrando claramente la preferencia del inversor.

cedears

Desventajas de los cedears

1- A pesar de que son más seguros por el respaldo que tienen del activo subyacente, los cedears no dejan de ser activos legislados por las autoridades locales, lo que pueden estar sujetos a cambios regulatorios, impositivos, etc.

2- Una gran cantidad de cedears no gozan de una liquidez lo suficientemente amplia como para justificar inversiones de corto plazo, por lo que debe pensarse como inversión de largo.

3- No alcanza invertir en cedears por el solo hecho de buscar cobertura cambiaria. Hay que saber en qué empresa estamos invirtiendo, porque la búsqueda de cobertura ante el dólar puede terminar muy mal si no se elige la empresa adecuada, sea porque su valuación es extremadamente alta o porque sus negocios no tienen una buena perspectiva.

Dicho esto, tenés muchas herramientas e información disponible para que puedas elegir correctamente  tu inversión en estos activos. Cualquier duda, estoy a tu disposición.

Cepo cambiario: las nuevas (antiguas) lecciones para el inversor

Una vez más las nuevas medidas cambiarias anunciadas en Argentina ratificaron por qué se trata de uno de los lugares más hostiles para el inversor.

Las limitaciones para el acceso al mercado cambiario oficial, el menor cupo para el dólar solidario cuando se descuentan los consumos de tarjeta, el aumento de la presión impositiva para quienes atesoren moneda extranjera al cambio oficial y el impedimento a las empresas a obtener todos los dólares necesarios para cancelar sus deudas, desnudan la crítica situación de las reservas netas del Banco Central de la República Argentina.

Nadie puede sorprenderse por las nuevas restricciones. Como tituló el escritor Gabriel García Marquez, se trataba de una “crónica de una muerte anunciada” para el dólar oficial. Y hacia adelante, hay más dudas que certezas sobre la eficacia de lo anunciado en el objetivo final: frenar la sangría de reservas internacionales.

Lo que sí está un poco más claro es que será extremadamente difícil que la tan necesaria oferta de dólares aparezca con semejante nivel de restricciones, se trate de dólares comerciales, financieros o para inversiones en la economía real.

Todo lo anterior tiene, inevitablemente, un trascendental impacto negativo para el desarrollo del mercado de capitales argentino y para el inversor minorista en la odisea de proteger su ahorro.

Repasando la historia, esto saca a la luz algunas lecciones para quien invierte en activos argentinos. Son estas mismas lecciones que prevalecieron anteriormente y que ahora se vuelven más vigentes que nunca.

Avancemos en las mismas, para entender qué ratifica la actual situación y qué podemos esperar hacia adelante.

1. Mayor riesgo, ¿mayor retorno?

En finanzas, hay una regla máxima que en el 99% de los casos se cumple. Se trata de la relación directa entre el riesgo de un activo y el retorno esperado del mismo. En inversiones, la volatilidad es la variable estadística con la que se representa el riesgo. Y se entiende que los activos más volátiles son los que tienen más oportunidades de generar un retorno esperado mayor para el inversor.

De ahí que la mayoría de los activos asociados a los mercados emergentes suelen tener una expectativa más alta de rentabilidad. Pero como ya habrán notado, Argentina suele ser una excepción a esta regla. Es muy difícil pensar a las inversiones locales de manera independiente de la política económica. Como la inestabilidad macroeconómica está a la orden del día, realmente se hace muy duro percibir que los activos argentinos pueden compensar el riesgo asociado que tienen con una rentabilidad esperada más elevada.

2. Las acciones son siempre “negocio” en el largo plazo

Una cosa es invertir, otra muy distinta especular o tradear el mercado. Para el primer caso, se necesita conocimiento, análisis fundamental y largo plazo. Para lo segundo, análisis técnico, disciplina y un horizonte temporal de corto plazo.

Los datos avalan la teoría de que las acciones han sido un gran negocio de largo plazo. Obviamente que uno tiene que haber elegido empresas correctas y que supieron perdurar en el tiempo, innovando y capturando nuevos mercados. Muchas firmas han quedado en el camino. Pero con una alternativa conservadora, como haber invertido en el ETF SPY que simula el índice S&P500, uno habría obtenido un retorno de 190% en dólares en los últimos 10 años.

Como ocurre siempre, hay excepciones. Y lamentablemente, de nuevo acá aparece el mercado local. Y se trata de una excepción para mal, ya que los datos son contundentes.

En los últimos 20 años, si uno hubiera invertido en el índice Merval, el retorno acumulado en ese período fue de 0%. Sí, no se ganó dinero en términos nominales, y se perdió en términos reales (descontando la inflación global). Pero los resultados en la última década son aún más deprimentes para el inversor argentino. Quien puso USD 1.000 en el índice doméstico en octubre de 2010, hoy tiene un 50% menos, es decir, USD 500.

Conclusión: invertir en Argentina no es un “deporte” para el largo plazo, sino meramente especulativo donde el timing (cuándo comprar y cuándo vender) es la herramienta central para intentar ganar dinero invirtiendo en activos locales.

3. La regla de Pareto al máximo

La Ley o Principio de Pareto, también conocida como la Regla del 80/20 (ó 20/80), establece que, de forma general y para un amplio número de fenómenos, aproximadamente el 80% de las consecuencias proviene del 20% de las causas.

Llevado al ámbito de las inversiones, el inversor argentino debe saber que para obtener resultados positivos con las inversiones, asumiendo menos riesgos, uno tiene que armar su portafolio con las mencionadas asignaciones de Pareto: 80% del dinero en activos sin riesgo argentino y 20% en activos con riesgo argentino.

Lo anterior le permitirá descansar más tranquilo por la noche, obtener retornos óptimos en el largo plazo y entender que hasta que no cambie la expectativa institucional y económica en Argentina, más allá de quien gobierne, es imposible obtener un mercado de capitales desarrollado que dé una oferta de activos financieros óptima para el inversor.

¿Qué tenemos al alcance de la mano para esta misión?

Aun con las trabas en el dólar solidario y el recrudecimiento del cepo, en el mercado local tenemos los cedears, que son certificados que representan acciones extranjeras y que se pueden comprar y vender en pesos. Durante el último año, estos instrumentos han tomado un protagonismo excluyente en las carteras de cualquier inversor.

Si uno no quiere quedar atado a ninguna suerte de regulaciones cambiarias o de mercado, entonces el camino es abrir una cuenta en un broker extranjero, transferir los fondos y comenzar a diagramar una inversión mirando de lejos la Argentina, al menos, con el 80% del ahorro.

Lo anterior es triste, pero no podemos pretender obtener resultados distintos siguiendo los mismos caminos que tanto dolor patrimonial provocaron y que son obstáculos para nuestro único fin: proteger nuestro capital para lograr un futuro mejor.

Por qué el inversor no debe preocuparse por las elecciones en USA

Si algo le faltaba a este tan particular año 2020 era, ni más ni menos, la dosis de volatilidad política que imprimen las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Las mismas se celebrarán el próximo 3 de noviembre y las encuestas marcan una leve ventaja del candidato demócrata Joe Biden por sobre Donald Trump.

Cualquier reporte de inversión que se lee por estas horas tiene un denominador común respecto este tema: a medida que nos acercamos a la fecha de la elección la volatilidad e incertidumbre se incrementará.

No desconozco en absoluto la trascendencia de esta elección. Tampoco quiero ir en contra del consenso de los principales analistas del mercado. Sin embargo, invito a tomarse una pausa y mirar este evento desde otra perspectiva.

La historia muestra que las elecciones presidenciales en economías desarrolladas, principalmente como la de Estados Unidos, no revisten el riesgo de un cambio sistémico de acuerdo a quién resulte el candidato vencedor en la contienda. Hay instituciones y direcciones que no se discuten, ya que el respeto por la inversión, la seguridad jurídica, la justicia, la división de poderes y muchos aspectos adicionales ya cuentan con un acuerdo implícito por parte de la sociedad desde hace décadas. Entiendo que para los que vivimos en países emergentes o sub-desarrollados, como el caso de Argentina, las elecciones presidenciales se viven como una cuestión de vida o muerte. El resultado electoral influye drásticamente en el modelo de país que regirá y eso impide tener una planificación de largo plazo.

En el mundo desarrollado, no funciona así.

En las elecciones actuales en Estados Unidos están en juego determinados matices que pueden tener un impacto tangencial en determinados sectores. Y esto es lo que debemos prestar atención como inversores si es que tenemos un posicionamiento en empresas que eventualmente puede ser favorecidas o perjudicadas con alguna política puntual que podría aplicarse por parte de quien ocupe el sillón de la Casa Blanca a partir de enero de 2021.

Más allá de eso, no hay un cambio de paradigma para el andar de Estados Unidos, gane Biden o Trump. Y no es una opinión personal sino que así parece ser de acuerdo a la historia del comportamiento del mercado estadounidense durante el año de las elecciones y los primeros 12 meses de gobierno del candidato electo.

Desde 1928 hasta el 2016, se han verificado 23 elecciones presidenciales en Estados Unidos. El S&P 500 ha rendido, en promedio, un 11,3% en años electorales. Y solo en 4 de los 23 de estos años, el mercado ha dado resultados negativos, destacándose el 2008 que se encontraba atravesado por la grave crisis de las hipotecas subprime.

Al momento de escribir este artículo, el S&P 500 acumula una mejora de tan solo 3,8%, lejos de los retornos promedio anuales que mostramos anteriormente. Desde ya, no hace falta aclarar que en ninguno de los años anteriores el mundo estaba atravesado por una pandemia, además de que los retornos pasados no garantizan rendimientos positivos a futuro.

Pero lo más atractivo es lo siguiente…

En el año siguiente posterior al de las elecciones, el S&P 500 rindió un promedio de anual de 10,3%, apenas por debajo de ese 11,3% que se verificó en los años electorales. También acá, en solo 4 ocasiones el mercado rindió negativo al año siguiente de las elecciones. Y esto se dio a pesar de la existencia de fuertes contrastes entre candidatos que derivaban pujas redistributivas crecientes en el relato de demócratas vs. republicanos.

Lo que nos deja en claro lo anterior es que siempre termina prevaleciendo la economía por sobre los matices políticos que puedan surgir a partir del nuevo partido gobernante o la continuidad del actual. Si la economía funciona, el mercado lo refleja positivamente. Y como en Estados Unidos las estructuras de fondo no se revisan con cada cambio de presidente, como inversores de mediano plazo debemos observar la tendencia de la economía para la toma de decisiones, dejando de lado la politiquería o peleas de campaña que tienen un impacto en el corto plazo.

Antes de finalizar, dos cuestiones centrales:

  1. La historia de rendimientos pasados no garantiza los futuros, pero nos puede servir de guía para ver determinados eventos de magnitud desde otra perspectiva.
  2. Así como el mercado de Estados Unidos tiende a rendir mejor en el año de elecciones que en el posterior inmediato, hay otros tipos de mercados que se comportan diametralmente opuestos a lo anterior. Una pista: consideren los mercados emergentes para el año 2021.

Los insiders saben algo que nos puede interesar

Peter Lynch es uno de los referentes más importantes del Value Investing (Inversiones de Valor). Está a la altura de Warren Buffett y apenas por debajo del que es considerado padre de esta disciplina de inversión: Benjamin Graham.

Dentro de la frases más contundentes, recordadas y efectivas que Peter Lynch ha manifestado fue: “Yo amo a la volatilidad en los mercados financieros”. La dijo durante un discurso en en octubre de 1994 cuando le fue preguntado si estaba preocupado por la reinante volatilidad de las bolsas y si recomendaba tomar alguna medida al respecto.

“La volatilidad te permite comprar activos financieros a precios muy por debajo de su valor”, sentenció.

Los últimos días fueron momentos de mucha volatilidad. En tan solo 3 ruedas, el índice Nasdaq retrocedió más de un 10%. Lógicamente, la suba anterior había sido fuerte, abrupta y hasta exagerada. Nos habíamos referido a esto en un artículo previo en el cual hicimos mención a la rotación del portafolio que podía emerger a futuro.

Y el índice de volatilidad, medido por la compra de cobertura de los inversores para protegerse de potenciales bajas del mercado, registró la suba semanal más grande desde junio pasado.

Esto nos lleva a monitorear de cerca los movimientos próximos, para determinar si estamos en presencia de una sana toma de utilidadesun eventual punto de inflexión en la tendencia a nivel general.

Allí surgirán nuevas oportunidades, sobre todo para aquellos que no pudieron aprovechar la suba reciente y se quedaron con una gran parte de liquidez en la cartera. Es una cuestión de paciencia y timing.

Pero el proceso decisorio, no puede estar librado al azar. Son las empresas con buenos fundamentos y proyecciones auspiciosas a futuro las que podrán seguir liderando en los mercados. Seguramente te estarás preguntando cómo podemos saber con exactitud lo que le depara a cada empresa.

Allí, tres consejos necesarios a considerar.

Un primer elemento a utilizar es, sin dudas, nuestro sentido común. Sabemos que la pandemia seguirá golpeando las expectativas en el corto plazo, aún cuando aparezca una vacuna pronto. Más allá de eso, existen cambios en el comportamiento de los individuos y empresas que prevalecerán más allá de la eventual cura contra el virus. En este caso, lo que originó la pandemia fue una aceleración de los procesos que se venían gestando previo a la Covid-19: la digitalización de la economía, la utilización de la nube como herramienta central de la actividad corporativa, la intensificación del e-commerce, entre otras cosas.

Un segundo aspecto es, desde ya, la utilización de los balances trimestrales que van presentando las empresas listadas. Esos documentos nos dan una idea acabada de la película pasada reciente a nivel empresarial, la foto presente y, además, una proyección de lo que viene. Es un contenido extremadamente valioso.

Y en tercer plano existe algo muy importante que no todos los participantes del mercado conocen o utilizan correctamente: la actividad de los insiders.

¿De qué estamos hablando?

Se denomina insiders a aquellas personas que pertenecen al management o cuerpo gerencial de una compañía pública, como ser directores, síndicos, etc., que deben informar a los organismos de control cualquier transacción particular que hagan con las acciones de la empresa en la que trabajan, se trate de una compra o una venta. En los mercados de Wall Street, el documento asociado a este tipo de transacciones que se presenta ante la Securities and Exchange Commission es el denominado Form 4.

Esta es una información muy valiosa para el inversor. Saber qué está haciendo el management de la empresa con las acciones de la misma puede marcar las expectativas que ellos tienen en cuanto al potencial futuro de los negocios de la firma. Los insiders son los agentes que poseen más información que nadie respecto a cómo evolución las actividades de la compañía y, generalmente, sus transacciones anticipan el movimiento del papel en la Bolsa.

Si los insiders están comprando acciones de la firma es porque creen que dichos activos están baratos respecto a su cotización actual, mandando una señal a los inversores. En sentido opuesto, las ventas de los insiders pueden estar anticipando que malas noticias están por venir para esa empresa.

Claro está que no es un predictor perfecto, pero funciona muy bien. Pero si no sos un inversor profesional que se dedica 100% al mercado, buscar la información del Form 4 en la página de la SCE puede resultarte muy tedioso. En este sentido, dejame aliviarte el camino con un atajo. En el sitio Open Insider vas a poder ver las últimas transacciones disponibles filtradas por empresa. Solo tenés que ingresar el ticker de la empresa en la que estás buscando invertir y, una vez realizado tu propio análisis, podrás ver qué es lo que está haciendo el management de la firma en relación a sus acciones.

Por ejemplo, este es el comportamiento reciente de los insiders en una de las empresas que está trabajando en el desarrollo de la vacuna contra el Covid: la estadounidense Moderna (MRNA).

Al parecer, tanto el CEO, el presidente como el CMO no son tan optimistas con el resultado final de la vacuna o creen que las mejores noticias por venir ya se encuentran incorporadas en el precio de la acción ¡No han parado de vender acciones de la compañía!

Con esto, no estoy diciendo que Moderna no puede seguir subiendo hacia adelante. Solo estoy interpretando la señal predicitiva que nos dan los insiders.

Más allá de este caso puntual, ya tenés disponible una nueva herramienta para mejorar tu búsqueda de acciones valiosas para u portafolio.

¿Puedo ser un inversor yo?

Convertirse en un inversor tiene mucho de aspiracional. Todos soñamos con ser grandes inversores, pero desconocemos la manera de cómo alcanzar ese objetivo. Esa sensación la experimenta cada persona que se anima a romper su zona de confort. Lo he evidenciado cuando comencé a trabajar como cadete en una sociedad de bolsa en 2002, en mi natal Buenos Aires. Quería invertir, pero no sabía cómo. Ahora lo sigo experimentando “del otro lado del mostrador”cuando muchos ahorristas se animan a hablar conmigo para acercarse al mundo bursátil.

¿Cuál es la diferencia entre uno y otro caso?

Que ahora es mucho más fácil el acceso a la información. El objetivo final es el mismo: antes de invertir, hay que estar informado o bien asesorado. Pero como dije anteriormente, el desarrollo tecnológico permitió un acceso masivo a diversas fuentes de información que permite acelerar el proceso de adquisición de conocimiento.

Como ocurre en cualquier ámbito de la vida, debemos ser selectivos en lo que consumimos. Que sea de acceso gratuito no garantiza la calidad. Uno debe ser capaz de distinguir entre lo útil y serio, de lo que no lo es. Mucho material que anda circulando en Internet puede ser nocivo y agregar ruido al proceso de capacitación y aprendizaje. Pero si tomamos los recaudos necesarios, existe un gran contenido esperándonos para transitar más rápido el camino de ahorrista a inversor.

Una de las cosas que debemos hacer es tratar de ser ordenados. El exceso de información es contraproducente y nos confunde. Debemos tener cierta rutina para separar lo importante de lo que no lo es antes de tomar una decisión de inversión. Para los ciudadanos de habla hispana, una de las principales desventajas es que gran parte del contenido valioso se encuentra en inglés. Sin embargo, hace un par de años algunos sitios de inversiones en idioma español han ganado terreno y tienen información muy atractiva. Y estos últimos los podemos ir complementando con canales de Youtube y Facebook que tienen muy buenos posteos de profesionales que son de mucho renombre y trayectoria.

El fin de esta columna es ayudarlos a ordenarse. Por esto, les quiero compartir cierta rutina que tengo en mi día a día para informarme, seguir los mercados y analizar bien antes de tomar cada decisión. En ese sentido, pongo a disposición de ustedes parte de “mis secretos” para tratar de ser mejor inversor cada día.

De esta manera, a continuación les enseño mi top five de sitios que chequeo, casi a diario, a la hora de entender lo que más me apasiona a nivel profesional: los mercados.

1. Investing

Sin dudas que es mi sitio de cabecera en lo que se refiere a información de mercados en mi idioma. Con una cantidad de funcionalidades increíbles en materia de calendario económico global, información financiera de acciones y bonos, herramientas de análisis fundamental y técnico, es uno de los sitios líderes a nivel global.

Además, la funcionalidad de las Watchlists (armado de carteras predeterminadas) con alarmas de precios o eventos de activos financieros es, sin dudas, una de sus principales fortalezas.

2. Rankia

Lo que más valoro de este sitio es que tiene columnistas o blogs que son muy profesionales, aportan distintos puntos de vista de los acontecimientos bursátiles y permiten ampliar el espectro de lo que uno analiza.

Además, se ha expandido a países en particular, permitiendo leer contenido fresco y auténtico del mercado que más opera uno como inversor.

La parte de Formación o Capacitación también es interesante, con contenido introductorio muy práctico.

3. Investopedia

Si de capacitaciones y contenidos educativos se trata, Investopedia es el sitio más completo en ese sentido. El único gran problema es que se encuentra en idioma inglés, pero si no tenés inconvenientes con ello, encontrarás aquí absolutamente todo ligado a las inversiones, mercados y finanzas personales.

La parte de educación es totalmente recomendable. Allí encontrarás todo acerca de la renta variable (acciones), renta fija (bonos públicos o privados), fondos mutuos, ETFs, monedas y hasta criptomonedas. También tendrás un gran contenido conceptual sobre cómo analizar empresas, desde sus balances hasta el flujo de caja libre (cash flow), pasando por modelos de valuación, de múltiplos y todo lo que a uno le va interesando a medida que es atrapado por el mundo bursátil.

Y una cosa más. Este sitio posee un simulador de inversiones en el que podrás practicar, libre de riesgo, cómo es invertir en los mercados.

Consejolos simuladores sirven para entender a los mercados y tratar de minimizar las pérdidas cuando uno intenta comenzar a invertir. Sin embargo, todo individuo que simula una cartera con dinero no real tiende a tomar decisiones más arriesgada de las que su perfil permite y que tomaría cuando el dinero sí es real. Por lo tanto, los resultados que uno obtenga en el mercado simulado puede llevarnos a una sobre confianza cuando enfrentamos la realidad de las bolsas con nuestro ahorro. Hay que tener cuidado en ese sentido y no te dejes llevar por una euforia que podría estar sesgada.

4. CNBC

Esta página estadounidense combina varias cosas interesantes en un solo lugar:

a) Información completa sobre todas las variables financieras.

b) Noticias de actualidad de empresas, economías y bolsas.

c) Columnas educativas.

d) Ideas de inversión.

e) Posibilidad de armado de Watchtlists.

Este último punto es el que más utilizo yo.

Tengo armadas como quince carteras con activos financieros que comparten distintas características y que me sirve para tener una rápida visión de cómo están los mercados y determinados sectores. El mundo de las inversiones y activos financieros es amplio y, diría, casi infinito.

Si queremos ser buenos inversores, debemos entender que no somos capaces de abarcar todo el mercado. Hay que priorizar los activos que tenemos en nuestro horizonte y que son objetivo de inversión para nuestra cartera.

5. Finviz

En términos de datos e información comprimida y bien organizada y segmentada, es de lo mejor que hay en el mundo de Internet. Tiene su versión freemium y la premium, que lógicamente es paga. Con la parte freemium, en una primera instancia, está más que bien.

Valoro centralmente dos cosas de este sitio:

  • El mapa del mercado, para tener un rápido pantallazo de lo que ocurre en el mundo, Wall Street y en cada sector en particular.
  • Y el screener de acciones, el cual nos permite filtrar compañías por distintas estadísticas cuantitativas y cualitativas en apenas unos segundos.

Como se observa, en la web tenemos un gran flujo de información que hoy juega a favor de cualquier persona que quiere pasar de ser un ahorrista a un inversor. En la actualidad, la tecnología juega a favor de cualquier individuo en ese sentido. Es cuestión de animarse y ponerse manos a la obra.

Con actitud y ganas pronto el interrogante “¿puedo ser un inversor yo?” pasará a ser una simple anécdota cuando te encuentres atrapado por el fascinante mundo de las inversiones y los mercados.

 

Los errores son parte del aprendizaje para invertir mejor

cedears

Soy de los que piensan que tanto en la vida personal como en la profesional hay que manejarse de la misma manera. Si hay algo que comprendí desde pequeño, por lo que me inculcaron en mi seno familiar, es que manejarse con honestidad y reconocer los errores es la manera más fructífera de poder sembrar relaciones duraderas de largo plazo.

Lo mismo aprendí en el plano profesional. Cuando uno está errado, debe ser flexible y reconocer sus errores. Aprende de ellos, los plantea honestamente hacia el otro y mejora su proceder a futuro. Quiero ser honesto con cada uno de ustedes que, de alguna u otra manera, me leen o escuchan cotidianamente.

Cuando comenzó la crisis de la pandemia y tuvo su impacto inmediato, procedí erróneamente a interpretar las cosas. El mercado había mostrado su caída más vertiginosa en el plazo más corto nunca antes registrado: 36% en tan solo 23 días. Busqué en la historia de las correcciones bursátiles lo que podría ocurrir a partir de ese entonces. En base a lo anterior, pensé que el índice S&P 500 podía recuperar hasta un 70% de esa caída previa antes de volver a la senda de la corrección nuevamente.

Me equivoqué.

No solo se recuperó el 70% de la caída, sino la totalidad de la misma. Es más, el S&P 500 está por encima de ese nivel previo. Y ni que hablar si hacemos hincapié en el tecnológico Nasdaq, el cual está un 15% por encima de su máximo de febrero. La recuperación en “V” llegó al mercado, no así a la economía.

¿Cómo puede ser que haya tanta divergencia entre la economía financiera y la economía real? O como en la jerga bursátil se dice entre Wall Street y Main Street. ¿Acaso esta vez es diferente? ¿La historia no se repite? Analizando un poco más en profundidad la situación, llegué a la siguiente conclusión: el mercado está en un máximo histórico por la Covid-19, no a pesar de ella.

La justificación de lo anterior, en mi humilde opinión, no se debe principalmente a que los Gobiernos hayan puesto dinero en los bolsillos de los ciudadanos y éstos salieron a comprar desesperadamente acciones en el mercado. No me puedo imaginar que los ingresos que tienen los trabajadores desempleados se destinen a este fin. Al menos, es imposible pensarlo de esa manera en las economías latinoamericanas. Las familias utilizan esos ingresos para consumir lo básico y elemental, ni siquiera piensan en el mercado. Tampoco me lo imagino en las economías más desarrolladas.

Lo que a mi entender ocurrió es que la pandemia no hizo más que profundizar el poderío de las grandes empresas. No lo digo de manera despectiva ni mucho menos. Sino que las empresas más grandes salieron fortalecidas de este proceso por lo bien que habían hecho su trabajo anteriormente. Esas firmas con tecnologías disruptivas, con una innovación continua y con niveles de endeudamiento muy bajos o nulos son las que captaron una cuota incremental del mercado. No solo fidelizaron los clientes que tenían, sino que sumaron muchísimos más, aquellos que fueron perdiendo las que quedaron en el camino.

Firmas como Apple (AAPL), Microsoft (MSFT), Google (GOOGL), Amazon (AMZN), Netflix (NFLX) Facebook (FB) son los casos más representativos. Sus ventas crecieron, sus ganancias aumentaron y su participación de mercado se incrementó.

Pero al mismo tiempo, nunca antes en la historia hubo tanta ponderación acumulada de las 10 primeras empresas del índice S&P 500. Este top ten representan el 28,5% de la cartera total del índice. Es decir que, entre las 490 empresas restantes, “sólo” se explican el 71,5% del movimiento del S&P 500. Y muchas de estas últimas compañías están muy lejos de los valores que tenían previamente a marzo.

Y son, precisamente, las diez primeras empresas, las que más han consolidado su posicionamiento en la economía mundial como consecuencia de la pandemia.

De esta manera, podemos sacar muchas conclusiones más correctas respecto a lo que está ocurriendo:

    1. Wall Street no ha perdido la cordura ni la racionalidad, sino que los índices están en terreno récord porque quienes impulsan a los mismos son las que ganaron más clientes e ingresos gracias al coronavirus y no a pesar de él.
    2. Esa recuperación del mercado es extraordinaria porque la situación de las empresas así lo son. Nunca antes las 10 primeras firmas del índice tuvieron tanta ponderación en el pasado.
    3. La sensación de que Wall Street está claramente disociado de “la calle o economía real” no está errada. Cuando uno analiza recuperaciones anteriores del mercado tras una recesión o colapso, las que lideraron esos movimientos son empresas que en la actualidad son las víctimas más predilectas del virus: financieras, energía, consumo discrecional, turismo, son solo algunos ejemplos. Así, el desempleo es alto y la ayuda económica estatal nunca antes vista.

Así, debo reconocer que me equivoqué en mi análisis inicial de esta caída del mercado. Como aprendí de mis errores, ahora el valor futuro para la cartera estará dado por develar si esta nueva normalidad de concentración económica de las más grandes llegó para quedarse o si efectivamente la aparición de una vacuna podrá torcer la historia y forzar una fuerte rotación hacia los sectores más relegados en la actualidad.

Me inclino a esto último, pero todavía es un escenario muy incierto aún.

Warren Buffett invierte por primera vez en oro

Son momentos especialmente difíciles para el mundo. La pandemia agudizó las divergencias en las sociedades, sin importar el grado de desarrollo económico que las mismas tengan. El nivel de tolerancia está en su mínimo expresión y la virulencia en que cada una de las fragmentadas partes intenta imponer su visión de los acontecimientos y del futuro que viene es un factor de gran incertidumbre.

En los mercados financieros ocurre algo semejante. De por siempre ha existido una brecha importante entre las dos corrientes de análisis más importantes que cruzan transversalmente las inversiones: fundamental vs. técnico.

Mientras que los analistas fundamentales pregonan que el análisis presente y futuro de los negocios de una firma es la mejor herramienta para determinar cuán distante está el valor del precio del activo (y en definitiva saber si podría ser una inversión rentable), los analistas técnicos descansan en el análisis de los precios pasadas para determinar comportamientos futuros de las acciones. “En los precios está casi toda la información disponible reflejada y estudiando comportamientos pasados que se repetirán en el futuro, es más que suficiente para predecir”, señalan los defensores de esta última corriente.

Ni una cosa ni la otra. Durante toda mi carrera profesional no he visto ningún analista fundamental que tenga un track record (historial) totalmente limpio. En la misma línea, tampoco he conocido a algún analista técnico que tengan 100% de aciertos en los comportamientos de los activos que predicen.

Más allá de eso, en mi caso personal me siento más identificado con el análisis fundamental y la escuela de valor que se vincula con Benjamin Graham y Warren Buffett. De todas formas me permito usar el análisis técnico como una herramienta de timing que me indique si es buen momento de comprar o no un activo que he analizado.

Sintetizando, el análisis fundamental me dice qué debo comprar y el análisis técnico cuándo es el mejor momento para hacerlo.

Retomando la cuestión de los niveles de baja tolerancia, grieta y comportamientos que rozan la falta de respeto, el legendario Warren Buffett también ha sido víctima también de este proceso en los tiempos que corren.

Durante los últimos años, el gurú ha recibido despiadadas críticas de parte de sus principales detractores. El menor rendimiento que el fondo que conduce, Berkshire Hathaway (BRK-B), en la última década respecto el índice S&P500 fue la justificación central a partir de la cual sus críticos señalaron que Buffett no había aggiornado su metodología de selección de activos a los tiempos cambiantes de la actualidad.

Sin embargo, lo que sus detractores no reconocen es que desde que Warren Buffett tomó la dirección y manejo de Berkshire, en 1965, el retorno promedio anual hasta el 2019 fue de 20,3%, mientras que en el mismo período el índice S&P 500 rindió 10%. Así, en palabras simples, en los últimos 54 años el oráculo de Omaha logró el doble de rendimiento anual promedio que el índice más diversificado del mundo.

Pero lo anterior parece no tener mucho implicancia en la actualidad. La soberbia y la prepotencia es lo que más se destaca entre las nuevas “figuras” de los mercados. P

or ejemplo, Dave Portnoy, fundador de Barstool Sports, se volcó a los mercados de acciones cuando la pandemia en Estados Unidos obligó a parar todos los deportes profesionales reduciendo las apuestas online, el negocio principal de Dave, a su mínima expresión.

Después de unas semanas de fuertes ganancias con acciones en el trading diario, la figura de Dave ganó popularidad entre los inversores más jóvenes. Fue el propio Portnoy quien se autoproclamó como mejor inversor de Warren Buffett, a quien llegó a considerar un “tonto” por haberse desprendido de las acciones de las aerolíneas estadounidenses en mayo último.

Ni tonto ni soberbio…

Lejos de ser considerado tonto o novato en materia de inversiones, Warren Buffett ha demostrado ser una de las leyendas bursátiles más humildes del ambiente. Su sapiencia no solo quedó reflejada en su gran track record, sino en su pedagogía y docencia que se desprende de sus palabras en cuanto entrevista se le realiza.

Pero hay más.

A sus 89 años, el pasado viernes (14 de agosto), Buffett volvió de demostrar que siempre es buen momento para seguir aprendiendo e incluso derribar prejuicios sobre impresiones que tenía en el pasado.

“Nunca invertiría en oro. Quien invierte en una onza de oro siempre tendrá esa misma onza a lo largo del tiempo. El oro no da renta ni es utiliza para producir nada”, señalaba el gurú en más de una oportunidad cuando se la preguntaba por el metal.

En el formulario F-13 presentado recientemente ante la SEC, donde se informan los cambios de tenencias de Berkshire Hathaway, se identificó una disminución en las tenencias de JP Morgan y Wells Fargo y una nueva incorporación: la minera Barrick Gold (GOLD).

Aunque uno nunca lo hubiera podido haber anticipado ese movimiento, Warren Buffet decidió mostrar que es humano, flexible y que puede rever estrategias que en el pasado nunca antes consideró con el fin de generar valor a sus accionistas. Influido o no por sus colegas de directorio y/o comité de inversión, Buffett manda una nueva señal que sorprende al mercado.

Lejos de ser soberbio e inexperto, quizás el oráculo de Omaha se está preparando para lo que viene a nivel global luego de la masiva emisión de dinero que se hizo para superar la pandemia.

Si no tomaste nota para tu portafolio, quizás debería ser el momento de hacerlo.