Esta frase se ha puesto de moda durante las últimas semanas ante el posible accionar divergente de la Reserva Federal en torno a su política monetaria. ¿Qué es, a quién afecta y cómo el inversor puede sacar provecho de esto?
“Vamos a tener que acostumbrarnos a vivir en un mundo con mayor restricción de liquidez”, señala cualquier economista global que tiene que dar una exposición ante inversores en estos momentos.
¿Qué es lo que realmente nos está diciendo? ¿A qué apunta? ¿Me produce algún efecto cómo inversor?
Tengo la intención de responderle cada una de estas inquietudes con la mayor simpleza posible. Ese es mi objetivo para la columna del día de la fecha.
En vocabulario plano, la liquidez no es más que la mayor disposición de fondos monetarios para cualquier participante del mercado a un costo razonablemente bajo.
Tras la crisis hipotecaria en Estados Unidos, allá por el 2007, el banco central de ese país, llamado Reserva Federal, se aseguró de que haya suficiente cantidad de dólares para todas las compañías e individuos que acudían al mercado. El objetivo primordial era que no haya una crisis de liquidez que pudiera terminar en una crisis de solvencia financiera.
Para esto, utilizó extraordinariamente su política monetaria, haciéndola híper-expansiva. Así, la Fed avanzó con una baja de la tasa de interés de referencia (costo del dinero) hasta 0% y, en paralelo, emitió dólares en abundancia.
El modus operandi de esto último fue salir al mercado secundario a comprar bonos hipotecarios, proceso que permitió expandir la cantidad de dólares en el sistema financiero y, al mismo tiempo, disminuir los rendimientos de dichos títulos presionando a la baja a la tasa de interés.
Todo lo anterior resulta ultra conocido. Pero avancemos un poco más en el análisis para determinar qué impacto real tuvo esta política sobre los agentes del mercado.
Una de las repercusiones más importantes está a la vista: el inicio de un mercado alcista (bullmarket) que ya lleva seis años de duración. Los índices accionarios de Wall Street están en máximos históricos permitiendo una recomposición de la riqueza de los hogares (mucho ahorro en Estados Unidos se canaliza mediante el mercado de capitales) y de las empresas.
Esto generó más confianza, pero al mismo tiempo retroalimentó la necesidad de la política monetaria expansiva como sostén necesario de las actuales condiciones financieras. Al mismo tiempo, dicho comportamiento de la Reserva Federal generó una distorsión de incentivos muy importante sobre las firmas.
Sabiendo que la dosis de inyección monetaria no duraría para siempre, las grandes corporaciones evitaron invertir una gran parte de sus ingresos en nuevos proyectos dándole la prioridad a la acumulación de liquidez en sus hojas contables.
Una prueba de ello es la siguiente tabla:
Si consideramos las 10 empresas estadounidenses más grandes por capitalización bursátil, observamos que poseen una liquidez equivalente a US$ 673 mil millones. Se trata de una cifra espectacularmente elevada que, en algunos casos particulares, representan hasta más del 30% del valor de la compañía en Bolsa (ej. General Electric).
¡Y la cifra sería mayor si no se hubieran aplicado agresivos planes de recompra de acciones propias y de distribución de dividendos a los accionistas!
Esta es una de las principales causas para explicar por qué le economía global no ha logrado expandirse al ritmo del crecimiento de la liquidez. El mayor dinero recolectado por las empresas no se reinvirtió, sino que fue atesorado.
Y al no ampliarse la inversión, la capacidad productiva se estanca y no dinamiza la demanda agregada global.
NO ESTÁ TODO PERDIDO
Este comportamiento vislumbrado en las grandes empresas alimentó la suba del mercado en el corto plazo, pero no sentó las bases para una expansión lo suficientemente sustentable para el largo plazo.
Es lógico pensar que la aplicación de medidas extraordinarias por parte de la Fed no iba a durar por siempre y de allí la cautela en el uso de la liquidez. Pero sabemos que esto tiene un costo importante pensando en un horizonte más largo.
Si una empresa no expande su frontera de producción, ¿cómo es posible que cree valor para el accionista?
Quizás la respuesta está en ver a la crisis como una oportunidad, algo que pregonamos por siempre en Inversor Global.
Estamos atravesando un punto de inflexión en esta política monetaria laxa que llevó adelante el organismo estadounidense. Lo que se discute ahora en las mesas de dinero es cuándo la Fed comenzará a contraer su política monetaria, revirtiendo el ciclo de tasas 0%. ¿Último trimestre de 2015? ¿Primero de 2016?…
No es relevante. Lo que es importante para el inversor es que el solo hecho de que la Fed comience a encarecer el costo del dinero genera pánico, temor e incertidumbre. Es un cocktail perfecto para desatar una crisis y que muchos jugadores del mercado entren en desesperación.
Y allí se pueden dar las grandes oportunidades.
¿Y quiénes están en la mejor posición de sacar provecho? Precisamente las empresas que más robusta posición financiera tengan, aspecto que está íntimamente vinculado con la porción de liquidez que posean en sus hojas de balance.
Al tener mayor flexibilidad, la capacidad de generar grandes negocios es mayor.
Es por eso que como inversores, cuando la Fed lleve adelante este punto de inflexión en su política, debemos estar atentos a las compañías presentadas anteriormente. Éstas tienen mayor capacidad de adaptarse al cambio de coyuntura.
Y eso es sinónimo de mayor retorno para su cartera de inversiones si confía en las mismas.
A su lado en los mercados,
Diego Martínez Burzaco