Tres preguntas que debes hacerte antes de invertir

Involucrarse en un proceso de inversión puede resultar mucho más difícil de lo que pensabas originalmente. Hoy te comparto tres preguntas claves que te alivianará el camino.

Muchas veces la gente tiende a confundir el proceso de ahorro con el de inversión. Lo noto en conversaciones habituales que tengo con amigos o con gente que conozco en algún evento social.

“Mi forma predilecta de invertir es comprar dólares”, me indicó una persona que conocí en un casamiento que tuve la semana pasada.

“Yo lo hago a través de un plazo fijo”, señaló otro participante que se sumó a la charla.

La verdad es que ninguno de los dos estaba en lo correcto, pensé por dentro. Sin embargo, no tenía la confianza suficiente como para contradecirlos.

Ninguna de esas dos formas mencionadas se trataban de inversiones, sino que era más bien que son técnicas de ahorro. Dejame explicarte un poco más…

Cuando uno compra dólares, lo que hace es proteger los ahorros de una devaluación del peso contra la divisa estadounidense. Pero esos dólares, si no se invierten, siempre serán la misma cantidad nominal de dólares.

Y si no los invertimos, es muy probable que con esa misma cantidad de dólares compremos menos bienes y servicios en el mundo un tiempo después. Esto se debe a que en el mundo hay una inflación (baja) en dólares.

Entonces, comprar dólares no es invertir.

Tampoco se trata de una actividad de inversión la colocación del dinero en un plazo fijo. Si bien es cierto que con este instrumento uno tendrá más pesos en el futuro, lo que también es real que esos más pesos compraran menos bienes.

Esto se debe a que la tasa de interés nominal que paga un plazo fijo es menor a la tasa de inflación en Argentina.

Por lo tanto, ahorrar en un plazo fijo tampoco es invertir.

¿Qué es invertir?

Es la actividad por la que logramos capitalizar nuestros ahorros en el mediano plazo de manera tal que podamos comprar más bienes y servicios en el futuro.

Tan simple como eso.

Pero entiendo que para muchos invertir es una actividad compleja, sobre todo cuando se da los primeros pasos en el mundo de las inversiones y las finanzas personales.

Con el fin de ayudarte, quiero darte una serie de consejo. Más que consejos, diría que son tres preguntas fundamentales que todo inversor debe realizarse a sí mismo antes de aplicar cualquier parte de sus ahorros a una actividad de inversión.

  1. ¿Para qué invierto?

En muchas ocasiones la persona en cuestión no tiene identificado en absoluto el motivo principal por la cual llevar a cabo una determinada inversión.

Para algunas se trata de un juego, para otros un divertimento o quizás el motivo principal sea para innovar. Si no tenés claro tu objetivo de inversión, seguramente tus probabilidades de perder dinero o fracasar cuando lleves adelante tu estrategia serán mucho más elevadas.

Uno puede tener objetivos múltiples por las que desea invertir: desde objetivo pequeños, como tener más poder de compra para poder disfrutarlo un tiempo después u objetivos más importantes como el hecho de financiar el estudio de tus hijos o comprar un auto.

Para todos los casos, resulta indispensable saber por qué estoy invirtiendo.

  1. ¿Cuál es el riesgo que quiero correr?

Como en cualquier actividad, en lo respectivo a lo bursátil existen distintos niveles de riesgo. El menú de inversión es muy amplio, con una oferta casi infinita de instrumentos de inversión. Desde bonos, acciones o ETF, pasando por monedas, commodities u otros derivados.

Cada activo financiero en particular tiene un nivel de riesgo distinto, que se asocia con un retorno esperado diferente.

Resulta imprescindible entender en qué estoy invirtiendo cuándo lo hago y si ese instrumento está acorde a tu tolerancia de riesgo.

  1. ¿Por cuánto tiempo invierto?

Un inversor organizado es uno más inteligente que el resto.

Es una realidad. Quien tiene una estrategia que mantiene a lo largo del tiempo, de manera consistente y confiable, tendrá más posibilidades de conseguir mejores resultados.

¿Voy a necesitar pronto el dinero que estoy invirtiendo? ¿No lo necesitaré? ¿Puedo invertir a largo plazo?

Estas son preguntas que no deben faltar ates de avanzar. Hacértelas te aclarará el panorama.

Como te dije, estas tres simples preguntas te ayudarán a ordenarte antes de comenzar a invertir. Por más redundantes que parezcan, creéme que no lo son.

Hacételas siempre, cada vez que vayas a tomar una decisión en los mercados financieros.

Tu salud financiera (y tus ahorros) te lo agradecerá.

Un saludo cordial,

Por qué la inflación es mala para el inversor

Algunas cuestiones parecen son intuitivas, pero nunca está demás aclarar por qué. En este caso, analizo el flagelo de la inflación y cuento cuáles son sus efectos negativos para el inversor.

Hace apenas unos días lancé una encuesta en Twitter sobre cuál es el principal flagelo a considerar que pone en riesgo el desarrollo de la economía argentina en el futuro.

Allí daba cuatro opciones para elegir:

  1. Altas tasas de interés del BCRA
  2. Inflación arriba del 30% anual
  3. Despidos / Desempleo
  4. Festival de Bonos Provinciales

En particular creo que los cuatro elementos tienen un carácter muy relevante para entender cuáles son los desafíos que podría enfrentar la actividad en los próximos meses. Pero a los ojos de las 211 personas que votaron en la encuesta, uno sobresalía por encima de todos ellos:

Encuesta

El 53% de los participantes eligieron la inflación como el principal flagelo. Y es algo a considerar. No solo porque hace daño a la actividad económica, sino porque también tiene un componente negativo para el proceso de inversiones.

En lo inmediato, he distinguido cuatro elementos importantes para entender cuan perjudicial es la inflación en el proceso de toma de decisiones para el portafolio:

  • Ridiculiza las cifras nominales: cuando la inflación es elevada, las variaciones nominales de las cotizaciones pierden sentido. Decir que la Bolsa acumula un alza de 20% en el año o que una acción específica gana más de 25% no nos dice nada acerca del éxito o no de la inversión. Si en el mismo período considerado la inflación fue mayor a esa cifra, entonces el inversor se encuentra con una pérdida de poder adquisitivo y, por ende, no hay nada para festejar.
  • Conduce tomar riesgos mayores: si el nivel general de precios de la economía sube desproporcionadamente, el inversor está obligado a tomar más riesgos que los habituales para intentar proteger el poder de compra de sus ahorros. Como en las inversiones hay una relación directa entre el riesgo y el retorno, el hecho de querer lograr más rentabilidad nominal para ganarle a la inflación lleva a exponerse a un nivel de riesgo más alto.
  • Distorsiona incentivos: como parte de la lucha contra la inflación, el Banco Central de la República Argentina ha decidido fijar la tasa de las Lebac a 35 días en el 36,5% anual. Se trata de un nivel de tasa nominal extremadamente alto que distorsiona los incentivos originales que pueden tener los inversores que se acercan a la Bolsa: quienes estaban dispuestos a invertir en bonos y acciones, no tienen ningún incentivo a tomar este riesgo, y prefieren invertir su dinero en las Lebac. La inflación, entonces, distorsiona el objetivo inicial de cualquier pequeño inversor.
  • Erosiona instrumentos de inversión: durante las últimas dos semanas las principales compañías argentinas han reportado sus balances correspondientes al primer trimestre de 2016. En líneas generales se observó que los costos de las empresas han crecido a una velocidad mayor que los ingresos por ventas, efecto que provocó una caída significativa de las ganancias corporativas. Si las empresas no ganan suficiente dinero, los inversores estarán menos proclives a invertir en las acciones de estas compañías, generando una apatía por el mercado bursátil y una caída significativa del volumen operado.

Como se observa la inflación es muy dañina para los planes de inversión de cualquier ahorrista. Hecho este diagnóstico, el siguiente paso es determinar en qué punto está la batalla que el Gobierno está librando contra este flagelo.

Recientemente conocimos el índice de inflación de la Ciudad de Buenos Aires, la guía a seguir hasta que el próximo mes se publique el nuevo índice de inflación nacional por parte del INDEC.

En abril, la inflación de CABA se ubicó en el 6,5% mensual o 40,5% anualizada. Obviamente, no hace falta aclarar, que se trata de un nivel desorbitante que confirma los efectos dañinos que describí anteriormente.

Cuando analizamos los datos en detalle, observamos que de esos 6,5% de inflación de abril, 4% corresponde al aumento de tarifas de luz y gas que se darán una vez en el año, por lo que no se replicará en los próximos meses.

La buena noticia es que sacando ese efecto, la inflación mensual es de 2,5%. La mala noticia es que tenemos una inflación mensual de 2,5%.

En mi opinión personal, la inflación irá cediendo en los meses posteriores pero no a la velocidad que espera el Gobierno. Un piso de 32% de inflación para todo el año está casi asegurado considerando los aumentos salariales conseguidos por los sindicatos.

Por el momento, entonces, la bolsa lo sufrirá. Hay que ser paciente y encontrar el momento justo para comenzar a invertir en acciones, justo allí cuando comience a vislumbrarse un punto de inflexión en esta dinámica inflacionaria.

Mantenga alejadas las emociones

Emoción

En momentos de turbulencias en los mercados financieros, como los actuales, es preciso volver a las fuentes y reforzar lineamientos básicos que debe seguir un inversor. Una carta de un suscriptor, fue el disparador de esta columna.

Nota publicada en Inversor Global

Creo que estamos ante el momento más difícil de los mercados financieros desde la gran crisis económica de 2007. No es solo una sensación, sino que detrás hay datos concretos que así lo indican:

  • La Reserva Federal está en las puertas del primer incremento de tasas de interés en más de 8 años.
  • La actividad manufacturera de China se desacelera al menor nivel en 15 meses.
  • Los commodities caen a niveles no antes vistos en cinco años.
  • Las monedas emergentes continúan con su marcada depreciación.
  • Los balances corporativos arrojan cifras erráticas, con empresas con grandes resultados y otras con grandes desilusiones.

Este mix de hechos opera contra los mercados, a pesar de que los índices se mantengan en niveles relativamente altos. En concreto, la mayor volatilidad es el canal donde se manifiesta el mayor nerviosismo de los participantes.

Esto opera claramente contra usted como inversor.

Sobre todo afecta sus emociones y eso puede ser un arma de doble filo para su proceso de decisión de portafolio. En reiteradas ocasiones mencioné la necesidad de separar las emociones de la razón a la hora de definir una estrategia para sus ahorros. Es vital, hasta diría, imprescindible.

Esta vez haré mención a este tema. Pero el disparador es una carta de un suscriptor que recibí durante la semana. La misma empezaba de la siguiente manera:

En una oportunidad, no hace mucho tiempo, presencié una exposición de Trading Bursátil efectuada por el economista jefe de Inversor Global, Lic. Diego Martínez Burzaco. En un tramo de la presentación nos comenta que él se consideraba un inversor bursátil de riesgo moderado.

Me sorprendió agradablemente su comentario dado que nunca había escuchado de algún consejero bursátil realmente muy formado, ningún comentario sobre sí mismo y sus hábitos personales de inversión.

Esto me hizo pensar en las características de la relación entre el inversor y los papeles en los cuales invierte, y loscondicionamientos mentales que lo presionan en su toma de decisiones.

Se acepta que los perfiles de inversión son de tres características de acuerdo a las características personales de la persona de la cual se trate, o sea: perfil agresivo, moderado y bajo.

Hago una pausa aquí. Y destaco la siguiente mención:

Esto me hizo pensar en las características de la relación entre el inversor y los papeles en los cuales invierte, y los condicionamientos mentales que lo presionan en su toma de decisiones.

Esos condicionamientos mentales son dominados por las emociones, que operan de manera negativa en los peores contextos posibles para tomar decisiones.

¿Acaso usted nunca vendió una acción en el mínimo histórico y compró otra en su máximo nivel?

Suele pasar muy a menudo. A mí me pasó. Y hasta me pasa en algunos momentos.

Ese es un síntoma claro donde las emociones toman el control de la situación y nos lleva a proceder de manera errónea. Cuando la razón queda a un lado y nos alejamos de nuestros objetivos originales establecidos previamente a la ejecución de las inversiones, la probabilidad de actuar mal se agiganta exponencialmente.

¿Cuál es el camino a seguir entonces?

Otro fragmento de la carta del suscriptor nos da una noción precisa:

Creo que no es posible encontrar un bróker bursátil que ponga énfasis en las ganancias de cada cliente por encima de las ganancias personales, lo cual es entendible, se comprende y es lo que sucede realmente dado que también es un ser humano con necesidades propias.

Creo que un principio de solución para el inversor pasa por la capacitación de sí mismo. El camino del medio es el más conveniente en el mediano plazo y el que más satisfacciones puede brindar.

En esos momentos de debilidad, donde las “defensas” del inversor están bajas, los brokers suelen aturdir aún más con sus recomendaciones. Nos empujan hasta el punto en el que el miedo toma el total control de la escena y guía nuestro comportamiento.

Pero si el inversor está capacitado, la capacidad de verse manipulado es menor. Si se capacita y, además, aprende de sus errores pasados, tendrá más fortaleza para continuar dentro del sendero de sus objetivos predefinidos.

Es un equilibrio difícil de encontrar, pero se puede lograr con el paso del tiempo.

El ejemplo de la actualidad…

Cuando comencé a escribir esta columna le mencioné cuán difícil estaba el escenario para las bolsas mundiales. Especialmente para las de aquellos países que tienen una elevada dependencia de los commodities.

Los precios de las materias primas están siendo arrastrados con fuerza ante la posibilidad de que el dólar estadounidense continúe con su apreciación.

El siguiente gráfico es elocuente…

grafico

En los últimos 30 días, el dólar se apreció a nivel global más de un 2%, mientras que el oro y el petróleo cayeron un 8% y 19% respectivamente.

Si usted tenía exposición a estas materias primas y el temor se apoderó, entonces seguro que procedió a la venta de estas posiciones. Pero ¿sabe qué está haciendo el dinero inteligente?

O mantiene sus tenencias pensando que se trata de algo excepcional que se corregirá en el tiempo, entonces se mantiene dentro de su objetivo de inversión inicial. O ven en la caída una oportunidad de compra, ya que son movimientos no sustentables en el largo plazo.

Quizás debería estar pensando de esta manera, poniendo la razón por delante de la emoción.

A su lado en los mercados,

Diego Martínez Burzaco

El poder de ser contrario

Wall-Street-michael-douglas-32936354-1500-1007¿Usted se siente más cómodo actuando como las masas o diferenciándose de las mismas?

En materia de inversiones, la respuesta más atinada es “depende” de su perfil de riesgo. Si se trata de un inversor con alta aversión al riesgo, que evita tener sobresaltos inesperados en las inversiones que realiza, seguramente optará por estar cerca de lo que hace el promedio (es decir, las masas).

De esta manera, si las masas apuestan a la suba del mercado y esto ocurre, usted disfrutará de sus ganancias como uno más. En cambio, si el mercado le da la espalda, entonces podrá decir que su patrimonio se vio afectado como el de cualquier inversor promedio.

De esta manera se sentirá seguro.

Pero qué pasa si usted es un inversor con un perfil más agresivo y complementariamente inteligente. Casi con total seguridad se dará cuenta que, en algunas oportunidades, diferenciarse del resto puede ser una gran apuesta.

Y en inversiones, esta diferenciación no es, ni más ni menos, que adoptar una posición de inversor “contrario”.

 

El inversor contrario actúa sacando rédito de las extremas exhuberancias emocionales de las masas. Un claro ejemplo del saber popular en el mundo de las inversiones es “comprar cuando todos venden y vender cuando todos compran”.

O dicho en palabras de Warren Buffett: “ser codicioso cuando el resto es temeroso y ser temeroso cuando todos son codiciosos”.

Y debo confesar que siento cierta empatía con esta línea de pensamiento. Sobre todo cuando se producen movimiento bursátiles exagerados que muchas veces responden más a la emoción que a la razón.

En uno de mis artículos escrito el 31 de diciembre pasado y titulado “Los especuladores del crudo al descubierto” abrí un signo de interrogante importante sobre los fundamentos que estábamos viendo en la caída del petróleo en esas últimas semanas.

Allí planteé que los fundamentos del mercado energético en particular y de la economía mundial en general no ameritaba tal comportamiento en relación al commodity. En este sentido, intuitivamente me puse en la piel de un inversor contrario y señalé la posibilidad de la existencia de oportunidades con el ETF XLE, que estaba compuesto por acciones energéticas.

En ese momento señalé:

Tras acusar el impacto inicial de la fuerte caída del crudo, en las últimas semanas el ETF de Energía (XLE) -línea azul-no solamente no acompañó la persistente caída del precio del petróleo -línea roja- sino que comenzó a subir.

En concreto, esto puede interpretarse como una señal de que las últimas bajas del crudo forzadas por los especuladores han perdido credibilidad y que los inversores creen que no podrá sostenerse por mucho tiempo más, por lo que aumentan su exposición a empresas del sector esperando el ansiado rebote de precios.

Particularmente creo que esto es así. Y que hay oportunidades.

El tiempo dirá quien tiene la razón. Lo que la historia dice es que en el largo plazo tienden a primar los fundamentos, dando un guiño hacia el posicionamiento en acciones petroleras.

Hoy dicho ETF acumula en el año una suba de 3,5% y de 9% en los últimos 45 días. Y esto parece recién comenzar.

También en una reciente columna en Inversor Global señalé que “La suba del dólar (a nivel global) tenías los días contados”. Eso fue el 4 de abril más precisamente. Por ese entonces, el índice DXY -valor del dólar contra una cartera de monedas- cotizaba en US$ 99.

Allí expuse:

Creo que es el momento de apostar a la jugada contraria. Si pienso que el dólar fuerte fue la gran causa de la caída del precio de las materias primas y de las bolsas emergentes, hoy hay que poner el ojo en ellas si veo que puede sobrevenir el efecto contrario.

Dentro de las 10 bolsas más baratas del mundo en la actualidad, medidas por la relación Precio / Ganancia pasada y Precio / Ganancia futura se encuentran siete de países emergentes. Y tres de estos países forman parte del denominado grupo BRICS.

Hoy ronda el US$ 94. Para activos financieros como las monedas no se trata de un movimiento menor.

Y si usted jugó esa estrategia contraria, la ganancia ha sido suculenta. Y ni le cuento si apostó a algunos de los mercados emergentes.

Con esto no quiero convencerlo de que jugar contrario al promedio es siempre la mejor alternativa. Lo que quiero que entienda es que si tiene la mente amplia y la inteligencia justa para saber leer las jugadas irracionales que hacen muchos inversores, usted puede ser el gran beneficiarios siendo contrario.

Gustavo Neffa – “Cómo armar una estrategia para invertir en sectores defensivos en los EE.UU.”

Cuando llega el momento de cubrirse, las alternativas que tienen los inversores son diversas. Las estrategias frente a una lateralización o baja del mercado van desde la venta de las posiciones, su cobertura con derivados a través de la compra de puts, o bien shortear directamente al mercado y posicionarse a la baja con el ánimo de ganar dinero si retroceden. Otra posibilidad es en rotar el portafolio en función de los sectores.
El S&P500 cotiza con un múltiplo precio-a-ganancias por acción de 16 veces las ganancias de los últimos 12 meses, aproximadamente su promedio histórico. Pero los inversores miran hacia delante, siempre, por lo que si se proyectan los beneficios crecientes éste se reduce a 14. Pero no todos los rubros son tan atractivos.

El índice presenta nueve subíndices en los cuales se pueden operar indirectamente a través de los siguientes ETFs:
 

ETFs de sectores de los EE.UU.: evolución al 29 de diciembre de 2010
Los ETFs sectoriales han tenido un recorrido diferente: las empresas industriales y de bienes de consumo discrecional fueron las de mejor desempeño en 2010, y las de electricidad (utilities) y salud (health care) las de menor performance.

Luego de la fuerte subida de los índices y de los sectores más volátiles a los cambios económicos, los más astutos, que tienen que seguir invertidos, toman decisiones importantes y reducen la exposición en algunos rubros y los incrementan en otros.

En la figura de más abajo encontrarán la evolución de los sectores que más se destacan a lo largo de la vida de un ciclo de mercado. Los años 2009 y 2010 fueron de libro de texto, ya que las empresas de sectores cíclicos adelantados fueron las primeras en recuperarse (consumo discrecional y tecnológicas), seguidas de las cíclicas tardías (materiales e industriales), mientras que el S&P500 tuvo un desarrollo promedio anual del 13% hasta el 29 de diciembre:
Ciclo de mercado para el S&P 500 (alza y posterior baja): sectores destacados (outperformance).
En lo que respecta a 2011, el mercado accionario podría realizar una transición de un rally de alto vuelo impulsado por sectores cíclicos adelantados y, en menor medida, por los tardíos, hacia una fase de crecimiento menos dinámica liderada por cíclicos tardíos pero, especialmente, por los contracíclicos (la parte de la derecha del gráfico).
Lo que se debería hacer, si se quiere tornar más conservador, es migrar la cartera de acciones de consumo discrecional, financieras y tecnológicas hacia empresas de salud, consumo no discrecional, utilities y telecomunicaciones
Los Hedge Funds que apuntan a estrategias de baja volatilidad están comprando papeles de compañías de consumo no discrecional y vendiendo en descubierto las de consumo discrecional. 

En momentos de elevada volatilidad, la estrategia consiste en posicionarse en empresas de alta calidad de consumo no discrecional, utilities y telecomunicaciones. Si se espera un fuerte recrudecimiento del riesgo sistémico, hay que estar preparado.
También, resta una fase de transición en la que las compañías del sector industrial deberían andar bien. Pero, antes es imperioso analizar cómo las puede afectar este nuevo tipo de cambio (dólar fuerte vs. euro débil), que debería seguir unos cuantos trimestres más.
Si se analizan las diferencias entre el índice S&P500 y el Russell 2000, se ve que el segundo tiene un mayor porcentaje (16%) de empresas de consumo discrecional, de las que ya se apreciaron bastante en la fase inicial de esta recuperación que lleva más de un año, superior a la del primero (10%). Además, cuenta con un menor porcentaje (3%) de firmas contracíclicas de consumo no discrecional que el otro (11%).
S&P 500 vs. Russel 2000: comparación de capitalización bursátil por sectores (en % del total)
De incrementarse la aversión al riesgo, se debería dar un mayor retroceso en el Russell 2000 en relación al S&P 500, que resulta más defensivo por la naturaleza de su composición.
En total, el S&P 500 posee un 29% de sectores defensivos y un 26% de sensibles a las tasas de interés, que es fundamental a tener en cuenta además cuando la autoridad monetaria vuelva a subir los tipos, algo que debería darse en 2012 en los EE.UU.
Los inversores hacen este tipo de análisis en forma continua para los distintos índices en los cuales se encuentran posicionados. Pueden replicarlos con su cartera frente a una coyuntura que lo lleve a tornarse más conservador, o bien, por el contrario, seguir convalidando nuevas subidas que justifiquen seguir posicionado en los sectores ganadores desde 2009.

Guillermo Lopez Dumrauf (*) – ¿Por qué nuestro mercado de capitales no consigue desarrollar sus músculos?

Introducción
A principios de la década del noventa, los agentes económicos tenían altas expectativas sobre el desarrollo de los mercados de capitales en América Latina.  En Argentina, los factores que conducían a ese optimismo eran esencialmente la creación de las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones, la globalización financiera y la apertura de los mercados, en un marco de estabilidad de precios.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de las instituciones que se consideran ligadas al mercado de capitales, los resultados en América Latina, y en particular en Argentina, no fueron los esperados si se los compara con la evolución que experimentaron los mercados financieros en el sureste asiático y en las economías desarrolladas.
Sobre las causas de esta falta de desarrollo se han ensayado varios argumentaciones, que van desde factores exclusivamente económicos, institucionales, regulatorios y culturales.
Este artículo plantea una hipótesis que creemos encuentra soporte en una probada teoría financiera para explicar por qué Argentina no ha conseguido desarrollar su mercado doméstico de capitales.
Las justificaciones comunes
Entre las causas más esgrimidas para justificar la falta de desarrollo del mercado de capitales se han mencionado en general las siguientes: falta de liquidez, concentración, moneda débil, falta de diversificación, protección al inversor minoritario y transparencia. Cada una de estas causas y sus efectos concretos o posibles en el desarrollo del mercado de capitales han sido tratadas en varios papers y su importancia no debe dejar de reconocerse. No obstante, creemos que éstas son efectos que más bien operan en un segundo estadio, retroalimentando los efectos perversos que provienen de una causa básica, testeable y creemos, más operativa y más fácil de verificar.
  
Entendemos que la falta de desarrollo del mercado de capitales local hay que buscarla en la ausencia de un desempeño macroeconómico razonable y con menor volatilidad. La economía argentina ha exhibido períodos de fuerte expansión del PIB (“emergence”) seguidos de períodos en que la economía experimentó fuertes contracciones (“submergence”) como se aprecia en la figura adjunta. La Bolsa acompañó los períodos de crecimiento vigoroso con suba de precios y aumento en el volumen negociado, pero éstos no llegaron a ser lo suficientemente duraderos como para forjar las bases de un desarrollo que involucrara una mayor llegada de empresas a la Bolsa y nuevas emisiones de acciones. Las recesiones agudas que reaparecen cada seis o siete años, pulverizan los avances que pudieran hacerse durante los períodos de bonanza. 
Merval y PBI 1990-2008
La historia nos dice que a los períodos de recuperación económica terminaron con burbujas cambiarias que al estallar, provocaron una salida de capitales que sumergieron al mercado de capitales, desalentando por un lado el volumen de negocios y la búsqueda de nuevo financiamiento en forma de bonos y acciones. Nuestra hipótesis creemos que es correspondida con otra relación bien probada en la teoría financiera, como es el orden de jerarquía (pecking order), que explicamos a continuación.
La explicación desde las Finanzas (el pecking order view)
En la teoría de finanzas existe una visión conocida como “Pecking Order”, que señala que las empresas, para financiar sus oportunidades de inversión, siguen este orden secuencial:
  1. Recursos internos
  2. Deuda Financiera
  3. Emisión de acciones
Es intuitivo que una compañía, ante las primeras exigencias de inversión (generalmente de capital de trabajo) que trae una recuperación, recurra en primer lugar a los recursos auto-generados; estos recursos no originan costos de transacción y no hay que rendir examen frente al mercado. Una vez agotados los recursos internos, las empresas recurren al capital externo en forma de deuda financiera, siempre que subsistan las oportunidades de inversión.
Puede entenderse la preferencia por la deuda financiera si se tienen en cuenta las ventajas fiscales que ésta proporciona en relación a las acciones; además, la necesidad de servir la deuda pone presión sobre las operaciones para que sean más eficientes, disminuyendo los “costos de agencia”. ¿Pero cuánto tiempo suelen  tomar los pasos uno y dos del pecking order hasta que una compañía llegue a considerar la emisión de acciones?
En países desarrollados, las oportunidades de inversión y el horizonte de expectativas suele prolongarse de tal forma que las compañías consideren emitir acciones cuando ya están “muy apalancadas” y de ese modo equilibrar la estructura de capital. Precisamente porque llegan a esa situación, perciben claramente los beneficios de cotizar en bolsa y poder obtener dinero fresco vendiendo acciones para seguir financiando sus inversiones.
¿Pero entonces qué ocurrió y ocurre en nuestro mercado de capitales? ¿Por qué hay pocas emisiones de acciones siendo una forma de conseguir dinero genuino y permitir al inversor participar del negocio? ¿Por qué hay compañías que piensan que los costos a veces superan los beneficios de cotizar en bolsa?
Si se tiene en cuenta que el paso tres del pecking order requiere previamente una exigencia de inversión motivada por un horizonte de expectativas de beneficios futuros por un período de varios años, no es difícil concluir que los períodos de recuperación económica y crecimiento posterior no han sido lo suficientemente duraderos como para que se cree las oportunidad de necesitar dar el deseado paso tres del pecking order, y que, infelizmente, muchas compañías argentinas  no alcancen a percibir los beneficios de la cotización pública.

 (*) El autor de este artículo de opinión es Dr. en Ciencias Económicas, distinguido profesor en varias universidades prestigiosas de la Argentina y Consultor Finaniciero a través de su Consultora Dumrauf y Asociados.