5 razones por las que el valor del blue es importante

Con el mercado cambiario bajo presión nuevamente y con una brecha entre el dólar oficial y el informal en 80%, los pronósticos sobre cuánto debería valer el blue a fin de año están a flor de piel.
 
Es innegable que la ansiedad por fugarse del peso argentino y buscar cobijo en la moneda estadounidense es el camino que elije una gran cantidad de inversores que tienen excedentes monetarios en moneda local.
 
Al momento en que escribo esta columna, el dólar informal cotiza en niveles de $ 15,35, un valor récord histórico. A pesar de esto, la divisa pareciera que no encontrará un techo en lo inmediato si las actuales condiciones persisten.
 
Si me preguntan a cuánto estará el valor del dólar informal para fin de año, mi respuesta es “no lo sé”. Desde ya que tengo hecho mis análisis al respecto, cruzando distintas variables económicas y obteniendo proyecciones sobre cuál debería ser el valor de equilibrio de la divisa.
 
¿Pero acaso es esto relevante en estos momento?
 
NO.
 
En condiciones de relativa estabilidad, aún considerando las variables actuales, el dólar a $ 15,35 está caro, no es el de equilibrio.
 
Pero en estos momentos poco tiene que hacer el análisis de proyección del dólar en base a los fundamentos. La inercia de fuga del peso es tal que nada importa, ni el nivel de reservas, ni el nivel de inflación, ni de emisión monetaria, etc..
 
El mercado está lanzado. Ningún análisis, por más serio que sea, tiene la capacidad de eliminar el margen de error en la proyección de un valor justo para el dólar hoy en la Argentina.
 
Lo que es extraño y llama la atención es la ignorancia de la administración central en torno a este tema. Esa ignorancia se da tanto desde lo discursivo como en los hechos. Nadie parece medir las consecuencias sobre esta corrida contra el peso.
 
Esta salida masiva se da no solo en el mercado informal, sino en canales formales como el dólar MEP y el contado con liquidación.
 
Nuevamente, me sorprende la falta de abordaje de este tema por parte del Gobierno ya que existen razones concretas para ocuparse de esta situación.
 
Al menos, reconozco en estos momentos cinco claves de relevancia de por qué el blue importa…y mucho:
 
1. El blue opera sobre el mecanismo de formación de precios del productor o intermediador, ya que los procesos productivos tienen, en muchos casos, un alto componente de insumos importados. Esto aviva la inflación.
 
2. También opera sobre las expectativas del consumidor. Si sabemos que el dólar sube y sube, estamos dispuestos a postergar consumo para hacernos de dólares hoy y mantenerlos por un período de tiempo relativamente largo, evitando el consumo actual y golpeando más el ya alicaído nivel de actividad.
 
3. Acelera la expectativa de devaluación del tipo de cambio oficial ya que al agrandarse la brecha cambiaria se da por sentado de que es necesaria una corrección del “oficial” para volver la brecha a valores más cercanos al promedio.
 
4. Se acelera la inflación ya que los pocos sectores que acceden al tipo de cambio oficial para pagar sus importaciones trabajan con escenarios de que el dólar oficial saldrá más caro en el futuro y el costo de reposición de sus importaciones será mayor, por lo que tratan de cubrirse de este efecto actuando con suba de precios hoy.
 
5. Acelera la sangría del BCRA en la cuenta de turismo. Por un lado, se amplía el desincentivo de que extranjeros liquiden sus dólares vía el mercado formal, por lo que no ingresa un sólo dólar a las reservas. Por el otro, el turismo hacia el exterior se acelera, anticipándose a una futura devaluación del oficial, generando mayor salida de dólares del BCRA.
 
Los anteriores se tratan de, al menos, cinco factores (y costos) que el Gobierno debería considerar cuando ignora lo que ocurre en el mercado cambiario informal.
 
Cuanto más la ignorancia, mayores son los costos. 

 

Los efectos del default en 5 gráficos

Hace exactamente una semana escribía un artículo titulado El costo de un nuevo default para la Argentina en donde precisaba la dinámica de los efectos que se podían suceder en caso de que el país ingresara en un nuevo incumplimiento de su deuda pública.
 
Como en aquella ocasión, repito, las magnitudes de los incumplimientos de 2001 y 2014 no son comparables, pero ambos comparten una características en común: la incertidumbre.
 
De acuerdo a cómo se dieron los acontecimientos durante la última semana, el Gobierno ha radicalizado su postura contra los fondos buitres, el juez Griesa y el mediador Pollack. Todo esto indica que en el corto plazo no es probable que se alcance un acuerdo. Los incentivos son bajos. La nueva fecha límite es el 30 de septiembre, cuando se arribe al vencimiento de los intereses del bono PAR.
 
Las expectativas, entonces, están puestas en un posible acuerdo entre privados.
 
Mas allá de esto y de la retórica de las palabras de los funcionarios argentinos señalando que el país no está en default, las consecuencias del incumplimiento ya se están haciendo sentir.
 
La semana pasada señalé que los primeros efectos se verían por el lado financiero, para luego, de proseguir con el incumplimiento, tener su impacto sobre la economía real.
 
Y en el sistema financiero ya se han manifestados los impactos negativos.
 
Analicemos esto en cinco gráficos.
 
1. Riesgo País. Después de haberse ubicado en niveles por debajo de los 600 puntos básicos, ante el default generado el 30 de julio el riesgo país salto por encima de los 700 puntos básicos nuevamente. Esto es un indicador directo del riesgo que implica invertir en Argentina y se trata del costo de financiamiento que deben afrontar la Nación, provincias y empresas en caso de que el mercado voluntario de deuda estuviera abierto.
 
Para tener una idea de cuán riesgosa es Argentina hoy, Brasil ostenta un riesgo país tres veces inferior mientras que para Chile este indicador se ubicar en niveles de 130 bps.
 
 
2. Contado con Liquidación. Este concepto surge del dólar que relaciona un activo financiero que cotiza en el mercado local con la cotización del mismo activo en los mercados de Nueva York. Básicamente es una medida que indica cuánto esta dispuesto un inversor pagar el dólar para sacarlos del país. Cuanto mayor es el dólar de contado con liqui, más riesgo percibido. Antes del default este dólar oscilaba los $ 9,70 / $ 9,80. Hoy está en $ 10,30 y subiendo.
 
 
3. Dólar Blue. Es cierto que el volumen del dólar informal no es tan representativo, pero también es real que el nivel de transacciones viene aumentando, sobre todo en momentos de mayor incertidumbre. Y el dólar informal tiene un impacto directo en la formación de expectativas. Muchos formadores de precios que importan bienes establecen su precio en base al valor de reposición de los bienes en base a este dólar. Desde principio de junio la tendencia es creciente y acelerándose en los últimos días para ubicarse cerca de $ 13. Mayor valor del blue, mayor presión inflacionaria.
 
 
4. Credit Default Swap (CDS). Los CDS son coberturas contra un default que toman los inversores en contratos privados. Es cierto que no tiene implicancia directa en lo inmediato, pero a mayor prima del CDS más probabilidad ven los inversores de un default. Esto es, más riesgo percibido y más tasa de rendimiento reclamarán al país en el caso de una nueva emisión de bonos.
 
Los CDS con vencimiento a 5 años dieron un salto exraordinario el día viernes 1 de agosto.
 
 
5. Tasa Interbancaria. Por último, también se comenzó a vislumbrar cierta presión alcista sobre las tasas de interés domésticas en pesos. La primera en reaccionar fue el “call money” o la tasa interbancaria, que es la que se cobran los bancos por préstamos de cortísimo plazo, hasta siete días, para cubrir cuestiones puntuales de liquidez. El salto en esta tasa fue evidente el viernes y, de persistir, tendrá su impacto en las tasas de interés de financiamiento de consumo e inversión.
 
 
Como observamos, el sistema financiero ya reflejó la mayor incertidumbre que generó el default. De no ser resuelto en breve, la economía real comenzará a recibir las consecuencias negativas de este proceso.
 
Y eso es algo que no le conviene a nadie por sus impactos económicos y sociales.
 
(*) Fuente de los gráficos: Ambito.com y Deutsche Bank

El costo de un nuevo default para Argentina

Por Diego Martínez Burzaco

Escribo esta columna con el riesgo de que quede obsoleta en cualquier momento, tal vez horas, si efectivamente llega un acuerdo de último momento entre el Gobierno y los holdouts para evitar el default (incumplimiento de pagos de deuda) el 30 de julio próximo.

Ojalá así sea, todos saldríamos favorecidos.

Porque si bien es cierto de que poco tendría que ver la magnitud de este default con el ocurrido en 2001, ya que la deuda involucrada en esta oportunidad es apenas el 1% del monto al momento del estallido de la Convertibilidad (US$ 1.330 millones vs US$ 102.000 millones), existen impactos negativos comunes a ambos procesos.

Y la actual administración gobernante sabe de aquellos costos que implicará un nuevo incumplimiento. Si realmente no tendrían un efecto nocivo de gran magnitud sobre la actividad económica no destinaría tanta energía en su ataque hacia los “buitres”, el sistema capitalista extremo y la justicia neoyorquina sintetizada en la figura del juez Griesa.

Seria interesante analizar qué hubiera pasado durante los últimos 45 días si el Gobierno utilizaba esa energía para encauzar las negociaciones, buscar caminos innovadores y lograr una solución que no comprometa la situación económica de corto plazo ni la sustentabilidad de mediano plazo.

Esto, hasta el momento, no ha ocurrido. Nuevamente reitero, ojalá llegue ates del 30 de julio.

Las esperanzas se achican. El argumento oficial de señalar que Argentina no entrará en default porque ha instrumentado los pagos correspondientes al vencimiento de deuda, desligándose de la responsabilidad de si el dinero llega o no a los acreedores, es como decir que la Selección ganó la Copa del Mundo porque Messi definió de manera perfecta su jugada en la final contra Alemania y la pelota no entró por algo ajeno al jugador del seleccionado.

Es como querer interpretar una realidad distinta a la que realmente es. O, simplemente, volver al recurrente ejercicio de la negación.

La realidad indica que se entrará en default el 30 de julio si no hay acuerdo.

¿Qué implica para todos nosotros?

El primer canal de impacto es lo financiero. Precios de bonos y acciones bajan, suben los costos de financiamiento e imposibilita acceder al escaso crédito externo que tenían a disposición algunas empresas argentinas. Un caso puntual es YPF que recientemente había colocado US$ 1.000 millones a 8,75% bajo un bono a 10 años con legislación neoyorquina. Sí, leyó bien, legislación de Nueva York.

Otro canal de impacto es la mayor presión cambiaria. La incertidumbre, sumado a un nivel de inflación sin precedentes para la era kirchnerista, agudizara la demanda de dólares, en un país donde la divisa escasea. Para contener la suba de la moneda estadounidense, habrá que seducir a los ahorristas con alzas en las tasas de interés internas para que no vuelquen sus pesos hacia un refugio extranjero. Esto afectará, tarde o temprano, al financiamiento de capital de trabajo de empresas en el ámbito doméstico.

En relación al consumo y la inversión, un default es sinónimo de mayor incertidumbre. Y cuando ésta aumenta, ambas variables se ralentizan o paralizan. Se postergan planes de consumo e inversión hasta encontrar un escenario menos beligerante. Falta la confianza. Todo esto impacta en la actividad.

La velocidad de ajuste de estos impactos es distinta. Lo financiero es inmediato, lo real tiene un desfasaje, pero llega.

Y esos costos los pagamos todos. Tarde o temprano, la cuenta se paga.

Se pueden evitar con audacia y valentía política de afrontar los problemas y no patearlos para adelante. Espero, como señalé al principio, que esta columna quedé obsoleta antes del 30 de julio. Esto indicará que todos hemos ganado con el problema resuelto.


Para los economistas, no existe un “default controlado”

Nota publicada en El Cronista Comercial con participación propia
 
Desde la oposición y el propio oficialismo reconocen que el término ni siquiera existe en el mundo financiero.  Dicen que desde Economía se lo busca relacionar con la idea que una cesación de pagos no generaría un escenario catastrófico como el de 2001.
 
“El Gobierno va hacia un default controlado”. Nadie se adjudica la frase y tampoco está claro quién quien fue el primero en usar el término en la discusión sobre la negociación de la deuda argentina, pero lo cierto es que la idea de “default controlado” empezó a rodar y creció cual bola de nieve. Muchos hasta pensaron que el término existía en los libros de economía y finanzas. Pero hacia allí fueron en busca de una definición y nada encontraron.
Cronista.com consultó a economistas y especialistas en finanzas y mercados que, provenientes tanto de la oposición como el oficialismo, coincidieron en señalar que el término “default controlado” no tiene una definición académica.
“La verdad que se trata de una terminología que no existe en los mercados globales ni en el mundo financiero. Si no se paga, es un default liso y llano, ya que no se puede aludir al juez (norteamericano Thomas) Griesa o el BONY como los culpables”, analizó Diego Martínez Burzaco, economista en jefe de Inversor Global.
Advirtió además que “un default tiene consecuencias primero desde lo financiero, con caídas de acciones y bonos”, a lo que se suman “encarecimiento de la tasa de interés y presiones sobre el dólar”. “Todo eso se traslada, después de un tiempo, a la economía. Las empresas encuentran más costos para financiar su capital de trabajo y los consumidores deben enfrentar unencarecimiento del préstamos al consumo”, analizó.
“Controlado es una expresión de deseo”, aseguró por su parte Rodrigo Alvarez, economista y director de la consultora Analytica y subrayó que “la macro no se bancaría este escenario”.
Alvarez señaló que “si a fin de mes el pago no se cumple, este no va a ser un default distinto a los default tradicionales”. “Vamos a tener una mayor presión sobre tipo de cambio y volverán las expectativas de devaluación. En un escenario macro te comiste la competitividad que lograste tocando el tipo de cambio en enero”, evaluó.
Sostuvo que el Gobierno busca imponer la idea de que “no va a ser el default con las mismas implicancias  que en 2001. El gobierno está llegando con cero margen de maniobra solo ajustó la tasa de interés, el tipo de cambio y sigue sin solucionar temas como inflación y el problema fiscal”.
“Con default controlado o no, no accedes al mercado de crédito”, pronosticó.
En sintonía, Esteban Domecq, director de Invecq Consulting SA, comparó un intento de “default controlado” con “algo así como venir por la ruta a alta velocidad y volantear para salirse del camino intencionalmente”.
“Esta maniobra de por sí es muy delicada, porque si algo sale mal, no solo te saliste del camino, sino que probablemente también vuelques y/o colisiones”, apuntó y consideró que los sucesos de los últimos días, con negociaciones que no avanzan entre las partes reflejarían “que el Gobierno está barajando con mucho optimismo la idea de no negociar con los buitres, entrar en default técnico de manera ‘controlada’ y luego plantear nuevos mecanismos para seguir con los pagos de la deuda reestructurada”.
Cerca del oficialismo también reconocen que el tal “default controlado” carece de una definición técnica que explique que podría englobar. Si bien niegan ser padres del término, reconocen que desde el Ministerio de Economía se buscaría dar la idea de que la situación que podría desatar una caída en default hoy no es para nada comparable con el desastre ocurrido en 2001, que incluyó corridas cambiarias, recesión y confiscación de depósitos, entre otros puntos.
En diálogo con Cronista.com Agustín D’Attellis de La Gran Makro, consideró que el término “es un raro invento” en medio de una negociación que nunca se dio y que genera que “todo lo que pasa sea inédito”. Es tratar de configurar algo que es totalmente inédito. Pero ‘default técnico’, si hilamos, fino tampoco existe”, sostuvo y opinó que lo que se trataría de decir es que Argentina entraría a fin de mes en una cesación de pagos en la que el impacto sobre la economía sería limitado.
Y agregó “es importante destacar que de entrar Argentina en un default técnico el 30 julio, en ningún momento se presenta un escenario catastrófico. Las variables económicas son otras en comparación a 2001, principalmente en cuanto a una economía desendeudada”.
Al ser consultado sobre desde que sectores habría surgido el término, D’Attellis dijo desconocer quién fue el primero en tirarlo al ruedo, aunque consideró que desde Economía se buscaría “quitar de encima el emparentamiento de la gente con un cuadro catastrófico”. Argentina no va a negociar porque no puede por la cláusula RUFO, que le generaría una oleada de juicios. Creo que va a preferir default técnico unos meses”, analizó.
El economista Fernando Camusso fue directo y apuntó: “Sin perjuicio de la capacidad de respetables profesionales que opinaron sobre la posibilidad de organizar un default táctico o controlado, creo que el riesgo a sumir es sumamente alto e imposible de medir y acotar”.
“Entiendo que se hable de default técnico dado que en realidad lo que se quiere mostrar es que existe capacidad de pago y que por lo tanto no se debe a un default pleno como en el 2001, sino a un fallo de la justicia norteamericana. Sin embargo, técnicamente solo existe default, lo otro lo agregamos a conveniencia. No debemos subestimar los costos socio-económicos de un evento de esta naturaleza”, advirtió.

Advierten que habrá otra devaluación si no se facilita la entrada de dólares e inversiones

Entrevista que me realizó el sitio Noticias Argentinas
 
El economista Diego Martínez Burzaco señaló que el gobierno “probablemente necesitará devaluar nuevamente” en el segundo semestre del año y señaló que “aún faltan tomar medidas de fondo” para frenar la inflación y recuperar divisas del Banco Central
 
El economista Diego Martínez Burzaco advirtió que el gobierno “probablemente necesitará devaluar nuevamente” en el segundo semestre del año y señaló que “aún faltan tomar medidas de fondo” para frenar la inflación y recuperar divisas del Banco Central.
 
Martínez Burzaco, economista jefe de la consultora Inversor Global, explicó que “se necesitaría una posible devaluación si los esfuerzos para contener la emisión y el gasto público no alcanzan y se incrementa el déficit fiscal”.
 
En una entrevista con la agencia Noticias Argentinas, dijo que las recientes medidas cambiarias “principalmente sirvieron para parar la inestabilidad del corto plazo de dólar,que repercutió fuertemente en la inflación”.
 
El analista consideró que algunas de las medidas tomadas “fueron en la dirección correcta”, aunque advirtió que “se necesita un cambio de fondo que aún no fue resuelto”.
 
Dijo que se requiere que haya una “oferta de dólares sistemática y genuina que engrosen y que haga cambiar la actual debilidad de las reservas”.
 
En su opinión, “todas las medidas para el incremento en la oferta de dólares son coyunturales,como obligar a los bancos a bajar sus depósitos en dólares o pedirle a las cerealeras que adelanten las exportaciones, y no pueden persistir en el tiempo”.
 
Martínez Burzaco señaló que “una de las formas genuinas de obtener dólares puede venir por el lado productivo, otorgando incentivo para diversificar exportaciones o generar un clima de mayor confianza para que vengan inversiones”.
 
Agregó que en el sector financiero el gobierno “debería flexibilizar o modificar “la norma que obliga a los que vienen a invertir a un encaje del 30% del capital, durante tres años, lo que los obliga a tener inmovilizado ese dinero”.
 
El economista alertó que cuando entren en vigencia los aumentos que se acordaron en las paritarias “seguramente vamos a tener un nuevo repunte de la inflación, porque muchos empresarios querrán trasladar ese mayor costo a precios, sabiendo que si la oferta no responde se va a justar por precio”.
 
El economista criticó el programa de Precios Cuidados, al señalar que “es una medida de corto plazo para contener expectativas, y es de carácter coyuntural y no va a servir para nada, como pasó con otras medidas similares en el pasado, cuando se aplicaron este tipo de programas y la inflación no cedió”.
 
El economista de Inversor Global agregó que “en el segundo semestre del año deberían destrabarse los préstamos de los organismos internacionales para compensar la falta de dólares y la caída estacional del comercio exterior porque bajan las liquidaciones”.
 
Confió en que las medidas de corte ortodoxo que se tomaron y el acercamiento al FMI y al Banco Mundial “pueden ayudar a volver a los mercados financieros donde se podrían conseguir dólares”.

Cambió el mapa político, ¿cambia la política económica?

El fallecimiento del Dr. Néstor Kirchner sin duda fue un cimbronazo para el panorama político de cara al próximo año electoral en 2011. Sin duda el reacomodamiento de las piezas políticas será el determinante más importante a seguir en los próximos meses. Desde una posible reelección de la presidenta Cristina Fernández hasta el peronismo disidente pasando por la UCR, el socialismo y lo que quedó del Acuerdo Cívico y Social. Sin duda habrá mucha tela para cortar en este sentido.
Sin embargo, el gran aspecto que me lleva a escribir este ensayo es si efectivamente el drástico cambio político repercutirá en la política económica oficial. El mercado ya dio su veredicto por anticipado luego de las fuertes subas vistas en acciones y títulos públicos durante la semana pasada aún cuando el panorama de los mercados financieros globales había mostrado mayor cautela.
Por un lado, la suba de los títulos públicos ajustados por el CER de largo plazo descontaban un posible arreglo de las estadísticas oficiales del INDEC. Por el otro, el gran salto de las compañías del sector utilities (energía sobre todo) alentaban una política de recomposición de las tarifas públicas con mejoras en los resultados operativos de las compañías.
Desde mi punto de vista, ni una cosa ni la otra es probable en el corto plazo. Las voces oficiales hablan de “profundizar” el modelo, entendiéndose con esto el hecho de profundizar aún más las políticas poco amigables con el mercado vistas hasta el momento. No quiero que se confunda el récord del Merval en pesos de la semana pasada con los augurios de cambios positivos en el corto plazo. Todo será más incertidumbre, más continuidad de lo mismo y mayor ambición política para llegar al poder. El corto plazo estará marcado por la misma falta de certeza vista hasta el momento.
Ahora bien, ¿por qué sube el Merval?. La primer respuesta es la impresionante liquidez a nivel mundial y la búsqueda de mayor retorno, a costa de mayor riesgo, entre los capitales foráneos. Las acciones argentinas están fuertemente atrasadas respecto a sus pares latinoamericanas y los países emergentes. En segundo lugar, el comienzo de la llegada de los balances corporativos a partir de esta semana permitirá vislumbrar jugosas ganancias corporativas en los distintos sectores de la economía. Por nombrar un caso, las compañías agroalimentarias deberían beneficiarse del mejor contexto mundial y la suba del precio de los commodities; los bancos argentinos aprovecharon al máximo las extraordinarias subas de los títulos públicos, mientras que las compañías siderúrgicas deberían haber aprovechado el ciclo económico positivo de los primeros nueve meses del año.
¿Sigue habiendo recorrido alcista o el mercado descontó cualquier noticia positiva?. Es probable que el rally continúe, pero no descartó una toma de utilidades en el corto plazo. Los balances nos ayudarán a posicionarnos en acciones con mejores fundamentos para el largo plazo mientras que la información sobre posibles “takeovers” probablemente seguirá especulando con el precio alcista en algunas acciones.
Si en este contexto la política da signos de mayor certidumbre, entonces todo será más beneficioso y la transición presidencial no debería generar demasiada incertidumbre, proyectando un panorama positivo para el mercado local .para el año 2011.

¿Qué hay detrás de la suba de la calificación de la deuda soberna?

El lunes pasado la calificadora de riesgo Standard & Poor’s elevó la calificación de la deuda soberana argentina de B- a B, con perspectivas estables. De acuerdo al comunicado de la entidad, la mejora en la nota se debe al mejor perfil financiero de la deuda y las menores necesidades de liquidez en el corto plazo.
De esta manera, la nota soberana quedó en el mismo nivel que la registrada en octubre de 2008, antes de que se produzca la nacionalización de los fondos de pensión privados en el país. La nota actual se encuentra cuatro escalones por debajo del grado de inversión, que hoy ostentan Perú, Chile y Brasil en la región.
Con estos niveles de nota soberana, la Argentina iguala la calificación de Paraguay y Bolivia, quedando dos escalones por debajo de Venezuela (BB-) y cuatro escalones por debajo de Brasil y Perú (BBB+).
Ahora bien, la mejora es una buena noticia para la Argentina, pero hay poca esperanza de seguir progresando en este sentido. La falta de previsibilidad jurídica, de reglas de juego claras y de respeto a las instituciones son limitantes que operan en contra de posteriores mejoras en nuestra nota soberana. El lado positivo es el actual ratio de deuda pública / PBI que se encuentra en uno de los niveles más bajo de la historia en torno al 40%.
La reacción del mercado
Los bonos argentinos han mostrado un desempeño muy positivo en lo que va del año a partir de diferentes razones: excesiva liquidez en los mercados financieros mundiales, clima más benigno a nivel global, menor percepción de un default soberano a partir de la utilización de reservas internacionales y atraso relativo en los rendimientos de los bonos locales respecto a sus pares.
A continuación podemos observar las tasas de rendimiento internas (TIR) de los bonos locales más representativos en la curva de rendimientos:
Pese a la mejora evidenciada en los precios de los títulos soberanos, los mismos pueden continuar su tendencia alcista debido a que los rendimientos evidenciados todavía están muy por encima del promedio de la región. Desde ya que ese mayor rendimiento refleja el mayor riesgo de los activos argentinos respecto un activo chileno, brasileño o peruano. Cabe destacar que Brasil pudo colocar en esta semana deuda a 30 años con un rendimiento de tan sólo 5,3%
El mercado doméstico tomó la suba de calificación como una noticia descontada tras el último canje deuda que sacó a la Argentina definitivamente del default tras la aceptación del 92% a nivel agregado de los acreedores.
Desde mi punto de vista, la mejor perspectiva de los títulos locales puede ser comprendida por un escenario global más benigno que lleven a los inversores a buscar mayor riesgo para conseguir mejores tasas de rendimiento. 
Los méritos propios no son tan valederos como los factores externos, pero el mercado muestran que el apetito por deuda local ha recobrado interés y es probable que la Argentina vuelva a los mercados voluntarios de deuda de un momento a otro.

El mercado entre los bloqueos de planta, paros sindicales y Papel Prensa

Lo que parecía encaminado y con buenas perspectivas futuras se disipó rápidamente. El mercado local estaba “de fiesta” con ingreso de capitales del exterior, los rumores de vuelta a los mercados voluntarios de deuda y el mejor posicionamiento de las empresas cotizantes locales a pesar del clima de incertidumbre económica a nivel mundial.

Sin embargo, cuando todo es furor y optimismo siempre hay razones para una toma de ganancias. Y así se fueron desencadenando distintos hechos vinculados con el Gobierno y el sector privado que volvieron a acrecentar los temores sobre la seguridad jurídica que llenan de dudas a los inversores locales y extranjeros.

Estamos en una semana de plena toma de utilidades, más allá de los conflictos locales existentes, el mercado tiene que digerir toda la suba que tuvo principalmente en el mes de julio. En ese sentido debemos interpretar este movimiento como una corrección dentro de un mercado que, según mi criterio, presenta oportunidades.

A tener en cuenta están las acciones de Telecom que presentó un balance con grandes utilidades, no tiene deuda financiera y logró una mejora de las tarifas de los teléfonos celulares del 20%, lo cuál tendrá un impacto positivo en los próximos trimestres.
Dos empresas vinculadas con la industria alimenticia trajeron números que sorprendieron: Ledesma y Molinos, ambas acciones a tener en cuenta.

En el rubro siderúrgico destacamos a Siderar, que cuenta con una ganancia acumulada de $ 3,25 por acción en el primer semestre y está en el centro de la escena en el conflicto sindical. De mediano plazo es una acción para considerar.

Por último, la corrección de Tenaris vuelve a poner atractiva la zona de compra. Lo mismo para Petrobras Brasil que está a la espera de su capitalización de acciones prevista para el mes de septiembre.