Desde hace unas semanas, China se volvió el epicentro de atención de los mercados globales. En este caso, no se trata por su crecimiento a tasas chinas. Tampoco por el enfrentamiento entre el Gobierno central y las grandes corporaciones tecnológicas como Alibaba (BABA) o Tencent. En este caso, las visiones se centran en Evergrande, el segundo más grande desarrollador de real estate de ese país.
Hace varios años los analistas se preguntaban si China no podría sufrir un “credit crunch” (ola masivo de defaults corporativos) debido al abultado crecimiento del endeudamiento del mundo corporativo. Las tasas de interés por el piso financiaron una fenomenal expansión del sector privado en base al apalancamiento.
En rigor de la verdad, no solo China ha logrado expandirse con esta mecánica. También grandes empresas europeas y norteamericanas han usado el financiamiento “gratis” a lo largo de la última década, sesgo que trae mucha incertidumbre hacia adelante en un contexto de potencial suba de tasas de interés. Pero a diferencia de lo que ocurre en el contexto del gigante chino, en los países occidentales la información es transparente y al alcance de la mano de todo el mundo inversor.
Lo que ocurre en China, más allá de la actual coyuntura de Evergrande de la cual hablaremos a continuación, es que estamos en presencia de una gran caja negra puertas adentro sobre cómo están interactuando los desequilibrios crediticios dentro de las empresas producto de la gran muralla interna sobre el flujo de información hacia el afuera.
Y todo esto hace que, cualquier amenaza de pinchazo de burbuja en empresas chinas, la magnitud de los impactos son inconmensurables por las esquirlas que puede producir tanto adentro como afuera de los límites del gigante asiático.
La primera señal
Desde febrero pasado, fue el propio Gobierno Popular chino el que indicaba que algo en ese país no estaba bien. El ataque del gobierno hacia el fundador de Alibaba, Jack Ma, no fue más que una pantalla de que la actividad económica comenzaba a crujir.
Hacia el afuera, la señal fue que a pesar de mostrarse capitalista para los negocios con el mundo, el alto perfil de los “nuevos millonarios” chinos no comulgaban con las reglas del comunismo puertas adentro: está absolutamente prohibido levantar críticas en público al poder central.
Jack Ma fue el chivo expiatorio, pero marcó el inicio de un proceso de evitar un “levantamiento capitalista” en la cuna del comunismo y la economía planificada puertas adentro. Además, dejó en claro que, en su propia conveniencia en su momento, el gobierno central dejó ir demasiado lejos la expansión del capital privado para conquistar el mundo.
Estas empresas como Alibaba, Tencent, JD.com, fueron demasiado lejos en su expansión y se mostraban lo suficientemente grandes para comenzar a desafiar el poder político. Bajo la excusa de mayor control contra el crecimiento desmedido y cuasi monopólico de estas firmas, el gobierno intercedió sembrando un manto de fuerte incertidumbre hacia los capitales extranjeros.
Así, las acciones chinas comenzaron, peligrosamente, a marcar una divergencia respecto el mundo emergente, dando señal de que la situación estaba lejos de ser normal. La actividad económica en China se ralentizó significativamente y esto puede hacer crujir, conjuntamente con el enfrentamiento ante las grandes firmas, a la pujante sociedad china.
Claramente, esta divergencia de performance entre el ETF de Acciones de China (FXI) y el principal ETF de Mercados Emergentes (EEM) es una muy mala noticia para este último, en caso de que ese spread no empiece a cerrarse. Y también, es imposible imaginar que los mercados desarrollados, sean europeos o de Wall Street, puedan seguir su rumbo alcista sin importar lo que ocurra con los activos financieros de unos de los motores de la economía global como es China.
¿El próximo Lehman?
Ahora sí hablemos de Evergrande. Algunos señalan que este gigante de desarrollo de real estate chino es el próximo Lehman Brothers que desatará la próxima gran crisis financiera mundial. Cuando leo esto, entiendo que quiere hacerse un análisis comparativo del potencial impacto financiero que pueda llegar a tener una potencial caída de Evergrande sobre los mercados globales como el que tuvo Lehman en 2008.
De todas formas, son cosas distintas. Mientras que el banco de inversión estadounidense estaba lleno de producto estructurados difíciles de entender que tenían como colateral (garantía) final gran cantidad de hipotecas de baja calidad, en el caso de Evergrande es la propia empresa la que está plagada de deuda propia que no puede pagar.
Se presume que este desarrollador chino, que tomaba préstamos muya caros que vendía tierras y proyectos inmobiliarios aún más caros, debe aproximadamente unos USD 300.000 millones. Es una cifra totalmente impagable para su situación financiera actual, con una caja disponible menor a los USD 5.000 millones según cálculos recientes.
Cuando las propiedades dejaron de subir, la bicicleta dejó de pedalear y Evergrande se encuentra en una situación insostenible a futuro. Esto puede generar un caos no menor en el corazón de los bancos más expuestos a este tipo de créditos.
Sin dudas, estamos ante una situación que no puede tener un final feliz. Pero el impacto sobre los mercados dependerá de cuál de estos dos caminos asuma el Gobierno chino:
1- Deja caer a Evergrande, adoctrinando al resto de las empresas privadas que se apalancaron mucho más de los límites impuestos por el propio gobierno, dando un ejemplo sobre la dirección del país al respecto, aún asumiendo los inconmensurables costos que puede provocar esta decisión.
2- El Gobierno interviene la empresa, se queda con el control mayoritario y salva un colapso masivo negociando con acreedores, aunque eso puede ser una señal de debilidad hacia adelante, enviando mensajes de riesgo moral para otras empresas en igual situación de asfixia financiera que podría descansar en la idea de mantener los desequilibrios actuales ya que siempre aparecerá la mano del Estado como luz al final del túnel.
Durante la crisis de 2008, el Gobierno norteamericano, hasta entonces impensado, llevó adelante las dos soluciones. Primero dejó caer a Lehman Brothers para dar un mensaje de que no saldría al rescate de ninguna entidad, las cuales debían hacerse cargo de sus irresponsabilidades. Cinco días después, cuando la mayor aseguradora del mundo, AIG, iba camino al colapso, el Tesoro norteamericano salió al rescate masivo de todo el sistema financiero.
Los meses después sabemos lo duro que fue para el mercado y la economía global. También, quedó en evidencia los grandes negocios para el portafolio que surgieron a partir de ese momento.
Cautela, prudencia, liquidez y paciencia para aprovechar oportunidades parece que son características comunes que cualquier inversor debe tener en los tiempos actuales.
Aprendiendo en los mercados,
Diego.