El dilema de los Bancos Centrales

Hace mucho no nos hablábamos por acá. De hecho, esta es mi primer columna del año. Necesitaba descansar, despejar la mente y tomar distancia de esta eterna crisis financiera global que parece no tener fin. Tarde o temprano acabará, pero es imposible saber cuándo.

Hoy vuelvo tras lo ocurrido recientemente.

El golpe al sistema bancario global podría haber sido un punto de inflexión hacia adelante. El “tranquilo” andar que tuvieron los bancos centrales en 2022 para ejecutar una de las políticas de tightening más agresivas de la historia podría verse interrumpido.

En reiteradas ocasiones mencionamos la excepcionalidad del 2022. Han caída al unísono los bonos y las acciones, rompiendo una correlación negativa que marcaban las estadísticas y los libros. Pero no fue solo una descorrelación. En el pasado reciente (últimos 50 años) ya habíamos tenido años como el anterior. Lo realmente excepcional y único fue la caída de los bonos del Tesoro estadounidense en dos dígitos.

El impacto directo sobre los inversores se hizo notar en el mark to market de las posiciones. Con solo ver el statement de la cuenta, uno podía visibilizar el daño de la situación. Pero esto no era tan evidente en las hojas de balances de los bancos globales, donde la convención contable permite valuar estos activos a su valor técnico (Hold to Maturity) y no a precio de mercado.

Este “ocultamiento” legal de las pérdidas tiene un límite. El mismo es cuando las tasas siguen subiendo (los precios de los bonos bajando) y la pérdida contable acumulada empieza a tener una magnitud igual o mayor al capital de una entidad bancaria. Sin una política adecuada del manejo de riesgo de tasa de interés, sobreviene una situación como la ya conocida de Silicon Valley Bank.

La crisis de liquidez suscitada debió ser atendida rápidamente por las autoridades regulatorias involucradas, entre ellas el Tesoro de Estados Unidos, la Reserva Federal y la FDIC. La respuesta fue inmediata y contundente, con un tamaño de ayuda mucho más fuerte del estimado por el mercado. Los efectos colaterales continuaron en otros bancos regionales, con una salida de depósitos a un ritmo sin precedentes, que debió ser atendida por la cooperación público-privada (ayer se anunció un salvataje a First Republic Bank de USD 30.000 millones por parte de los principales bancos estadounidenses).

Por si fuera poco, el ruido se expandió a Europa. Si bien el epicentro es Credit Suisse, algunos bancos menores europeos dan muestras de inconsistencias entres sus hojas de balance. El primero se resolvió transitoriamente con una ventana de liquidez del Banco Central de Suiza por 50.000 millones de francos suizos. El segundo, ¿se resolverá con ayudas próximas por parte del Banco Central Europeo?

A esta altura, la señal de las autoridades de política monetaria global es, al menos, contradictoria.

Por ejemplo, ayer la hoja de activos de la FED mostró una expansión por primera vez en 4 meses (en los que había estado achicando sus activos lo que es lo mismo a decir retirando dólares) producto del rescate de depositantes del Silicon Valley Bank. Por el otro lado, los miembros del Comité de Política Monetaria insisten en cada aparición pública que las tasas de interés deben seguir subiendo para terminar de derrotar a la inflación. En esta línea, la FED parece haber retrocedido un paso respecto la posición de hace dos semanas (cuando se priceaba un ajuste de 50bps en el costo de dinero), pero sigue en camino para subir algo más simbólico la tasa de interés (¿25bps?).

Nuestra impresión particular es que eventos bancarios como los vividos en estas dos semanas no serán los primeros ni los últimos. En un contexto de desaceleración económica, el ruido en el sistema financiero y bancario traerá mucha más aversión del ahorrista y del inversor. Allí, los banqueros centrales tendrán un fuerte dilema que afrontar hacia adelante: despreocuparse de la inflación y atender los problemas de liquidez (para evitar que se transformen en solvencia) con política monetaria expansiva o mantener su ruta de combatir la inflación hasta las últimas consecuencias, a costa de generar una profunda recesión con caos bancario y financiero.

El final está abierto. De allí la relevancia de lo que vendrá en las próximas semanas.

Habló la FED, ¿qué nos dijo?

Cada vez estoy más convencido de que la FED no tiene un camino certero hacia adelante. Es este desconcierto el que retroalimento el nerviosismo del inversor y genera los cambios de humor tan intensos como los que vivimos el pasado miércoles.

El 2 de noviembre, los mercados se encontraban en terreno negativo hasta la decisión de la Reserva Federal de ajustar la tasa de interés, por cuarta vez consecutiva, en 75 puntos básicos. Inmediatamente, los principales índices de Wall Street revirtieron esas pérdidas y se pusieron en positivo. ¿La razón? Alguns indicios de que la autoridad monetaria mostraría una postura menos agresiva hacia adelante en base a la siguiente confirmación:

“Al determinar el ritmo de los aumentos futuros en el rango objetivo, el Comité tendrá en cuenta el endurecimiento acumulativo de la política monetaria, los rezagos con qué política monetaria afecta la actividad económica y la inflación, y la evolución económica y financiera”.

El mercado consideró que la FED no avanzaría con un nuevo ajuste de 0,75% en su tasa de referencia en la reunión de diciembre ya que la magnitud de lo acontecido en 2022 había sido suficiente y siempre existe un rezago entre el anuncio de política monetaria y su efecto en la economía.

Pese a esto, media hora después, las expectativas se transformaron nuevamente. En la conferencia de prensa, Jerome Powell se encargó de transitar el camino de la ambigüedad y quiso mostrar una postura mucho más agresiva de la que había interpretado el mercado inicialmente.

Así, el presidente de la FED hizo hincapié más en el nivel de tasa de interés necesario que en la velocidad de ajuste. Y adicionalmente señaló que una vez alcanzado dicho nivel, el mismo permanecerá allí por mucho tiempo. El objetivo, reiteró una vez más, es “que la tasa de inflación vuelva al objetivo de largo plazo de 2%.

Así, las bolsas hablaron por sí solas:

Entiendo lo difícil e incierta que está la situación actual. Si las proyecciones macroeconómicas nunca han sido del todo efectivas, ahora lo son menos. Pero la FED, en pos de recuperar la credibilidad perdida (cuando durante todo el 2021 hablaba de “inflación transitoria”), está generando más dudas que certezas en la actualidad.

Para la reunión de diciembre, tendremos dos datos de inflación a publicarse, la de octubre y la de noviembre. En función de los datos, se definirá la magnitud del incremento de la tasa de referencia en la reunión de diciembre, pautada para el 14 de diciembre.

Hasta allí, el mercado hará su apuesta.

Mis impresiones sobre lo ocurrido el miércoles

Dicho lo anterior, hay algunas cosas que quiero dejar en claro sobre lo que me dejó a mí la última reunión del Comité de Política Monetaria.

1. La ambigüedad de la FED no es un error, sino que es algo buscado. Por un lado, sabe que existe un lag entre el ajuste de la política monetaria y el impacto en la economía. Eso se comenzará a ver de lleno en el 1T23 y es por eso que no quiere ir hacia un “hard landing” desordenado. Sin embargo, tampoco la autoridad monetaria se sienta cómoda con un mercado financiero en modo “risk on”, previendo de que el ajuste de la tasa terminó. La FED se siente cómoda con el pánico financiero.

2. Es evidente que la entidad buscará alguna “excusa” benigna en los datos de inflación de octubre y noviembre para desacelerar el ritmo de ajuste de las tasas, pasando a un 50bps como el escenario más probable. Eso dará cierto aire, pero el trabajo duro no estará terminado aún.

3. El cambio de foco en la política monetaria que quiso llevar Powell, llevando la discusión desde el próximo ajuste de tasa hacía la tasa terminal de la FED es que todavía no sabe cuál será el nivel neutral de largo plazo que sea capaz de controlar la inflación fuertemente. Así, el mercado interpretó que habrá un escalón adicional en la tasa terminal, a la zona de 5,25% en promedio. ¿Cambia la ecuación o el panorama de lo que se tenía? En absoluto, apenas unas décimas no pueden cambiar una estrategia de inversión de largo plazo.

Todo lo anterior desemboca en las siguientes visiones para la construcción de una cartera de largo plazo:

  • Continúo sosteniendo que tasas de bonos corporativos grado de inversión en torno al 7% son de lo mejor que hay para una cartera de mediano plazo en la actualidad.
  • Los balances dieron un nuevo impulso a las acciones de la economía tradicional (o value) por sobre las acciones de crecimiento. En algún momento no muy lejano, habrá que empezar a ver el growth con agrado, sobre todo en las empresas de gran capitalización bursátil con crecimiento.
  • Finalmente, aún con China siendo una incógnita, algunos mercados emergentes tienen valuaciones atractivas para los que quieren asumir riesgos. En la región, Brasil sigue teniendo mi mayor preferencia.

Aprendiendo en los mercados,
Diego Martínez Burzaco

P.D.: Recordá que tengo mi canal de Telegram donde todos los días posteo información de mercado relevante que puede serte útil. Si no sos parte aún, te invito a serlo acá.

El dilema de la FED, ¿ajusta o no ajusta?

Es cierto que la historia de los mercados globales  y la FED está llena de fases de fuertes incertidumbre. Es allí, en esas instancias, cuando se producen las más interesantes oportunidades de compra para las carteras de inversión. Pero como es lógico, son esos momentos también los más difíciles para tomar la decisión de invertir el dinero.

Así es la naturaleza de los mercados. No existen decisiones fáciles, con bajo riesgo, que impliquen interesantes retornos hacia el futuro.

Llevando lo anterior al plano de la economía global, y de la política monetaria en particular, en una de las situaciones anteriores debe estar Jerome Powell y los demás integrantes del Comité de Política Monetaria de la Reserva Federal.

El miércoles 16 de marzo será, sin dudas, uno de los días más importantes para el organismo y su dirigencia de los últimos 10 años. Es cuando deben decidir si ajustan o no las tasas de interés. Pero más importante que eso, es la señal que darán hacia adelante. Los mercados estarán ansiosos y volátiles, siendo un factor condicionante de futuras movidas de la FED.

Contra la espada y la pared

“¿Cuál va a ser el nivel de magnitud de tightening de la FED en 2022?”

Si a cualquier analista o inversor le tocaba responder esa pregunta a principio de 2022, la respuesta hubiera sido clara: un ajuste de 25 bps o 50 bps en marzo y una agresividad significativa de allí en adelante para domar la inflación.

Nadie dudaba de que la FED tenía que avanzar fuertemente en el control de la suba del nivel general de precios, poniendo las expectativas a raya. De hecho, cuando la entidad envió esa señal a fines de diciembre, los mercados celebraron la noticia.

Sin embargo, tan solo dos meses después, la situación cambió radicalmente. No por la inflación, que lejos de frenar se aceleró, pero sí por el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania. Este fenómeno, como escribí la semana pasada, no hizo más que estimular las expectativas inflacionarias vía el gran salto en el precio de los commodities. Pero, a la par, también creció el sentimiento de que el mundo puede entrar en una recesión económica en el segundo semestre si el enfrentamiento bélico escala.

¿Acaso la FED se animará a poner en práctica una política monetaria super restrictiva para controlar la inflación pagando el costo de ser señalada como la gran artífice de una recesión en USA?

Particularmente, yo no lo creo, pero es mi opinión personal.

¿Que nos dice la historia…?

Remontándonos a los ’70 y hasta la crisis de 2008, las tasas de interés de corto plazo de la FED (línea roja) siempre han respondido a la aceleración de la tasa interanual de inflación en USA (línea azul), llevando en varios períodos a un nivel de tasa de interés real positiva (línea roja por encima de la azul). Sin embargo, hubo un cambio de paradigma a partir de la crisis subprime: durante 14 años, nunca las tasas de interés de la FED volvieron al nivel de positividad en términos reales.

Mi visión particular es que la autoridad monetaria hará ajustes de tasas, pero muy graduales. Intentará hacer un equilibrio entre dar alguna señal de lucha contra la inflación y no someter a la actividad al terreno de la recesión.

En esa línea, también estará mirando el mercado de cerca. Con los ánimos exacerbados por la guerra, una presión vendedora evidente de activos de riesgo y una volatilidad a la que la gran mayoría del mundo inversor se había desacostumbrado, la decisión de la FED puede disparar la ansiedad o llevar algo de calma.

Aprendiendo en los mercados,

DMB

P.D.: Sobre este tema, grabé un video para mi canal de Youtube. Miralo acá, dejame tu comentario y suscribite.

Entrevista Radial en Gestiona Radio (España)

En esta oportunidad te comparto la entrevista radial que me hicieron en Gestiona Radio de España en el programa Tiempo Real. Hablamos de Wall Street, la situación de las acciones, las tasas de interés en Estados Unidos y qué hará la FED en su próxima reunión.

Escuchá la entrevista debajo:

La Fed y el dólar en su laberinto

Columna publicada en Inversor Global

No es Grecia, sino Estados Unidos.

Allí debería estar el foco del inversor si quiere detectar tendencias para su cartera en un horizonte de mediano plazo.

Grecia representa el 2% de la economía de la Unión Europea. Y el lunes habrá una reunión de emergencia en el bloque para analizar su situación.Lo más probable es que la solución llegue a último minuto, prolongando la agonía griega para el futuro. Y en caso de que no ocurra, seguramente habrá volatilidad. Pero sólo en el corto plazo…

Lo importante es lo que está ocurriendo al otro lado del Atlántico con la principal economía del mundo: Estados Unidos. Y lo cierto es que a esta altura del año la dinámica de la actividad no está siendo la que esperaban la gran mayoría de los funcionarios de la Reserva Federal.

Recordemos que la entidad abandonó su política de expansión monetaria a finales de 2014 con la idea de comenzar a subir sus tasas de interés temprano en 2015. De esta manera, quería dar una señal de cierta “normalidad” al sistema financiero y sus agentes.

No solo que esto no ocurrió, sino que en la última reunión de política monetaria (del martes y miércoles pasado) la Fed dejó una clara alerta al mercado: no habrá suba de tasas de interés.

¿Cómo lo sé?

Algunos puntos del comunicado son muy elocuentes al respecto:

  • “La economía se ha expandido a un ritmo moderado recientemente”
  • “Disminuimos la proyección de crecimiento del PBI para este año”
  • “No se descartan alzas en la tasa de interés de acá a fin de año”

Las tres citas son una clara alusión a un tono menos agresivo de un banco central que se encuentra en medio de una encrucijada: si sube la tasa puede ralentizar aún más el magro crecimiento económico actual. Si no la sube, el mercado intensificará su adicción por el dinero “gratis”.

Ciertamente, parece un laberinto sin salida.

Mientras tanto, la reacción de los inversores fue contundente. Subieron el oro, el petróleo, las acciones y los bonos. Y esto con la “tragedia griega” en el medio.

¿Saben qué fue una de los pocos activos que bajó?

El rendimiento de los bonos del Tesoro americano y… ¡el dólar!

Esto último no debería sorprendernos. Se lo advertí en el newsletter de principios del mes de abril titulado “La suba del dólar tiene los días contados…”. Allí señalaba lo siguiente:

“Por el otro lado, los datos actuales confirman mi presunción: la economía estadounidense crece, pero de manera timorata. ¿Se crean más empleo? Sí. ¿Hay más confianza del consumidor? Sí. ¿El consumo despega finalmente? Ni.

En este último punto puede haber una lección encubierta consecuencia de la última crisis: el consumidor estadounidense cuida más su ingreso, es más cauto. ¿Cómo lo sé? Basta con mirar la evolución de la Tasa mensual de ahorro personal, que publica el Bureau de Análisis Económico, la cual acumula una mejora continua durante los últimos seis meses.

En septiembre, octubre y noviembre, la tasa promedio de ahorro era del 4,5% de los ingresos. En diciembre saltó a 4,9%, en enero a 5,5% y en febrero a 5,8%. Esto quiere decir que la mayor cantidad de ingresos disponible proveniente de la caída del precio de la gasolina no fue a consumo sino que se destinó gran parte a ahorro.

De allí que la economía estadounidense no muestra una gran recuperación en los últimos meses como se preveía con la venidera estampida bajista del petróleo.”

Y la Reserva Federal comenzó a sincerar esa situación con las proyecciones vertidas en su último comunicado:

grafico

De la tabla anterior se pueden sacar importantes conclusiones:

  1. Se espera menor crecimiento del PBI en 2015
  2. La tasa de desempleo mejoraría menos de lo estimado inicialmente
  3. No habrá presiones inflacionarias

Todo lo anterior tira, entonces, por tierra las especulaciones de que la Fed comenzará a subir las tasas de interés en el mes de septiembre. Las expectativas se han movido una vez más hacia adelante, esta vez, al último trimestre de 2015.

Pero nuevamente le digo, en caso de que esto ocurra el ajuste será simbólico y el gradualismo se impondrá por muchos años. La Fed está atrapada en esta instancia.

Y el dólar también…

Sino miré lo que ha venido ocurriendo con la cotización de la divisa en función de la canasta de monedas de países desarrollados.

grafico

 

Como podemos observar, luego de la gran sobre reacción del mercado, que fue de agosto de 2014 hasta marzo de 2015, el dólar viene retrocediendo al compás de la música menos exultante de la Fed.

¿Cómo sacar provecho de esta situación?

Por dos caminos:

El primer es más intuitivo y sería apostar en el corto plazo a empresas exportadoras estadounidenses o con negocios en el exterior ya que la debilidad del dólar proporcionará un efecto positivo en los ingresos generados por fuera de los Estados Unidos.

El segundo sería hacer una apuesta de riesgo por el retorno de los commodities. Sabemos que la correlación entre el precio de los mismos y el valor del dólar es inversa, por lo que si la debilidad reciente de la divisa estadounidense llegó para quedarse, los precios de las materias primas podrían tener un punto de inflexión.

Esté atento a cada circunstancia.

A su lado en los mercados,

Diego Martínez Burzaco

Los dueños de la liquidez

Esta frase se ha puesto de moda durante las últimas semanas ante el posible accionar divergente de la Reserva Federal en torno a su política monetaria. ¿Qué es, a quién afecta y cómo el inversor puede sacar provecho de esto?

“Vamos a tener que acostumbrarnos a vivir en un mundo con mayor restricción de liquidez”, señala cualquier economista global que tiene que dar una exposición ante inversores en estos momentos.

¿Qué es lo que realmente nos está diciendo? ¿A qué apunta? ¿Me produce algún efecto cómo inversor?

Tengo la intención de responderle cada una de estas inquietudes con la mayor simpleza posible. Ese es mi objetivo para la columna del día de la fecha.

En vocabulario plano, la liquidez no es más que la mayor disposición de fondos monetarios para cualquier participante del mercado a un costo razonablemente bajo.

Tras la crisis hipotecaria en Estados Unidos, allá por el 2007, el banco central de ese país, llamado Reserva Federal, se aseguró de que haya suficiente cantidad de dólares para todas las compañías e individuos que acudían al mercado. El objetivo primordial era que no haya una crisis de liquidez que pudiera terminar en una crisis de solvencia financiera.

Para esto, utilizó extraordinariamente su política monetaria, haciéndola híper-expansiva. Así, la Fed avanzó con una baja de la tasa de interés de referencia (costo del dinero) hasta 0% y, en paralelo, emitió dólares en abundancia.

El modus operandi de esto último fue salir al mercado secundario a comprar bonos hipotecarios, proceso que permitió expandir la cantidad de dólares en el sistema financiero y, al mismo tiempo, disminuir los rendimientos de dichos títulos presionando a la baja a la tasa de interés.

Todo lo anterior resulta ultra conocido. Pero avancemos un poco más en el análisis para determinar qué impacto real tuvo esta política sobre los agentes del mercado.

Una de las repercusiones más importantes está a la vista: el inicio de un mercado alcista (bullmarket) que ya lleva seis años de duración. Los índices accionarios de Wall Street están en máximos históricos permitiendo una recomposición de la riqueza de los hogares (mucho ahorro en Estados Unidos se canaliza mediante el mercado de capitales) y de las empresas.

Esto generó más confianza, pero al mismo tiempo retroalimentó la necesidad de la política monetaria expansiva como sostén necesario de las actuales condiciones financieras. Al mismo tiempo, dicho comportamiento de la Reserva Federal generó una distorsión de incentivos muy importante sobre las firmas.

Sabiendo que la dosis de inyección monetaria no duraría para siempre, las grandes corporaciones evitaron invertir una gran parte de sus ingresos en nuevos proyectos dándole la prioridad a la acumulación de liquidez en sus hojas contables.

Una prueba de ello es la siguiente tabla:

Liquidez

Si consideramos las 10 empresas estadounidenses más grandes por capitalización bursátil, observamos que poseen una liquidez equivalente a US$ 673 mil millones. Se trata de una cifra espectacularmente elevada que, en algunos casos particulares, representan hasta más del 30% del valor de la compañía en Bolsa (ej. General Electric).

¡Y la cifra sería mayor si no se hubieran aplicado agresivos planes de recompra de acciones propias y de distribución de dividendos a los accionistas!

Esta es una de las principales causas para explicar por qué le economía global no ha logrado expandirse al ritmo del crecimiento de la liquidez. El mayor dinero recolectado por las empresas no se reinvirtió, sino que fue atesorado.

Y al no ampliarse la inversión, la capacidad productiva se estanca y no dinamiza la demanda agregada global.

NO ESTÁ TODO PERDIDO

Este comportamiento vislumbrado en las grandes empresas alimentó la suba del mercado en el corto plazo, pero no sentó las bases para una expansión lo suficientemente sustentable para el largo plazo.

Es lógico pensar que la aplicación de medidas extraordinarias por parte de la Fed no iba a durar por siempre y de allí la cautela en el uso de la liquidez. Pero sabemos que esto tiene un costo importante pensando en un horizonte más largo.

Si una empresa no expande su frontera de producción, ¿cómo es posible que cree valor para el accionista?

Quizás la respuesta está en ver a la crisis como una oportunidad, algo que pregonamos por siempre en Inversor Global.

Estamos atravesando un punto de inflexión en esta política monetaria laxa que llevó adelante el organismo estadounidense. Lo que se discute ahora en las mesas de dinero es cuándo la Fed comenzará a contraer su política monetaria, revirtiendo el ciclo de tasas 0%. ¿Último trimestre de 2015? ¿Primero de 2016?…

No es relevante. Lo que es importante para el inversor es que el solo hecho de que la Fed comience a encarecer el costo del dinero genera pánico, temor e incertidumbre. Es un cocktail perfecto para desatar una crisis y que muchos jugadores del mercado entren en desesperación.

Y allí se pueden dar las grandes oportunidades.

¿Y quiénes están en la mejor posición de sacar provecho? Precisamente las empresas que más robusta posición financiera tengan, aspecto que está íntimamente vinculado con la porción de liquidez que posean en sus hojas de balance.

Al tener mayor flexibilidad, la capacidad de generar grandes negocios es mayor.

Es por eso que como inversores, cuando la Fed lleve adelante este punto de inflexión en su política, debemos estar atentos a las compañías presentadas anteriormente. Éstas tienen mayor capacidad de adaptarse al cambio de coyuntura.

Y eso es sinónimo de mayor retorno para su cartera de inversiones si confía en las mismas.

A su lado en los mercados,

Diego Martínez Burzaco

¡Volvió la guerra de monedas!

 
Se cerró una semana con mucha actividad y novedades en el escenario geopolítico global, sobre todo por las decisiones de política monetaria de los principales bancos centrales del mundo.
 
Hacía mucho tiempo que no ocurría esto.
 
Cuatro bancos centrales fueron protagonistas excluyentes de la escena internacional. Dos de países desarrollados y dos de países emergentes.
 
Presentaremos lo anunciado por las entidades bancarias por el grado de sorpresa creciente que tuvieron estas decisiones sobre los participantes del mercado.
 
Estados Unidos
 
Como era previsible, en la reunión del Comité de Política Monetaria, la Reserva Federal de ese país anunció el fin del programa de estímulo monetario parte III, o como se lo conoce en la jerga bursátil Quantitative Easing III (QE III).   
 
¿Qué significa esto para el ciudadano de a pie?
 
El banco central de Estados Unidos no inyectará más dólares para comprar bonos, hacer subir los precios de los mismos y bajar el interés. Al no existir esa demanda artificial de bonos, las tasas de interés comenzarán a subir gradualmente, no solo en ese país, sino que el encarecimiento del financiamiento se exportará al exterior.
 
Repito, será un proceso gradual. Pero hemos visto un punto de inflexión y el dólar se fortaleció por este motivo a nivel global.
 
Brasil
 
Sorpresivamente, y un día después de la reelección de Dilma Rousseff, el Banco Central de ese país decidió subir la tasa de interés de referencia (Selic) en un cuarto punto porcentual hasta el 11,25%. Con una inflación en torno al 6,25%, la tasa de interés real se ubica en 5%.
 
Si un brasileño invierte en un plazo fijo a esa tasa a un año de la plazo, cuando retire su dinero incrementará su poder de compra en un 5% con la inversión.
 
Pero el real objetivo detrás de esta movida fue frenar el descontento de los mercados e inversores con la reelección de la candidata oficialista, tratando de seducirlos con una tasa de interés mayor y evitar que salgan capitales al exterior presionando al valor del real.
 
Durante esta semana, el objetivo se cumplió porque se logró estabilizar el real en nivel de BR$ 2,45 / BR$ 2,50. Veremos como continúa en el futuro.
 
Rusia
 
La masiva salida de capitales en Rusia obligó al Banco Central a subir drásticamente la tasa de interés del 8% al 9,5%. Pese a que la semana finalizó algo mejor, el rublo ruso acumula una depreciación mayor a 25% en el año, siendo una de las monedas emergentes más castigadas por la coyuntura.
 
El fortalecimiento del dólar y la caída del precio del petróleo, principalmente, continúan presionando la moneda rusa y las perspectivas lucen desafiantes.
 
Japón
 
Si el anuncio realizado por el Banco Central de Japón en abril de 2013 de duplicar la base monetaria en el término de dos años no había sido suficiente, en el día de la fecha la entidad subió ese objetivo en un 15% adicional.
 
Este anuncio de yenes para todos sorprendió positivamente a todos y motivó una rally alcista no sólo de la Bolsa japonesa (casi 5%) sino de Europa y Estados Unidos, cerrando nuevamente en máximos históricos.
 
El dato a considerar es que tras el anuncio el yen perforó la barrera de 112 yenes por dólar y alcanzó su menor nivel en los últimos siete años.
 
El objetivo es sacar definitivamente a la economía de la parálisis causada por el proceso deflacionario deprimente que atraviesa la economía en las últimas dos décadas.
 
 
Tres conclusiones importantes se desprenden de estos movimientos:
 
1- La guerra de monedas está de vuelta y es probable que empecemos a ver tensiones comerciales en breve entre Estados Unidos y las otras potencias globales que vieron sus monedas depreciarse fuerte contra la divisa estadounidense.
 
2- La depreciación de las monedas emergentes podrían dar lugar a incipientes procesos inflacionarios.
 
3-  El precio de las acciones globales podría seguir sostenido mientras continúe la fiesta de la emisión monetaria en el mundo desarrollado. Hoy Japón, ¿mañana Europa?

La paradoja de la FED: sube absolutamente todo!

Después de unos meses de dejar desatendido este blog he decidido volver a tomar el toro por las astas y comenzar a revivirlo con contenido propio.
 
Si bien ha pasado mucha agua bajo el puente en la economía global desde mi último post, lo que prácticamente no se ha modificado es la tendencia de los dos mercados más importantes de los Estados Unidos: el de acciones y el de bonos.
 
La tendencia fue claramente alcista.
 
Cuando promediaba mis estudios universitarios, dando mis primeros pasos en el aprendizaje de la economía y las finanzas, recuerdo haber leído en más de una oportunidad, en libros de textos o papers, a más de un prestigioso economista y/o analista de mercado señalar el comportamiento opuesto que históricamente mostraban las acciones y los bonos del Tesoro estadounidense.
 
El argumento principal era el siguiente:
 
“Cuando los inversores sienten el riesgo y tienen en pánico, es lógico ver un movimiento masivo de venta de acciones (haciendo retroceder a los mercados) que fluye a los bonos del Tesoro estadounidense, incrementando su demanda, haciendo subir sus precios y disminuyendo sus rendimientos. Estos activos son utilizados como un refugio seguro hasta tanto pase el vendaval que originó la venta de acciones. De esta manera, mientras que los mercados de acciones bajan, el mercado de los Treasuries sube. Es decir, se mueven en dirección opuesta.
Con el mismo razonamiento, cuando observamos una mayor tolerancia al riesgo de los inversores, se produce el movimiento contrario. Se venden los bonos del Tesoro, sus precios caen, para comprar acciones, generando una suba en las bolsas. Nuevamente, ambos mercados se mueven en dirección opuesta.”
 
Hasta aquí todo muy entendible e intuitivo.
 
Pero entonces cómo explicamos el siguiente gráfico entre el S&P 500 (rojo) y el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años (azul):
 
 
En los últimos 5 años, el S&P 500 duplicó su valor y alcanzó un récord histórico. En el mismo período, el rendimiento del Treasury a 10 años bajó casi un 25% (o lo que es lo mismo, el precio de los bonos subió).
 
Esto quiere decir que tuvimos tanto un bull market en acciones como en bonos, contradiciendo la teoría mencionada anteriormente.
 
¿A qué se debe?
 
Pura y exclusivamente a la Reserva Federal. La extraordinaria política monetaria expansiva ha generado, por un lado, una deflación en los rendimientos de todos los instrumentos de renta fija del mercado, incluidos los bonos del Tesoro americano. Por otro lado, ha generado una gran inflación en los precios de los activos financieros de la categoría de renta variable (acciones). De esta manera, ambos mercados (acciones y bonos) tuvieron una fabulosa expansión alcista.
 
¿Es acaso racional esto? Para lo que se había vivido antes de la crisis de 2007 claramente no lo es. Sin embargo, ahora parece el estado más lógico y “normal”.
 
De cara al futuro, los agentes actúan pensando que esta política de la Reserva Federal se mantendrá para siempre (o al menos por un período de tiempo relativamente largo). Esto es lo que aumenta los riesgos de cara al futuro.
 
Si no es un inversor cortoplacista y se focaliza más allá de dos o tres años vista, una estrategia “racional” a ejecutar sería apostar a la vuelta de la “antigua normalidad” en términos de rendimientos de los bonos del Tesoro.
 
Allí, jugarle a una baja en estos instrumentos no sería alocado. 
 
Al menos, con una parte de sus ahorros.