5 razones por las que el valor del blue es importante

Con el mercado cambiario bajo presión nuevamente y con una brecha entre el dólar oficial y el informal en 80%, los pronósticos sobre cuánto debería valer el blue a fin de año están a flor de piel.
 
Es innegable que la ansiedad por fugarse del peso argentino y buscar cobijo en la moneda estadounidense es el camino que elije una gran cantidad de inversores que tienen excedentes monetarios en moneda local.
 
Al momento en que escribo esta columna, el dólar informal cotiza en niveles de $ 15,35, un valor récord histórico. A pesar de esto, la divisa pareciera que no encontrará un techo en lo inmediato si las actuales condiciones persisten.
 
Si me preguntan a cuánto estará el valor del dólar informal para fin de año, mi respuesta es “no lo sé”. Desde ya que tengo hecho mis análisis al respecto, cruzando distintas variables económicas y obteniendo proyecciones sobre cuál debería ser el valor de equilibrio de la divisa.
 
¿Pero acaso es esto relevante en estos momento?
 
NO.
 
En condiciones de relativa estabilidad, aún considerando las variables actuales, el dólar a $ 15,35 está caro, no es el de equilibrio.
 
Pero en estos momentos poco tiene que hacer el análisis de proyección del dólar en base a los fundamentos. La inercia de fuga del peso es tal que nada importa, ni el nivel de reservas, ni el nivel de inflación, ni de emisión monetaria, etc..
 
El mercado está lanzado. Ningún análisis, por más serio que sea, tiene la capacidad de eliminar el margen de error en la proyección de un valor justo para el dólar hoy en la Argentina.
 
Lo que es extraño y llama la atención es la ignorancia de la administración central en torno a este tema. Esa ignorancia se da tanto desde lo discursivo como en los hechos. Nadie parece medir las consecuencias sobre esta corrida contra el peso.
 
Esta salida masiva se da no solo en el mercado informal, sino en canales formales como el dólar MEP y el contado con liquidación.
 
Nuevamente, me sorprende la falta de abordaje de este tema por parte del Gobierno ya que existen razones concretas para ocuparse de esta situación.
 
Al menos, reconozco en estos momentos cinco claves de relevancia de por qué el blue importa…y mucho:
 
1. El blue opera sobre el mecanismo de formación de precios del productor o intermediador, ya que los procesos productivos tienen, en muchos casos, un alto componente de insumos importados. Esto aviva la inflación.
 
2. También opera sobre las expectativas del consumidor. Si sabemos que el dólar sube y sube, estamos dispuestos a postergar consumo para hacernos de dólares hoy y mantenerlos por un período de tiempo relativamente largo, evitando el consumo actual y golpeando más el ya alicaído nivel de actividad.
 
3. Acelera la expectativa de devaluación del tipo de cambio oficial ya que al agrandarse la brecha cambiaria se da por sentado de que es necesaria una corrección del “oficial” para volver la brecha a valores más cercanos al promedio.
 
4. Se acelera la inflación ya que los pocos sectores que acceden al tipo de cambio oficial para pagar sus importaciones trabajan con escenarios de que el dólar oficial saldrá más caro en el futuro y el costo de reposición de sus importaciones será mayor, por lo que tratan de cubrirse de este efecto actuando con suba de precios hoy.
 
5. Acelera la sangría del BCRA en la cuenta de turismo. Por un lado, se amplía el desincentivo de que extranjeros liquiden sus dólares vía el mercado formal, por lo que no ingresa un sólo dólar a las reservas. Por el otro, el turismo hacia el exterior se acelera, anticipándose a una futura devaluación del oficial, generando mayor salida de dólares del BCRA.
 
Los anteriores se tratan de, al menos, cinco factores (y costos) que el Gobierno debería considerar cuando ignora lo que ocurre en el mercado cambiario informal.
 
Cuanto más la ignorancia, mayores son los costos. 

 

Qué sabe el mercado que nosotros desconocemos

Argentina entró formalmente en default el 30 de julio último. Más allá de la voluntad de pago del Gobierno, los fondos no llegaron a mano de los acreedores y los cupones del bono de Descuento en dólares Ley Nueva York no fueron pagados.
 
Eso es historia sabida.

 

 
A partir de entonces el flujo de noticias en torno a esta situación ha sido realmente importante. Hagamos un breve reconto:
 
– Primero nuestro ministro de Economía calificó al evento de incumplimiento como “pavada atómica”.
 
– Luego la Asociación Internacional de Derivados y Swaps (ISDA en inglés) declaró el default propiamente dicho y dispuso una subasta del pago indemnizatorio por el incumplimiento de contratos para el 2 de septiembre.
 
– También supimos ser testigos de las negociaciones que bancos extranjeros llevaron a cabo con los “fondos buitres” y que no llegaron a buen puerto.
 
– Finalmente, hace unos días, la presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner anunció el envío al Congreso de la Nación de la Ley de Pago Soberano buscando que se reemplace el lugar de pago de los bonos ley NY por la plaza local.
 
Realmente todo es muy intenso. Y ni siquiera ha transcurrido un mes desde el default a la fecha. Algunos optimistas mantienen la posición esperanzadora de esperar hasta el 1 de enero de 2015, fecha en que cae la cláusula RUFO (Rights Upon Future Offers), para que el Gobierno encare una negociación final con los denominados buitres y solucionar el problema de una vez por todas.
 
Sin embargo, soy algo escéptico con esta posición.
 
Pensando en voz alta digo, ¿cuál es el incentivo que tiene el Gobierno de arreglar con los holdouts cuando las encuestas marcan que la imagen de la mandataria argentina se fortalece cuanto más obstinada es su lucha contra los buitres que quieren apoderarse de la patria?
 
Realmente ninguno.
 
De continuar estos réditos políticos personales, la situación puede quedar indefinida hasta la llegada del próximo Gobierno. De todas formas la realidad económica y social pone un límite a ese comportamiento y sabemos que 14 meses en Argentina hoy (cuando se celebran las elecciones presidenciales) son realmente una eternidad.
 
El ritmo de deterioro de ciertas variables económicas es muy preocupante. Y se tratan de variables muy sensibles para el común de la gente.
 
La disparada del dólar blue en torno a $ 14, pese a que lo nieguen, tienen un pesado y negativo efecto sobre las expectativas inflacionarias y de la actividad en general. Omitir este efecto es como querer, una vez más, negar la realidad.
 
Un país donde las expectativas son negativas no puede salir del preocupante nivel de “estanflación” en el que nos encontramos. Ya ni siquiera la caída del nivel de actividad es capaz de poner un freno a la tasa de inflación. Por el contrario, esta última se acelera sin importar lo que acontece con la caída, ha tomado inercia propia.
 
La situación de crisis está lejos de ser comparable con la acontecida en 2001, pero a medida que los problemas se agudizan, el panorama luce realmente más sombrío.
 
Sin embargo, pese a esta coyuntura, el mercado todavía no está “priceando” un escenario de caos económico total. 
 
Es cierto, los activos argentinos bajaron (acciones y bonos), pero lejos están de un derrumbe generalizado considerando el gran alza que habían mostrado en los meses previos.
 
A modo de ejemplo, el ADR de Galicia sólo bajó un 15% desde que se declaró el default, un nivel que no indica la apocalipsis. Y en el mercado argentino la acción subió por el efecto del alza del “contado con liqui“.
 
Realmente hay algo que el mercado sabe o apuesta y que el inversor común no puede descifrar.
 
Quien les habla tampoco.
 
Si es una cuestión concreta, bienvenida sea y aplaudiremos el final feliz. Ahora bien, si todo se basa en esperanza y fe y finalmente ninguna negociación en puerta emerge para encauzar la situación, entonces sí podemos ver una caída acelerada de los activos.
 
El mercado tiene paciencia. La pregunta es hasta cuando.
 
El tiempo dirá…

Los efectos del default en 5 gráficos

Hace exactamente una semana escribía un artículo titulado El costo de un nuevo default para la Argentina en donde precisaba la dinámica de los efectos que se podían suceder en caso de que el país ingresara en un nuevo incumplimiento de su deuda pública.
 
Como en aquella ocasión, repito, las magnitudes de los incumplimientos de 2001 y 2014 no son comparables, pero ambos comparten una características en común: la incertidumbre.
 
De acuerdo a cómo se dieron los acontecimientos durante la última semana, el Gobierno ha radicalizado su postura contra los fondos buitres, el juez Griesa y el mediador Pollack. Todo esto indica que en el corto plazo no es probable que se alcance un acuerdo. Los incentivos son bajos. La nueva fecha límite es el 30 de septiembre, cuando se arribe al vencimiento de los intereses del bono PAR.
 
Las expectativas, entonces, están puestas en un posible acuerdo entre privados.
 
Mas allá de esto y de la retórica de las palabras de los funcionarios argentinos señalando que el país no está en default, las consecuencias del incumplimiento ya se están haciendo sentir.
 
La semana pasada señalé que los primeros efectos se verían por el lado financiero, para luego, de proseguir con el incumplimiento, tener su impacto sobre la economía real.
 
Y en el sistema financiero ya se han manifestados los impactos negativos.
 
Analicemos esto en cinco gráficos.
 
1. Riesgo País. Después de haberse ubicado en niveles por debajo de los 600 puntos básicos, ante el default generado el 30 de julio el riesgo país salto por encima de los 700 puntos básicos nuevamente. Esto es un indicador directo del riesgo que implica invertir en Argentina y se trata del costo de financiamiento que deben afrontar la Nación, provincias y empresas en caso de que el mercado voluntario de deuda estuviera abierto.
 
Para tener una idea de cuán riesgosa es Argentina hoy, Brasil ostenta un riesgo país tres veces inferior mientras que para Chile este indicador se ubicar en niveles de 130 bps.
 
 
2. Contado con Liquidación. Este concepto surge del dólar que relaciona un activo financiero que cotiza en el mercado local con la cotización del mismo activo en los mercados de Nueva York. Básicamente es una medida que indica cuánto esta dispuesto un inversor pagar el dólar para sacarlos del país. Cuanto mayor es el dólar de contado con liqui, más riesgo percibido. Antes del default este dólar oscilaba los $ 9,70 / $ 9,80. Hoy está en $ 10,30 y subiendo.
 
 
3. Dólar Blue. Es cierto que el volumen del dólar informal no es tan representativo, pero también es real que el nivel de transacciones viene aumentando, sobre todo en momentos de mayor incertidumbre. Y el dólar informal tiene un impacto directo en la formación de expectativas. Muchos formadores de precios que importan bienes establecen su precio en base al valor de reposición de los bienes en base a este dólar. Desde principio de junio la tendencia es creciente y acelerándose en los últimos días para ubicarse cerca de $ 13. Mayor valor del blue, mayor presión inflacionaria.
 
 
4. Credit Default Swap (CDS). Los CDS son coberturas contra un default que toman los inversores en contratos privados. Es cierto que no tiene implicancia directa en lo inmediato, pero a mayor prima del CDS más probabilidad ven los inversores de un default. Esto es, más riesgo percibido y más tasa de rendimiento reclamarán al país en el caso de una nueva emisión de bonos.
 
Los CDS con vencimiento a 5 años dieron un salto exraordinario el día viernes 1 de agosto.
 
 
5. Tasa Interbancaria. Por último, también se comenzó a vislumbrar cierta presión alcista sobre las tasas de interés domésticas en pesos. La primera en reaccionar fue el “call money” o la tasa interbancaria, que es la que se cobran los bancos por préstamos de cortísimo plazo, hasta siete días, para cubrir cuestiones puntuales de liquidez. El salto en esta tasa fue evidente el viernes y, de persistir, tendrá su impacto en las tasas de interés de financiamiento de consumo e inversión.
 
 
Como observamos, el sistema financiero ya reflejó la mayor incertidumbre que generó el default. De no ser resuelto en breve, la economía real comenzará a recibir las consecuencias negativas de este proceso.
 
Y eso es algo que no le conviene a nadie por sus impactos económicos y sociales.
 
(*) Fuente de los gráficos: Ambito.com y Deutsche Bank

El costo de un nuevo default para Argentina

Por Diego Martínez Burzaco

Escribo esta columna con el riesgo de que quede obsoleta en cualquier momento, tal vez horas, si efectivamente llega un acuerdo de último momento entre el Gobierno y los holdouts para evitar el default (incumplimiento de pagos de deuda) el 30 de julio próximo.

Ojalá así sea, todos saldríamos favorecidos.

Porque si bien es cierto de que poco tendría que ver la magnitud de este default con el ocurrido en 2001, ya que la deuda involucrada en esta oportunidad es apenas el 1% del monto al momento del estallido de la Convertibilidad (US$ 1.330 millones vs US$ 102.000 millones), existen impactos negativos comunes a ambos procesos.

Y la actual administración gobernante sabe de aquellos costos que implicará un nuevo incumplimiento. Si realmente no tendrían un efecto nocivo de gran magnitud sobre la actividad económica no destinaría tanta energía en su ataque hacia los “buitres”, el sistema capitalista extremo y la justicia neoyorquina sintetizada en la figura del juez Griesa.

Seria interesante analizar qué hubiera pasado durante los últimos 45 días si el Gobierno utilizaba esa energía para encauzar las negociaciones, buscar caminos innovadores y lograr una solución que no comprometa la situación económica de corto plazo ni la sustentabilidad de mediano plazo.

Esto, hasta el momento, no ha ocurrido. Nuevamente reitero, ojalá llegue ates del 30 de julio.

Las esperanzas se achican. El argumento oficial de señalar que Argentina no entrará en default porque ha instrumentado los pagos correspondientes al vencimiento de deuda, desligándose de la responsabilidad de si el dinero llega o no a los acreedores, es como decir que la Selección ganó la Copa del Mundo porque Messi definió de manera perfecta su jugada en la final contra Alemania y la pelota no entró por algo ajeno al jugador del seleccionado.

Es como querer interpretar una realidad distinta a la que realmente es. O, simplemente, volver al recurrente ejercicio de la negación.

La realidad indica que se entrará en default el 30 de julio si no hay acuerdo.

¿Qué implica para todos nosotros?

El primer canal de impacto es lo financiero. Precios de bonos y acciones bajan, suben los costos de financiamiento e imposibilita acceder al escaso crédito externo que tenían a disposición algunas empresas argentinas. Un caso puntual es YPF que recientemente había colocado US$ 1.000 millones a 8,75% bajo un bono a 10 años con legislación neoyorquina. Sí, leyó bien, legislación de Nueva York.

Otro canal de impacto es la mayor presión cambiaria. La incertidumbre, sumado a un nivel de inflación sin precedentes para la era kirchnerista, agudizara la demanda de dólares, en un país donde la divisa escasea. Para contener la suba de la moneda estadounidense, habrá que seducir a los ahorristas con alzas en las tasas de interés internas para que no vuelquen sus pesos hacia un refugio extranjero. Esto afectará, tarde o temprano, al financiamiento de capital de trabajo de empresas en el ámbito doméstico.

En relación al consumo y la inversión, un default es sinónimo de mayor incertidumbre. Y cuando ésta aumenta, ambas variables se ralentizan o paralizan. Se postergan planes de consumo e inversión hasta encontrar un escenario menos beligerante. Falta la confianza. Todo esto impacta en la actividad.

La velocidad de ajuste de estos impactos es distinta. Lo financiero es inmediato, lo real tiene un desfasaje, pero llega.

Y esos costos los pagamos todos. Tarde o temprano, la cuenta se paga.

Se pueden evitar con audacia y valentía política de afrontar los problemas y no patearlos para adelante. Espero, como señalé al principio, que esta columna quedé obsoleta antes del 30 de julio. Esto indicará que todos hemos ganado con el problema resuelto.


Para los economistas, no existe un “default controlado”

Nota publicada en El Cronista Comercial con participación propia
 
Desde la oposición y el propio oficialismo reconocen que el término ni siquiera existe en el mundo financiero.  Dicen que desde Economía se lo busca relacionar con la idea que una cesación de pagos no generaría un escenario catastrófico como el de 2001.
 
“El Gobierno va hacia un default controlado”. Nadie se adjudica la frase y tampoco está claro quién quien fue el primero en usar el término en la discusión sobre la negociación de la deuda argentina, pero lo cierto es que la idea de “default controlado” empezó a rodar y creció cual bola de nieve. Muchos hasta pensaron que el término existía en los libros de economía y finanzas. Pero hacia allí fueron en busca de una definición y nada encontraron.
Cronista.com consultó a economistas y especialistas en finanzas y mercados que, provenientes tanto de la oposición como el oficialismo, coincidieron en señalar que el término “default controlado” no tiene una definición académica.
“La verdad que se trata de una terminología que no existe en los mercados globales ni en el mundo financiero. Si no se paga, es un default liso y llano, ya que no se puede aludir al juez (norteamericano Thomas) Griesa o el BONY como los culpables”, analizó Diego Martínez Burzaco, economista en jefe de Inversor Global.
Advirtió además que “un default tiene consecuencias primero desde lo financiero, con caídas de acciones y bonos”, a lo que se suman “encarecimiento de la tasa de interés y presiones sobre el dólar”. “Todo eso se traslada, después de un tiempo, a la economía. Las empresas encuentran más costos para financiar su capital de trabajo y los consumidores deben enfrentar unencarecimiento del préstamos al consumo”, analizó.
“Controlado es una expresión de deseo”, aseguró por su parte Rodrigo Alvarez, economista y director de la consultora Analytica y subrayó que “la macro no se bancaría este escenario”.
Alvarez señaló que “si a fin de mes el pago no se cumple, este no va a ser un default distinto a los default tradicionales”. “Vamos a tener una mayor presión sobre tipo de cambio y volverán las expectativas de devaluación. En un escenario macro te comiste la competitividad que lograste tocando el tipo de cambio en enero”, evaluó.
Sostuvo que el Gobierno busca imponer la idea de que “no va a ser el default con las mismas implicancias  que en 2001. El gobierno está llegando con cero margen de maniobra solo ajustó la tasa de interés, el tipo de cambio y sigue sin solucionar temas como inflación y el problema fiscal”.
“Con default controlado o no, no accedes al mercado de crédito”, pronosticó.
En sintonía, Esteban Domecq, director de Invecq Consulting SA, comparó un intento de “default controlado” con “algo así como venir por la ruta a alta velocidad y volantear para salirse del camino intencionalmente”.
“Esta maniobra de por sí es muy delicada, porque si algo sale mal, no solo te saliste del camino, sino que probablemente también vuelques y/o colisiones”, apuntó y consideró que los sucesos de los últimos días, con negociaciones que no avanzan entre las partes reflejarían “que el Gobierno está barajando con mucho optimismo la idea de no negociar con los buitres, entrar en default técnico de manera ‘controlada’ y luego plantear nuevos mecanismos para seguir con los pagos de la deuda reestructurada”.
Cerca del oficialismo también reconocen que el tal “default controlado” carece de una definición técnica que explique que podría englobar. Si bien niegan ser padres del término, reconocen que desde el Ministerio de Economía se buscaría dar la idea de que la situación que podría desatar una caída en default hoy no es para nada comparable con el desastre ocurrido en 2001, que incluyó corridas cambiarias, recesión y confiscación de depósitos, entre otros puntos.
En diálogo con Cronista.com Agustín D’Attellis de La Gran Makro, consideró que el término “es un raro invento” en medio de una negociación que nunca se dio y que genera que “todo lo que pasa sea inédito”. Es tratar de configurar algo que es totalmente inédito. Pero ‘default técnico’, si hilamos, fino tampoco existe”, sostuvo y opinó que lo que se trataría de decir es que Argentina entraría a fin de mes en una cesación de pagos en la que el impacto sobre la economía sería limitado.
Y agregó “es importante destacar que de entrar Argentina en un default técnico el 30 julio, en ningún momento se presenta un escenario catastrófico. Las variables económicas son otras en comparación a 2001, principalmente en cuanto a una economía desendeudada”.
Al ser consultado sobre desde que sectores habría surgido el término, D’Attellis dijo desconocer quién fue el primero en tirarlo al ruedo, aunque consideró que desde Economía se buscaría “quitar de encima el emparentamiento de la gente con un cuadro catastrófico”. Argentina no va a negociar porque no puede por la cláusula RUFO, que le generaría una oleada de juicios. Creo que va a preferir default técnico unos meses”, analizó.
El economista Fernando Camusso fue directo y apuntó: “Sin perjuicio de la capacidad de respetables profesionales que opinaron sobre la posibilidad de organizar un default táctico o controlado, creo que el riesgo a sumir es sumamente alto e imposible de medir y acotar”.
“Entiendo que se hable de default técnico dado que en realidad lo que se quiere mostrar es que existe capacidad de pago y que por lo tanto no se debe a un default pleno como en el 2001, sino a un fallo de la justicia norteamericana. Sin embargo, técnicamente solo existe default, lo otro lo agregamos a conveniencia. No debemos subestimar los costos socio-económicos de un evento de esta naturaleza”, advirtió.

Argentina: El deja vú de la curva invertida

Mucha agua ha corrido bajo el puente en los últimos días en relación a la disputa legal que mantiene Argentina con los holdouts (acreedores que no ingresaron a la reestructuración de deuda) en la Justicia de Nueva York.
 
La situación ha pasado frenéticamente de un extremo al otro con pocas definiciones concretas en torno a cómo se dirimirá la cuestión.
 
En particular he sacado dos conclusiones a partir de los últimos acontecimientos:
  1. Argentina entrará en un “nuevo” default el lunes 30 de junio al no pagar los intereses de la deuda emitida bajo ley Nueva York.                                                                                                  
  2. El país llegará un acuerdo con los “fondos buitres” tarde o temprano.
Más allá de lo anterior, al ver el mercado podemos sacar una conclusión más concreta: la paradoja de la “curva invertida” (nuevamente) de rendimiento de los bonos en Argentina.
 
¿Qué implicancia tiene esto?
 
Cuando en finanzas e inversiones se estudia la relación entre el retorno de un bono y su vencimiento, la teoría nos indica que cuanto más largo es el bono, más rendimiento (TIR) debe tener.
 
Esto se debe básicamente a que como los pagos futuros que hace este bono están más espaciados en el tiempo, eso genera mayor incertidumbre sobre la posibilidad de recibir dichos pagos y, como consecuencia, el inversor reclama mayor retorno por aceptar esa prima de riesgo.
 
Pero claro, como en todos las ocasiones, existen excepciones.
 
En este caso es la Argentina y su “curva invertida” de rendimiento de los bonos.
 
¿Qué es esto?
 
En términos simples implica que un bono de corto plazo tiene un rendimiento mayor que otro de largo plazo. 
 
Pero ¿en este caso se estaría rompiendo la regla expuesta anteriormente de que a mayor plazo del bono, mayor debe ser el rendimiento’.
 
Sí. 
 
Y esto se explica por la amenaza de un nuevo default (cesación de pagos). Cuando el emisor de la deuda enfrenta limitaciones para hacer los pagos de su deuda en el corto plazo, se trate por cuestiones propias o de terceros, es normal que los bonos de cortísimo plazo sean más castigados que los bonos de largo plazo.
 
Esto se debe a que se especula que los bonos más largos tienen más tiempo de recuperarse en caso de concretarse un default y que tienen menos para perder por sus menores paridades en el caso de una futura reestructuración.
 
Y esto es lo que refleja el mercado de bonos soberanos argentinos en la actualidad:
 
Como se observa, mientras que el Boden 2015 (RO15), que vence en octubre de 2015, tiene un rendimiento de casi 11% en dólares con una duration (plazo promedio ponderado) de algo más de 1 año, el Bonar 2024 (AY24), el bono recientemente emitido para compensar a Repsol por la expropiación de YPF, rinde 10,5% con una duration de 5 años.
 
Razonamiento similar podemos hacer con el segundo bono más corto en dólares, el Bonar X (AA17), que tiene una duration de algo más de 2 años y un rendimiento de 10,25%.
 
¿Es acaso irracional?
 
No tanto. Nuevamente, en este tipo de situación de distress, el mercado reacciona con estos “desarbitrajes”.

Sin embargo, la situación es sustancialmente distinta al 2001 cuando se declaró el mayor default de la historia.
 
Si piensa que la sangre no llegará al río finalmente, entonces apostar al Boden 2015 y Bonar X para hacerse de dólares y una renta interesante, con los riesgos del caso, pueden ser una movida inteligente.

¿Qué hacer con los bonos? ¿Comprar, vender o esperar?

Nota publicada en el Cronista.com
 
El economista en jefe de Inversor GlobalDiego Martínez Burzaco, sostuvo hoy que  “claramente” el mercado argentino “va a tomar a la baja, como ya está ocurriendo” la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de rechazar las apelaciones argentina en el caso contra los fondos buitre.
“Este escenario no estaba entre los planes y las cotizaciones de los activos argentinos así lo muestran. Creo que si uno tiene bonos argentinos legislación local, no los vendería”, aconsejó el economista.
En diálogo con Cronista.com, Martínez Burzaco consideró que los inversores debería “esperar a que haya definiciones concretas y dejar pasar el ruido de corto plazo”.
Sin embargo, aclaró que “en el caso de los bonos ley norteamericana es distinto. Hay más riesgo. En el caso de las acciones si hay acumulada una fuerte ganancia vendería y lo vería de afuera. No compraría en este momento”.
El economista consideró que el Gobierno va a mostrar “un discurso muy agresivo contra la justicia de Estados Unidos”, aunque sostuvo que lo más importante “más allá de la retótica del discurso es ver los hechos”.
“Lo más racional sería sentarse a negociar. Y creo que no quedará otra alternativa.  Hoy el escenario de corto plazo es difícil e incierto. Pero la pelota está del lado de Argentina y salir de esta confusión depende de una decisión política más que económica. Hay que ver si la toman”, apuntó.

Qué hacer con la plata: un menú para conservadores, medidos y arriesgados

Especialistas en finanzas aconsejan las mejores alternativas para inversores que intentan ganarle a la inflación.
 
Nota publicada en Cronista.com
 
Ante la actual incertidumbre económica por la que atraviesa el país, muchas personas no saben muy bien qué hacer con su dinero. Especialistas en finanzas compartieron con Cronista.com las que consideran las mejores alternativas para inversores conservadores, medidos y hasta los más arriesgados en su carrera contra la inflación.
“Claramente para todos los casos quedarse con pesos en la manos es la peor opción”,señaló de manera contundente el economista jefe de Inversor Global, Diego Martínez Burzaco
“Hemos pasado un par de meses de tranquilidad después de los saltos vividos en el mes de enero. Sin embargo, en líneas generales la demanda de dólares continúa latente y la oferta no crece. Por lo tanto, de no haber un cambio de fondo, seguirán las presiones sobre el precio de la divisa”, explicó.
“Al que quiere resguardar su dinero, que dolarice sus ahorros lo máximo que pueda. Al que quiere ganar dinero seguro, que invierta en algunos bonos dólar linked o bonos corporativos de alta calificación. Y al que está dispuesto a tomar riesgos, que compre bonos soberanos en dólares y acciones argentinas”, recomendó.
“El mercado cambiario, claramente seguirá bajo presión. Y vamos a ver un dólar oficial entre un 15% y 20% más caro a fin de año. El mercado bursátil creo que se tomará una pausa para digerir la gran suba en pesos que hubo para después volver a seguir la evolución alcista del dólar hacia fin de año”, alertó.
Por su parte, y siguiendo la misma línea, el consultor y analista de Pronóstico Bursátil Marcelo Trovato consideró que “mientras no se bajen expectativas tratando los problemas de fondo, emisión, gasto público, e Inflación, el tipo de cambio seguirá sufriendo la ampliación de la brecha cambiaria y terminar por generar una nueva devaluación del oficial”.
“En todos los casos, los tiempos son fundamentales. En primer lugar, el único activo con suba segura y sin perdida de poder adquisitivo es el dólar”, opinó.
“De mediano y para obtener alguna renta, (invertir en acciones de la empresa) Tenaris por su ligazón con Italia, puede ser opción. Y riesgo puro, hasta tanto no se conozca la Ley de Hidrocarburos, es invertir en YPF”, apuntó.
“En todos los casos, salvo la inversión en dólar fisco, el riesgo radica en la inminente corrección de los mercados mundiales”, advirtió.
Desde Invertir Online, el gerente de Inversiones, Alejandro Bianchi, aconsejó que “para el resguardo del dinero, los bonos argentinos en dólares, como el RO15 siguen siendo una buena opción, con tasas cercanas al 10% en dólares”. 
“Para ganar dinero en forma segura, hoy la mejor alternativa en pesos es la suscripción de Lebacs. Estas letras del Banco Central están garantizadas 100% por la institución y por ende son mejores que el plazo fijo, que lo está sólo hasta los $ 120.000. Invertironline desarrolló una plataforma para que los inversores retail puedan ingresar en estas licitaciones con montos a partir de los $10.000. El mencionado incremento de tasas llevado a cabo por el Central, hace al instrumento muy atractivo y supera al plazo fijo en 6%, llegando a pagar hasta un 28% en plazo de 160 días”, detalló. 
Y por último para los que están dispuestos a tomar riesgo, recomendó “las acciones de las empresas eléctricas, subvaluadas internacionalmente por las tarifas congeladas, podrían dar un vuelco si cambia el modelo en 1 o 2 años”. 

La paradoja de la FED: sube absolutamente todo!

Después de unos meses de dejar desatendido este blog he decidido volver a tomar el toro por las astas y comenzar a revivirlo con contenido propio.
 
Si bien ha pasado mucha agua bajo el puente en la economía global desde mi último post, lo que prácticamente no se ha modificado es la tendencia de los dos mercados más importantes de los Estados Unidos: el de acciones y el de bonos.
 
La tendencia fue claramente alcista.
 
Cuando promediaba mis estudios universitarios, dando mis primeros pasos en el aprendizaje de la economía y las finanzas, recuerdo haber leído en más de una oportunidad, en libros de textos o papers, a más de un prestigioso economista y/o analista de mercado señalar el comportamiento opuesto que históricamente mostraban las acciones y los bonos del Tesoro estadounidense.
 
El argumento principal era el siguiente:
 
“Cuando los inversores sienten el riesgo y tienen en pánico, es lógico ver un movimiento masivo de venta de acciones (haciendo retroceder a los mercados) que fluye a los bonos del Tesoro estadounidense, incrementando su demanda, haciendo subir sus precios y disminuyendo sus rendimientos. Estos activos son utilizados como un refugio seguro hasta tanto pase el vendaval que originó la venta de acciones. De esta manera, mientras que los mercados de acciones bajan, el mercado de los Treasuries sube. Es decir, se mueven en dirección opuesta.
Con el mismo razonamiento, cuando observamos una mayor tolerancia al riesgo de los inversores, se produce el movimiento contrario. Se venden los bonos del Tesoro, sus precios caen, para comprar acciones, generando una suba en las bolsas. Nuevamente, ambos mercados se mueven en dirección opuesta.”
 
Hasta aquí todo muy entendible e intuitivo.
 
Pero entonces cómo explicamos el siguiente gráfico entre el S&P 500 (rojo) y el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años (azul):
 
 
En los últimos 5 años, el S&P 500 duplicó su valor y alcanzó un récord histórico. En el mismo período, el rendimiento del Treasury a 10 años bajó casi un 25% (o lo que es lo mismo, el precio de los bonos subió).
 
Esto quiere decir que tuvimos tanto un bull market en acciones como en bonos, contradiciendo la teoría mencionada anteriormente.
 
¿A qué se debe?
 
Pura y exclusivamente a la Reserva Federal. La extraordinaria política monetaria expansiva ha generado, por un lado, una deflación en los rendimientos de todos los instrumentos de renta fija del mercado, incluidos los bonos del Tesoro americano. Por otro lado, ha generado una gran inflación en los precios de los activos financieros de la categoría de renta variable (acciones). De esta manera, ambos mercados (acciones y bonos) tuvieron una fabulosa expansión alcista.
 
¿Es acaso racional esto? Para lo que se había vivido antes de la crisis de 2007 claramente no lo es. Sin embargo, ahora parece el estado más lógico y “normal”.
 
De cara al futuro, los agentes actúan pensando que esta política de la Reserva Federal se mantendrá para siempre (o al menos por un período de tiempo relativamente largo). Esto es lo que aumenta los riesgos de cara al futuro.
 
Si no es un inversor cortoplacista y se focaliza más allá de dos o tres años vista, una estrategia “racional” a ejecutar sería apostar a la vuelta de la “antigua normalidad” en términos de rendimientos de los bonos del Tesoro.
 
Allí, jugarle a una baja en estos instrumentos no sería alocado. 
 
Al menos, con una parte de sus ahorros.



Advierten que habrá otra devaluación si no se facilita la entrada de dólares e inversiones

Entrevista que me realizó el sitio Noticias Argentinas
 
El economista Diego Martínez Burzaco señaló que el gobierno “probablemente necesitará devaluar nuevamente” en el segundo semestre del año y señaló que “aún faltan tomar medidas de fondo” para frenar la inflación y recuperar divisas del Banco Central
 
El economista Diego Martínez Burzaco advirtió que el gobierno “probablemente necesitará devaluar nuevamente” en el segundo semestre del año y señaló que “aún faltan tomar medidas de fondo” para frenar la inflación y recuperar divisas del Banco Central.
 
Martínez Burzaco, economista jefe de la consultora Inversor Global, explicó que “se necesitaría una posible devaluación si los esfuerzos para contener la emisión y el gasto público no alcanzan y se incrementa el déficit fiscal”.
 
En una entrevista con la agencia Noticias Argentinas, dijo que las recientes medidas cambiarias “principalmente sirvieron para parar la inestabilidad del corto plazo de dólar,que repercutió fuertemente en la inflación”.
 
El analista consideró que algunas de las medidas tomadas “fueron en la dirección correcta”, aunque advirtió que “se necesita un cambio de fondo que aún no fue resuelto”.
 
Dijo que se requiere que haya una “oferta de dólares sistemática y genuina que engrosen y que haga cambiar la actual debilidad de las reservas”.
 
En su opinión, “todas las medidas para el incremento en la oferta de dólares son coyunturales,como obligar a los bancos a bajar sus depósitos en dólares o pedirle a las cerealeras que adelanten las exportaciones, y no pueden persistir en el tiempo”.
 
Martínez Burzaco señaló que “una de las formas genuinas de obtener dólares puede venir por el lado productivo, otorgando incentivo para diversificar exportaciones o generar un clima de mayor confianza para que vengan inversiones”.
 
Agregó que en el sector financiero el gobierno “debería flexibilizar o modificar “la norma que obliga a los que vienen a invertir a un encaje del 30% del capital, durante tres años, lo que los obliga a tener inmovilizado ese dinero”.
 
El economista alertó que cuando entren en vigencia los aumentos que se acordaron en las paritarias “seguramente vamos a tener un nuevo repunte de la inflación, porque muchos empresarios querrán trasladar ese mayor costo a precios, sabiendo que si la oferta no responde se va a justar por precio”.
 
El economista criticó el programa de Precios Cuidados, al señalar que “es una medida de corto plazo para contener expectativas, y es de carácter coyuntural y no va a servir para nada, como pasó con otras medidas similares en el pasado, cuando se aplicaron este tipo de programas y la inflación no cedió”.
 
El economista de Inversor Global agregó que “en el segundo semestre del año deberían destrabarse los préstamos de los organismos internacionales para compensar la falta de dólares y la caída estacional del comercio exterior porque bajan las liquidaciones”.
 
Confió en que las medidas de corte ortodoxo que se tomaron y el acercamiento al FMI y al Banco Mundial “pueden ayudar a volver a los mercados financieros donde se podrían conseguir dólares”.