Tasas en pesos superaban al dólar pero hoy prima miedo a devaluación

En el primer semestre los rendimientos de los plazos fijos y las Lebacs superaron la tasa de devaluación, porque el gobierno pudo planchar el oficial y controlar los paralelos. Hacia adelante, el inversor ya no compara rendimientos, sino que busca dolarizarse según espere un salto devaluatorio o una tablita cambiaria. En caso de que no suceda, piensa que el costo de oportunidad será menor.

Por Verónica Dalto para Cronista.com

En el primer semestre, los activos en pesos rindieron más que la suba del dólar oficial y sus cotizaciones paralelas. Pero la duda hoy es qué tasa tendrían que pagar para compensar las expectativas de devaluación propias de una elección presidencial incrementadas por todos los desequilibrios macroeconómicos acumulados.

La gente espera que el próximo gobierno devalúe en algún momento, no sabe de qué manera ni cuándo, y que en el momento que eso suceda, el dólar tomará velocidad. Es por eso que comenzó a dolarizar sus carteras y que la suba de tasas que está implementando el gobierno en los plazos fijos resulta pequeña y tardía, según los expertos consultados por El Cronista.

El presidente del Banco Central (BCRA), Alejandro Vanoli, dijo ayer que “desde octubre para acá, una persona que invirtió en un plazo fijo, ganó un 20%”, mientras que “quien fue al mercado ilegal del dólar y compró en torno a $ 16, perdió plata”.

Y fue así. Durante los primeros meses del año, el mercado esperaba que el gobierno devaluara del 12 al 18% anual (8,3% el oficial en el primer semestre) y tuviera herramientas para contener el resto de las variables (el contado con liquidación subió 7,35% en el mismo período). Entonces los inversores ganaron una diferencia de 10 puntos colocando sus pesos en un plazo fijo minorista a un 23% a 30 días o una Lebac a un 26% a 90 días. Aunque quedaron por detrás de la inflación, de entre 28 y 30%. También el índice Merval le ganó al dólar, al subir 35,88%.

Pero en el segundo semestre, las expectativas de devaluación superan los rendimientos en pesos.

“De acá a tres meses no le recomiendo a nadie estar invertido en pesos. Porque corre dos riesgos: que salte el dólar y que, aún con esta suba de tasas, no le gane a la inflación, que va a subir con una emisión monetaria que se va a acelerar”, dijo Diego Martínez Burzaco, economista Jefe de Inversor Global, quien también previó que la Bolsa será más selectiva y que las acciones se moverán según las encuestas. “El mercado se va adelantando. Si olfatea una devaluación, muchos instrumentos atados al dólar -bonos soberanos, provinciales, dollar-linked, cedears o acciones vinculadas al mundo- van a subir mas fuerte que los plazos fijos”, agregó.

Según explicó Miguel Angel Boggiano, CEO de Carta Financiera, no se puede comparar el rendimiento de los activos en pesos con el dólar porque tienen velocidades diferentes. “Los plazos fijos y las Lebacs, redondeando, rinden un 2% por mes; te dan algo de manera regular. El dólar, cuando empieza a moverse, tiene un recorrido más explosivo. En los últimos 60 días el blue subió 15%. Es decir, que en dos meses, el blue te sacó de un plumazo lo que habías ganado a plazo fijo a lo largo de siete meses”, dijo.

Compra de dólares
Es por eso que el mercado está en pleno proceso de dolarización de carteras según espere una devaluación discreta, una tablita cambiaria o un mix: el dólar ahorro bate récords, el gobierno tuvo que vender bonos para frenar la suba del contado con liquidación, los títulos dollar-linked rinden negativo y hubo suscripciones promedio de $ 150 millones diarios en los fondos comunes de inversión que ofrecen cobertura en la última semana.

Ante este un panorama, la suba de tasas que planteó el gobierno a 23,58% a 30 días resulta marginal. “La intención fue buena, pero llegó a destiempo y no es suficiente para saciar la sed de dólares ante una elección presidencial”, dijo Martínez Burzaco.

Para Boggiano, “si quisieras hacer que la gente dude un poco, tenés que pensar en una tasa más cercana al 40%. Aun así a muchos no los convencés, porque si el dólar sube 15% en dos meses, no sabe si no subirá 10% en un mes más”. Aunque alertó que esa tasa en las Lebacs deterioraría aún más el balance del BCRA y enfriaría la economía por el traslado al costo de los créditos.

Para el inversor entonces ya no sería una comparación entre rendimientos en pesos y en dólares. Sino que prefiere dolarizarse por temor a una devaluación. Y en caso de que suceda, sabe que el costo de oportunidad será menor.

El Gobierno ya no puede aplicar políticas anticíclicas

BCRA

Durante los últimos cuatro años de magra actividad económica, el Gobierno ha intentado paliar la debilidad del sector privado con el incremento acelerado del gasto público. En términos simples, el gran creador de empleos pasó a ser el sector público, evitando que la caída del PBI fuera más profunda a la evidenciada.

Pero todo tiene un límite, y creo que ya se ha alcanzado…

El anuncio del Banco Central de la República Argentina de incrementar las tasas de interés para los plazos fijos minoristas de personas físicas y jurídicas es una muestra de ello. Si durante la semana escuchamos a muchos funcionarios oficiales ninguneando al dólar blue, efectivamente era algo que perturbaba y preocupaba detrás de los micrófonos. Y el alza de la recompensa por los depósitos a plazo, así lo demuestra.

Sin dudas que esto es el corolario de algo que comenzó en 2007 y que me gustaría desarrollar de la manera más simple y conceptual posible.

En ese año, la inflación comenzó a acelerarse por las inconsistencia que mostraba el modelo. Los superávit fiscales y de cuenta corriente comenzaron a evaporarse y, en vez de reconocer el problema para atenderlo, se lo negó sistemáticamente.

Esto se retroalimentó de manera permanente hasta encontrar el máximo punto de ebullición en 2014 cuando la inflación llegó al 40% anual.

La aceleración del costo de vida generó un perceptible impacto negativo sobre el tipo de cambio. Este se atrasó considerablemente, generando un deterioro marcado en la competitividad de nuestras exportaciones que redundó en un achicamiento considerable del superávit comercial. Así, una de las principales fuentes de oferta genuina de dólares se evaporó.

Asimismo, para calmar las expectativas inflacionarias, el Gobierno optó por continuar con la política de atraso cambiario, situación que agravó el impacto negativo en la actividad y aceleró la demanda de dólares.

El ciudadano de a pie se dio cuenta que la divisa estaba barata y comenzó a acumularla, presagiando que pronto podría tener lugar una devaluación del peso argentino.

A pesar del ninguneo, al Gobierno le preocupó la nueva escalada del blue. Sin embargo, poco hizo para detenerla. La emisión monetaria siguió descontrolada, financiado un creciente déficit fiscal que llega hasta 7% del PBI.

Recién ayer, con el tibio anuncio de suba de tasas del BCRA se reconoció el problema. La intención va en el camino correcto, pero quizás ya es demasiado tarde.

El anuncio de la autoridad monetaria muestra la inconsistencia del modelo actual. En un contexto de actividad estancada, los libros de texto indican que las tasas de interés deben reducirse (no aumentarse) para incentivar la demanda de inversión y el consumo. Acá operamos en el sentido opuesto.

Y la medida llega en momentos donde el Tesoro está financiando parte de su exceso de gasto con la emisión de títulos públicos en pesos en el mercado local. La decisión del BCRA impactará, indefectiblemente, en el costo de las próximas emisiones oficiales.

Hoy el Gobierno está atrapado en su propio laberinto. Y con las manos atadas para aplicar políticas anticíclicas.

La próxima administración tendrá muchos – y duros – desafíos por delante.