Entrevista en diario La Prensa

Este año ganaron las energéticas y las acciones vinculadas a las empresas de agronegocios, asegura Diego Martínez Burzaco. El 2016 estuvo dividido en dos: la primera parte fue buena para el mercado financiero, pero en la segunda la recesión económica resultó un lastre para la Bolsa. El estrellato de las Lebac. Los bonos inundaron la plaza internacional.

Por Gustavo García para La Prensa

A la hora del clásico balance de fin de año, para el sector financiero y bursátil el 2016 parece partido al medio. El primer semestre de la gestión Cambiemos albergó medidas duras pero, al mismo tiempo, cobijó cierta sensación de esperanza. Algo así como la confianza propia de quien está mal pero cree en una pronta recuperación.

Que la actividad económica se haya ahogado cruzando el Rubicón hacia el segundo semestre tuvo un impacto de consideración en los mercados. Finalmente los brotes verdes nunca llegaron, o al menos no lo hicieron en la proporción pronosticada por el Gobierno, y el año terminó yendose poco a poco, con alta inflación y fuerte caída del consumo. Los inversores y ahorristas, de gatillo celoso, reaccionaron dolarizando carteras y tomando recaudos.

La política también hizo lo suyo. No sólo dejó su huella este año, sino que proyecta sobre 2017 un escenario de incertidumbre y volatilidad. La asunción de Donald Trump y las elecciones legislativas locales son elementos suficientes como para poner en alerta a ese órgano sensible llamado mercado. Y en este contexto, como asegura Diego Martínez Burzaco, economista jefe de Inversor Global, surgen atractivos los papeles bancarios, las empresas vinculadas a los agronegocios y las energéticas. Para los bonos, mejor wait and see.

-¿Cómo evalúa el año que termina en el terreno bursátil?

-En materia bursátil considero que pueden marcarse dos momentos con características distintas. El primer momento ocurrió a partir del mes de febrero, cuando se estaba negociando el acuerdo con los holdouts, que finalmente se selló en abril. Ahí hubo un auge en el mercado y además se esperaba la recuperación de la economía para el segundo semestre.

-¿Cuál fue el otro momento?

-En el último trimestre del año, en cambio, ya tuvimos una economía que definitivamente no se recuperó. Hubo mayor incertidumbre en materia internacional tras la victoria de Donald Trump y la posibilidad cierta de que la Reserva Federal suba las tasas. A eso hay que sumarle la última gran disputa política en la Argentina en torno a la ley para reformar el impuesto a las Ganancias, con la decisión de gravar la renta financiera. Eso tuvo un impacto claramente negativo.

GANADORES

-¿Quiénes fueron los ganadores del 2016? ¿Qué papeles obtuvieron mayores rendimientos?

-Hubo dos sectores bien particulares que ganaron con fuerza. El primero está vinculado a todo lo que tiene que ver con el sector energético, sobre todo con las empresas eléctricas y gasíferas, que se vieron influenciadas por la quita de subsidios y la inminente suba de las tarifas. El comienzo de esta política fue agresiva, pero luego se ingresó en una fase gradual. Sin dudas esto significó un cambio de paradigma para todas las acciones del sector, ya qu ese esperan inversiones. Argentina necesita energía para volver a crecer.

-¿Hubo otras acciones de alto rendimiento?

-El segundo sector con fuertes beneficios fue el agrícola. Las primeras medidas del Gobierno pasaron por la quita de las retenciones a buena parte de las exportaciones en granos, se produjo el sinceramiento del tipo de cambio y hubo un marco de reglas de juego más claras. Por ejemplo, se normalizaron las exportaciones para el sector agropecuario, pero también las importaciones de insumos, lo cual ayudó a generar la reactivación del sector. Las acciones vinculadas al campo dieron el gran salto.

-¿Cuáles tuvieron una performance más desafortunada?

-Las acciones vinculadas a la industria, un sector que este año se derrumbó, y todo lo que se asocia al consumo interno, que fue seriamente afectado.

-Usualmente los bancos suelen estar al tope del podio. ¿Qué ocurrió esta vez?

-El comienzo del año fue muy bueno para los papeles bancarios a partir de la salida del default y el arreglo con los holdouts, pero la segunda parte fue mala. El sector financiero venía ganando mucho dinero durante los gobiernos kirchneristas y una de las razones fueron las buenas utilidades de bonos que se revalorizaron. Pero este año bajó la demanda de crédito y el proyecto de gravar la renta de los plazos fijos podría ser muy grave en términos del fondeo que habitualmente captan los bancos.

-¿Qué proyecta para el año próximo?

-En 2017 creo que seguramente tendremos una economía que se recuperará. No sé si esa recuperación va a llegar al bolsillo del ciudadano común, pero como inversor apostaría al sector agrícola. Esperamos una buena cosecha con precios internacionales que están sostenidos, siempre y cuando no pase nada raro. No son precios altos, pero están sostenidos. Si se produce la recuperación de la actividad local, será un buen momento para invertir nuevamente en los papeles bancarios. Si no prosperan los gravámenes sobre la renta financiera y los plazos fijos, y se recupera el mercado doméstico, los bancos pueden andar bien. En la última gran suba del Merval los bancos quedaron al margen, con lo cual hay expectativa de que den el salto.

LOS BONOS

-¿Qué lectura hace del rendimiento de los bonos argentinos este año?

-El análisis es parecido a lo que ocurrió con la renta variable. Hubo una fuerte recuperación de los bonos argentinos hasta septiembre, tanto de los títulos en dólares, por la caída del riesgo país, como de los denominados en pesos por la paulatina rebaja de la inflación y las nuevas colocaciones que logró el Gobierno a tasas fijas. Después de septiembre se complicó todo porque la reactivación no llegó y el déficit fiscal en lugar de acometer una reducción gradual como dijo el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, pegó la vuelta y comenzó a crecer. Las cuentas están bastante deterioradas en términos fiscales. El triunfo de Donald Trump implicó una suba de los bonos de los Estados Unidos y eso le pegó a todos los bonos. Se había producido una buena recuperación, pero quedó a mitad de camino.

-¿El mercado empieza a saturarse de los bonos argentinos luego de la masiva emisión nacional y de las provincias?

-Claramente Argentina fue el país emergente que más deuda emitió por lejos durante el 2016, pero gran parte de eso fueron los 20.000 millones de dólares para cancelar el arreglo con los holdouts. Argentina estuvo mucho tiempo aislada de los mercados y se puso un poco al día. El año próximo veremos qué ocurre si aumenta la tasa de financiamiento, que será más elevada seguramente. Hay que ver qué ocurre con el crecimiento de la economía argentina y el déficit fiscal. Si se encarrilan ambos, podremos estimar que baje el costo de la deuda. Pero de acá hasta febrero, cuando se cumpla un mes de Donald Trump al frente del Gobierno de los Estados Unidos, seguiremos así.

¿Qué pasó con las emisiones corporativas?

-Luego de la salida del default muchas empresas se lanzaron al mercado y aprovecharon la menor tasa para recomprar deuda vieja y tener deuda nueva más baja. Hicieron un rollover, un movimiento financiero con su propia deuda. Es cierto que hubo poco endeudamiento destinado a la estructura productiva, pero algunas firmas lo hicieron tímidamente. Creo que vamos a ver un sector privado más cauteloso en los primeros meses del año. Si las tasas son atractivas habrá más emisiones corporativas. Hubo este año mucha más actividad que antes, pero nada si se lo compara con las emisiones de las provincias.

INFLACION

-En la última semana hubo un marcado aumento del riesgo país. ¿Qué lee el mercado en el presente argentino?

-Creo que analizan dos cosas: el paradigma Donald Trump cambió el escenario. No creo que tengamos un futuro de alta inflación mundial que obligue a llevar las tasas a un nivel elevadísimo, pero que comiencen a subir es un punto de inflexión. Subió el riesgo país de todas las naciones. Y por otro lado está el ruido político interno en la Argentina por el debate sobre Ganancias. Además, los números fiscales y la necesidad de financiamiento para el año próximo generan un llamado de atención. Si finalmente se produce el crecimiento de la economía y la reducción del gasto, esas serían buenas señales para el mercado y el riesgo país bajaría.

-¿Cuál fue la estrategia para cubrirse de la inflación?

-Hubo un cambio de paradigma. El año pasado los inversores que eran menos sofisticados solían tomar al dólar como activo de cobertura y eventualmente entraban en algún plazo fijo. Este año se descubrió como alternativa al plazo fijo las Lebac del Banco Central, que ofrecen tasas mucho más altas, alineadas con la inflación. Además, con el dólar estable, eso permitía una tasa de interés en dólares atractiva. Hay que recordar que la tasa del Banco Central llegó a tocar el 39%. Por otro lado la Bolsa, sobre todo las acciones y algunos bonos, actuaron mucho mejor como refugio de la inflación, tomando posiciones de riesgo. Este año la Bolsa cierra con un alza del 45% y hubo papeles que subieron más del 100%. Quien supo armar un portafolio diversificado obtuvo una buena rentabilidad. Hubo quienes le ganaron a la inflación.