Portafolio 60-40: ¿estás listo para invertir?

“¿Cómo venís atravesando este año tan turbulento en materia de inversiones?”

“Sabés que la ví venir clarito a fin de año. Vendí todas mis posiciones en acciones porque las valuaciones no tenían sentido. Toda la liquidez la invertí en los activos más seguros del mundo (Bonos del Tesoro estadounidense). Diez meses después, llevo perdiendo un 12%. ¿Podés creerlo?”

Lo anterior no es una escena de ciencia ficción. Tampoco inventada. Es el diálogo que tuve con un amigo apenas dos semanas atrás. Me pareció importante traerla al centro de esta columna ya que es lo más representativo de la situación de los mercados en este 2022.

Ya a las puertas del undécimo mes del año, hasta el momento no hubo lugar donde esconderse para proteger el capital. Tanto las acciones como los bonos han bajado considerablemente haciendo tambalear fuertemente el cimiento de la estrategia del Portafolio 60 / 40.

Para quienes no están muy familiarizados con dicho mecanismo de inversión, el mismo consistente en dividir la cartera en de inversiones 60% en acciones y 40% en bonos. Manteniendo esas proporciones a lo largo de los años, este portafolio logró un rendimiento anual promedio de 7,86% en durante los últimas 3 décadas (hasta el 2021).

La lógica detrás de esto es que existe una correlación negativa histórica entre las acciones y los bonos. En los años en que generalmente las primeras tienen un retorno positivo importante, los bonos no lo hacen tan bien (los inversores toman más riesgos en un escenario de mayor confianza y optimismo). Por el contrario, cuando cambia el ciclo económico y las acciones caen, los bonos tienden a tener una performance positiva, compensando las bajas en la renta variable (los inversores se vuelven más aversos al riesgo, venden acciones y se refugian en bonos).

Así, muchos inversores que no desean hacer una gran rotación de la cartera y no se desesperan por llevar adelante el market timing, descansan en esta estrategia.

Este año, la estrategia en cuestión viene siendo fuertemente cuestionada. Las acciones caen cerca de 25% en promedio (cuando tomamos el S&P 500 y el Nasdaq), pero también los bonos están fuertemente bajo presión: han tenido la peor performance anual histórica, con una baja en torno a 15%.

¿La razón?

La lucha contra la inflación que están llevando adelante los bancos centrales, con la Reserva Federal liderando este proceso. Luego de estar muy pasivos en términos de su política monetaria, las autoridades monetarias globales intentan retomar el protagonismo y dejar de correr a la inflación de atrás.

Este proceso ha sido (y todavía lo es) muy doloroso en términos de destrucción de riqueza financiera. Considerando la caída de acciones y bonos alrededor del mundo han desaparecido más de USD 92 billones (trillones americanos) de los mercados mundiales.

El vaso medio lleno

En este contexto de gran incertidumbre es difícil pensar en invertir. Los miedos y el pesimismo se apoderan del inversor y se acorta al máximo el horizonte temporal en la toma de decisiones.

Sin embargo, existen algunas razones para ser un inversor contrario:

  1. Estamos ante una inminente recesión global que debe ser la más anunciada de la historia moderna. Absolutamente todas las voces imperantes hablan de recesión y en lo único que se difiere es el timing (cuándo ocurrirá).
  2. La gran mayoría de los inversores minoristas han salido del mercado, asumiendo las pérdidas y jurando que no regresarán a comprar más acciones por mucho tiempo.
  3. El nivel de apalancamiento entre los inversores (tomar deuda para comprar más activos de riesgo) está bajando a medida que caen los mercados y aumenta el costo de dicho financiamiento.
  4. Finalmente, estamos viendo a diario reportes de grandes bancos de inversión rebajando sus recomendaciones sobre la renta variable en virtud de la caída de las ganancias corporativas que se espera para los próximos trimestres.

Claramente que son todas noticias negativas, pero una gran cantidad de ese pesimismo ya está en los precios de los activos actuales. Con esto no quiero decir que hay que abalanzarse de lleno en las acciones, pero claramente comienzan a verificarse atractivos puntos de entrada para quienes tienen una estrategia de largo plazo.

En paralelo, donde no tengo demasiadas dudas es en la renta fija hoy. En este aspecto sí debemos ver el vaso medio lleno de la situación actual. Hace dos años, un bono corporativo grado de inversión o mismo un bono del Tesoro de Estados Unidos rendían menos del 2%. Hoy ya podemos ver tasas de retorno anuales del 6% y 4,5% respectivamente.

Si pensamos que la inflación empezará a descomprimirse y que podemos volver a niveles más sustentables, entonces mirar esos retornos en los bonos no está nada mal. Mi preferencia, en este caso, está en los bonos corporativos grado de inversión de empresas estadounidenses.

Más aún, si consideramos la historia, después de semejantes caídas en la estrategia Portfolio 60 / 40, los retornos 12 a 18 meses después han sido de dos dígitos. Si bien es cierto que retorno pasados no garantizan rendimientos futuros, los datos juegan a tu favor.

Entonces, ¿estás listo para invertir?

Aprendiendo en los mercados,
Diego Martínez Burzaco

P.D.: Recordá que tengo mi canal de Telegram donde todos los días posteo información de mercado relevante que puede serte útil. Si no sos parte aún, te invito a serlo acá.

La estrategia de inversión para el 2021

El arte de invertir no es algo que puede ser llevado adelante por cualquier persona. Cuando promuevo la cultura de la inversión, lo hago desde una óptica de que debe ser llevada a cabo de una manera inteligente, con una estrategia clara y consistente y no dejar cuestiones libradas al azar.

Invertir sin plan ni estrategia no conduce a resultados concretos. Por el contrario, crece la probabilidad de obtener retornos negativos, frustraciones, emociones desencajadas y pérdidas patrimoniales muy grandes.

Pero tener una estrategia tampoco es garantía de éxito. La misma debe ponerse a prueba permanentemente, desafiarla y adaptarla. Sobre todo esto último. Para ver la relevancia de lo anterior, me gustaría darte un ejemplo al respecto.

Para todos los que desarrollamos nuestra carrera profesional alrededor de los mercados financieros, hemos crecido estudiando la teoría de la estrategia 70/30. La misma implica que lo que realmente hace la diferencia en materia del crecimiento de tu ahorro a partir de tus inversiones es la distribución que haces de tu dinero en las dos grandes categorías de inversión: acciones y bonos.

En este sentido, la evidencia empírica muestra que quienes siguieron una estrategia de invertir 70% de su ahorro en bonos y 30% en acciones, han tenido un retorno anual de 7,31% en el período 1926-2015. Claramente que se trata de un gran rendimiento que superó con creces la inflación.

Ahora bien, quienes optaron por la estrategia más arriesgada, con una estrategia de 70% invertido en acciones y 30% invertida en bonos, obtuvieron un retorno anual de 9,96% en el mismo período. Esto se encuentra alineado con el principio número 1 de las inversiones que implica que hay una correlación directa entre el riesgo y el retorno esperado.

Como las acciones son activos considerados de renta variable, tienen implícitos más riesgos, y es lógico que haya obtenido un retorno histórico mayor. Así, la estrategia de 70% acciones y 30% bonos convirtió USD 1 invertido en casi USD 2.500 en esos 89 años considerados.

No está mal, ¿no?

70/30 asset allocation chart

Pese a lo atractivo de los números anteriores, tengo una mala noticia hacia adelante: con los rendimientos actuales de los bonos, luego de la masiva emisión monetaria global, los mismos ya no pueden formar parte de ninguna estrategia de inversión. Ni la de 70% acciones y 30% bonos y ni mucho menos la de 70% bonos y la de 30% acciones.

¿Cómo resolver este dilema?

Una parte puede ser resuelta como ETFs o fondos indexados a los principales índices bursátiles. La otra con un exhaustivo proceso de selección de activos que supla la gran debilidad estructural de los bonos y sus rendimientos de hoy.

Para esta última parte, he ideado una solución para este 2021. La misma tiene que ver con el servicio de recomendaciones Portafolio Sin Fronteras (PSF).

¿Qué podés esperar de este servicio?

Armé un portafolio que estará formado por empresas e instrumentos del exterior que incluso pueden o no cotizar en el principal mercado del mundo: Wall Street. Así, es necesario contar con una cuenta en un bróker online para aprovechar cada oportunidad.

Como entiendo que habrá lectores con distintos niveles de riesgo, decidí que la cartera tenga tres categorías bien diferenciadas que aborden todos los espectros posibles.

  • Renta Global: Aquí buscaremos invertir en instrumentos capaces de generar rentas predecibles en el tiempo y que sean superadoras de los típicos bonos soberanos o corporativos que hoy rinden poco y nada en el mundo.
  • Legado Buffett-Munger: En esta sección incorporaremos acciones que ofrezcan un buen margen de seguridad a partir del análisis de los fundamentos de las empresas. Por algún motivo, el mercado muchas veces no considera determinados activos a pesar de sus buenas perspectivas y es ahí donde aprovecharemos eso a nuestro favor. Esto es lo que comúnmente conocemos como Value Investing (o Inversiones de Valor).
  • Crecimiento Disruptivo: En esta categoría apuntaremos a sugerir firmas que estén creciendo a gran velocidad, que no necesariamente estén en el centro de la escena de todos los inversores, pero que ganan mercado rápidamente. Son empresas más volátiles y riesgosas, pero con altas chances de ofrecer un retorno muy atractivo para el inversor. También buscaremos incorporar compañías que circunstancialmente han sido golpeadas pero que tienen chances de recuperarse una vez superada esta anomalía.

Ya tenemos interesante rendimientos en apenas unas semanas de 2021. Si querés sumarte a esta comunidad de inversores, te estamos esperando acá.

Seguimos aprendiendo en los mercados y detectando oportunidades permanentemente.

¿Qué se espera para las acciones en 2021?

¿Tengo que invertir parte de mi dinero en acciones en 2021? ¿Será rentable hacerlo?

A esta altura del año existen una serie de rutinas que se evidencian con fuerza en Wall Street. Entre ellas, una de las más reconocidas es que los estrategas de los bancos de inversión ofrecen su proyección de retorno sobre las acciones que componen el índice S&P500 para el año que está por comenzar.

La mencionada práctica no es necesariamente apreciada por la capacidad de acierto de los analistas. De hecho, el track record (historial) de esas proyecciones es bastante deficiente cuando se las compara con lo que finalmente ocurrió en la práctica. Sin embargo, es un habito adoptado.

En mi caso personal, comparto el escepticismo del inversor respecto a estas cifras que se proyectan. Es imposible saber con exactitud cómo se comportará el mercado durante el año que comienza. Sin ir más lejos, la principal la principal lección la ofreció este 2020 que estamos despidiendo: absolutamente nadie pudo estar en condiciones de predecir el advenimiento de una pandemia como la que tuvimos.

Además, existe un claro sesgo a proyectar positivamente (nadie nunca acertó un retroceso de los mercados) y también de estar cerca del consenso para evitar quedar muy desalineado con el mainstream de la industria.

Pese a esto, como señalé, los cisnes negros son realmente difíciles de predecir y visualizar. Así las cosas, los estrategas redoblan sus apuestas todos los años y ofrecen su visión. ¿Qué tienen entre manos para el 2021? Lo siguiente:

En promedio, los analistas esperan una suba aproximada de 10% del S&P 500 para el 2021. Con ese retorno, las acciones seguirían siendo un muy buen negocio.

¿Acaso es tan improbable?

Como dije anteriormente, no comulgo demasiado con este tipo de proyecciones, pero no es un retorno que parece imposible de alcanzar para el 2021. Y me baso en dos hechos de la historia.

El primero es que el S&P 500 ha mostrado un retorno de 9.8% anual promedio en los últimos 30 años, por lo que ese 10% proyectado no es más que ubicar ese pronóstico dentro de la medio histórica de las últimas tres décadas.

El segundo aspecto, también tiene que ver con los datos del pasado. Hace unos meses escribí un artículo en donde mencioné que las elecciones presidenciales en Estados Unidos no debían ser una preocupación para el inversor. Las estadísticas mostraban que los años electorales eran buenos para la performance de la Bolsa y que el año posterior a este evento también. De hecho, el S&P500 rindió, en promedio, más del 9% el año siguiente a las elecciones.

Entonces, si bien retornos pasados no garantizan resultados positivos en el futuro, “la mesa está servida” para pensar en un buen año para las acciones. Lo que sí me preocupa del mercado actual son las valuaciones. Aun considerando que las vacunas para combatir la Covid-19 traerán cierta normalidad, gran parte de las cotizaciones ya tienen incorporadas esa normalización. De hecho, el ratio Precio / Ganancias futuro del índice está en récord histórico.

Todo lo anterior favorece a pensar de que tendremos un buen año para las acciones, pero habrá que ser selectivo. Para ello, estoy trabajando en un servicio de suscripción basado en mi experiencia que puede serte de utilidad. Si estás interesado, anotate aquí para recibir pronto novedades.

¡Muchas felicidades! Ojalá tengas un excelente 2021.

Aprendiendo en los mercados,

Diego

Nuevo Capítulo en el programa After Markets

Participamos junto a Nery Persichini en el programa de radio After Markets, que conduce Julián Yosovitch, en Radio Cultura (FM 97.9MH). Analizamos todos los aspectos de la economía Donald Trump y su influencia en las bolsas y, después, dedicamos un extenso capítulo al mercado local y las perspectivas de los activos financieros. Podés escuchar todo el programa a continuación:

https://soundcloud.com/aftermarkets979/aftermarkets-03022017-con-nerypersi-y-diegomb80-de-inversorglobal

Entrevista en diario La Prensa

Este año ganaron las energéticas y las acciones vinculadas a las empresas de agronegocios, asegura Diego Martínez Burzaco. El 2016 estuvo dividido en dos: la primera parte fue buena para el mercado financiero, pero en la segunda la recesión económica resultó un lastre para la Bolsa. El estrellato de las Lebac. Los bonos inundaron la plaza internacional.

Por Gustavo García para La Prensa

A la hora del clásico balance de fin de año, para el sector financiero y bursátil el 2016 parece partido al medio. El primer semestre de la gestión Cambiemos albergó medidas duras pero, al mismo tiempo, cobijó cierta sensación de esperanza. Algo así como la confianza propia de quien está mal pero cree en una pronta recuperación.

Que la actividad económica se haya ahogado cruzando el Rubicón hacia el segundo semestre tuvo un impacto de consideración en los mercados. Finalmente los brotes verdes nunca llegaron, o al menos no lo hicieron en la proporción pronosticada por el Gobierno, y el año terminó yendose poco a poco, con alta inflación y fuerte caída del consumo. Los inversores y ahorristas, de gatillo celoso, reaccionaron dolarizando carteras y tomando recaudos.

La política también hizo lo suyo. No sólo dejó su huella este año, sino que proyecta sobre 2017 un escenario de incertidumbre y volatilidad. La asunción de Donald Trump y las elecciones legislativas locales son elementos suficientes como para poner en alerta a ese órgano sensible llamado mercado. Y en este contexto, como asegura Diego Martínez Burzaco, economista jefe de Inversor Global, surgen atractivos los papeles bancarios, las empresas vinculadas a los agronegocios y las energéticas. Para los bonos, mejor wait and see.

-¿Cómo evalúa el año que termina en el terreno bursátil?

-En materia bursátil considero que pueden marcarse dos momentos con características distintas. El primer momento ocurrió a partir del mes de febrero, cuando se estaba negociando el acuerdo con los holdouts, que finalmente se selló en abril. Ahí hubo un auge en el mercado y además se esperaba la recuperación de la economía para el segundo semestre.

-¿Cuál fue el otro momento?

-En el último trimestre del año, en cambio, ya tuvimos una economía que definitivamente no se recuperó. Hubo mayor incertidumbre en materia internacional tras la victoria de Donald Trump y la posibilidad cierta de que la Reserva Federal suba las tasas. A eso hay que sumarle la última gran disputa política en la Argentina en torno a la ley para reformar el impuesto a las Ganancias, con la decisión de gravar la renta financiera. Eso tuvo un impacto claramente negativo.

GANADORES

-¿Quiénes fueron los ganadores del 2016? ¿Qué papeles obtuvieron mayores rendimientos?

-Hubo dos sectores bien particulares que ganaron con fuerza. El primero está vinculado a todo lo que tiene que ver con el sector energético, sobre todo con las empresas eléctricas y gasíferas, que se vieron influenciadas por la quita de subsidios y la inminente suba de las tarifas. El comienzo de esta política fue agresiva, pero luego se ingresó en una fase gradual. Sin dudas esto significó un cambio de paradigma para todas las acciones del sector, ya qu ese esperan inversiones. Argentina necesita energía para volver a crecer.

-¿Hubo otras acciones de alto rendimiento?

-El segundo sector con fuertes beneficios fue el agrícola. Las primeras medidas del Gobierno pasaron por la quita de las retenciones a buena parte de las exportaciones en granos, se produjo el sinceramiento del tipo de cambio y hubo un marco de reglas de juego más claras. Por ejemplo, se normalizaron las exportaciones para el sector agropecuario, pero también las importaciones de insumos, lo cual ayudó a generar la reactivación del sector. Las acciones vinculadas al campo dieron el gran salto.

-¿Cuáles tuvieron una performance más desafortunada?

-Las acciones vinculadas a la industria, un sector que este año se derrumbó, y todo lo que se asocia al consumo interno, que fue seriamente afectado.

-Usualmente los bancos suelen estar al tope del podio. ¿Qué ocurrió esta vez?

-El comienzo del año fue muy bueno para los papeles bancarios a partir de la salida del default y el arreglo con los holdouts, pero la segunda parte fue mala. El sector financiero venía ganando mucho dinero durante los gobiernos kirchneristas y una de las razones fueron las buenas utilidades de bonos que se revalorizaron. Pero este año bajó la demanda de crédito y el proyecto de gravar la renta de los plazos fijos podría ser muy grave en términos del fondeo que habitualmente captan los bancos.

-¿Qué proyecta para el año próximo?

-En 2017 creo que seguramente tendremos una economía que se recuperará. No sé si esa recuperación va a llegar al bolsillo del ciudadano común, pero como inversor apostaría al sector agrícola. Esperamos una buena cosecha con precios internacionales que están sostenidos, siempre y cuando no pase nada raro. No son precios altos, pero están sostenidos. Si se produce la recuperación de la actividad local, será un buen momento para invertir nuevamente en los papeles bancarios. Si no prosperan los gravámenes sobre la renta financiera y los plazos fijos, y se recupera el mercado doméstico, los bancos pueden andar bien. En la última gran suba del Merval los bancos quedaron al margen, con lo cual hay expectativa de que den el salto.

LOS BONOS

-¿Qué lectura hace del rendimiento de los bonos argentinos este año?

-El análisis es parecido a lo que ocurrió con la renta variable. Hubo una fuerte recuperación de los bonos argentinos hasta septiembre, tanto de los títulos en dólares, por la caída del riesgo país, como de los denominados en pesos por la paulatina rebaja de la inflación y las nuevas colocaciones que logró el Gobierno a tasas fijas. Después de septiembre se complicó todo porque la reactivación no llegó y el déficit fiscal en lugar de acometer una reducción gradual como dijo el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, pegó la vuelta y comenzó a crecer. Las cuentas están bastante deterioradas en términos fiscales. El triunfo de Donald Trump implicó una suba de los bonos de los Estados Unidos y eso le pegó a todos los bonos. Se había producido una buena recuperación, pero quedó a mitad de camino.

-¿El mercado empieza a saturarse de los bonos argentinos luego de la masiva emisión nacional y de las provincias?

-Claramente Argentina fue el país emergente que más deuda emitió por lejos durante el 2016, pero gran parte de eso fueron los 20.000 millones de dólares para cancelar el arreglo con los holdouts. Argentina estuvo mucho tiempo aislada de los mercados y se puso un poco al día. El año próximo veremos qué ocurre si aumenta la tasa de financiamiento, que será más elevada seguramente. Hay que ver qué ocurre con el crecimiento de la economía argentina y el déficit fiscal. Si se encarrilan ambos, podremos estimar que baje el costo de la deuda. Pero de acá hasta febrero, cuando se cumpla un mes de Donald Trump al frente del Gobierno de los Estados Unidos, seguiremos así.

¿Qué pasó con las emisiones corporativas?

-Luego de la salida del default muchas empresas se lanzaron al mercado y aprovecharon la menor tasa para recomprar deuda vieja y tener deuda nueva más baja. Hicieron un rollover, un movimiento financiero con su propia deuda. Es cierto que hubo poco endeudamiento destinado a la estructura productiva, pero algunas firmas lo hicieron tímidamente. Creo que vamos a ver un sector privado más cauteloso en los primeros meses del año. Si las tasas son atractivas habrá más emisiones corporativas. Hubo este año mucha más actividad que antes, pero nada si se lo compara con las emisiones de las provincias.

INFLACION

-En la última semana hubo un marcado aumento del riesgo país. ¿Qué lee el mercado en el presente argentino?

-Creo que analizan dos cosas: el paradigma Donald Trump cambió el escenario. No creo que tengamos un futuro de alta inflación mundial que obligue a llevar las tasas a un nivel elevadísimo, pero que comiencen a subir es un punto de inflexión. Subió el riesgo país de todas las naciones. Y por otro lado está el ruido político interno en la Argentina por el debate sobre Ganancias. Además, los números fiscales y la necesidad de financiamiento para el año próximo generan un llamado de atención. Si finalmente se produce el crecimiento de la economía y la reducción del gasto, esas serían buenas señales para el mercado y el riesgo país bajaría.

-¿Cuál fue la estrategia para cubrirse de la inflación?

-Hubo un cambio de paradigma. El año pasado los inversores que eran menos sofisticados solían tomar al dólar como activo de cobertura y eventualmente entraban en algún plazo fijo. Este año se descubrió como alternativa al plazo fijo las Lebac del Banco Central, que ofrecen tasas mucho más altas, alineadas con la inflación. Además, con el dólar estable, eso permitía una tasa de interés en dólares atractiva. Hay que recordar que la tasa del Banco Central llegó a tocar el 39%. Por otro lado la Bolsa, sobre todo las acciones y algunos bonos, actuaron mucho mejor como refugio de la inflación, tomando posiciones de riesgo. Este año la Bolsa cierra con un alza del 45% y hubo papeles que subieron más del 100%. Quien supo armar un portafolio diversificado obtuvo una buena rentabilidad. Hubo quienes le ganaron a la inflación.

Participación en After Markets en Radio Cultura

bonos-provinciales

En esta oportunidad participé del programa de radio #AfterMarkets en Radio Cultura donde hablamos de inversiones, elecciones presidenciales, commodities, acciones y bonos. Junto a Julián Yosovitch intentamos desarrollar una estrategia de cara al evento político del año.

Podés escucharlo en el siguiente link:

https://soundcloud.com/aftermarkets979/aftermarkets-04112016-con-diego-martinez-burzaco-diegomb80-y-melimanfredi#t=18:01

Acciones: Una alarma que no podemos ignorar

Estamos ante un típico escenario donde los inversores bajan la guardia, se siente confiados y no perciben los riesgos. Hay un indicador clave que nos está mandando una alarma que no debemos dejar pasar.

Por más que uno sea un inversor de largo plazo, muchas veces debe saber que hay un lema que nunca debe dejar de lado al momento de invertir: “Es tan importante el timing de comprar una acción, como el momento de venderla si las ganancias son significativas”.

El timing de venta se torna aún más importante en situaciones de exceso de confianza de los inversores y mercados en zona de sobrecompra. Hoy estamos ante esta realidad.

¿Qué es lo que me hace pensar esto?

Hay un indicador que es objetivo y que se calcula en base a las ganancias concretas de las compañías y a los precios que las mismas tienen en Bolsa. Se trata, ni más ni menos, que del ratio Precio / Ganancia.

Este múltiplo, que surge del cociente entre el precio de una acción y las ganancias de esa firma, nos indica cuántos años de iguales ganancias son necesarios para recuperar la inversión si la empresa distribuyera la totalidad de las mismas como dividendos en efectivo.

Cuanto más bajo es el valor del ratio P/G, menos años necesito en teoría para recuperar el dinero, y más conveniente es la inversión.

Uno como inversor puede calcular el P/G para una acción concreta, un grupo de acciones, una industria o un sector determinado. Siempre es válido el valor del P/G comparado con otro, ya que se trata de una valuación relativa.

En esta línea, podemos comparar distintos P/G de diferentes compañías que pertenecen a la misma industria para saber cuál está más barata que otra. O también, podemos comparar el Precio / Ganancia actual del activo contra la evolución promedio histórica de ese ratio y determinar si está muy cara o no en los momentos vigentes.

Si hacemos esto último con el índice S&P 500 vamos a descubrir que hoy la Bolsa está cara.

 

S&P

El gráfico anterior es elocuente de lo que ocurre con el S&P 500, el principal indicador bursátil del mundo que incluye las 500 empresas más grandes de Estados Unidos.

El indicador Precio / Ganancia se encuentra en 19,4 veces. Esto es superior a las 17,6 veces de promedio de los últimos 15 años (línea marrón) y las 15,9 veces del promedio de los últimos 10 años (línea gris). Ese es el primer llamado de atención.

La segunda luz amarilla se enciende a partir de que cuando este ratio cruza de abajo hacia arriba el promedio de los últimos 15 años, entonces se está gestando una crisis. Un claro ejemplo fue a finales de 2007 cuando luego estalló la burbuja inmobiliaria.

Son alertas que no podemos ignorar.

Hay dos posibles causas de la suba del P/G del S&P 500. O sube mucho el precio de las acciones (numerador) o no crecen lo suficiente las ganancias corporativas (denominador). Hoy ambos efectos ocurren en simultáneo.

¿Todas las acciones caerán con una inminente corrección del mercado? No. Pero es el momento de estar más alerta y selectivo que nunca.

 

 

 

 

Por qué la inflación es mala para el inversor

Algunas cuestiones parecen son intuitivas, pero nunca está demás aclarar por qué. En este caso, analizo el flagelo de la inflación y cuento cuáles son sus efectos negativos para el inversor.

Hace apenas unos días lancé una encuesta en Twitter sobre cuál es el principal flagelo a considerar que pone en riesgo el desarrollo de la economía argentina en el futuro.

Allí daba cuatro opciones para elegir:

  1. Altas tasas de interés del BCRA
  2. Inflación arriba del 30% anual
  3. Despidos / Desempleo
  4. Festival de Bonos Provinciales

En particular creo que los cuatro elementos tienen un carácter muy relevante para entender cuáles son los desafíos que podría enfrentar la actividad en los próximos meses. Pero a los ojos de las 211 personas que votaron en la encuesta, uno sobresalía por encima de todos ellos:

Encuesta

El 53% de los participantes eligieron la inflación como el principal flagelo. Y es algo a considerar. No solo porque hace daño a la actividad económica, sino porque también tiene un componente negativo para el proceso de inversiones.

En lo inmediato, he distinguido cuatro elementos importantes para entender cuan perjudicial es la inflación en el proceso de toma de decisiones para el portafolio:

  • Ridiculiza las cifras nominales: cuando la inflación es elevada, las variaciones nominales de las cotizaciones pierden sentido. Decir que la Bolsa acumula un alza de 20% en el año o que una acción específica gana más de 25% no nos dice nada acerca del éxito o no de la inversión. Si en el mismo período considerado la inflación fue mayor a esa cifra, entonces el inversor se encuentra con una pérdida de poder adquisitivo y, por ende, no hay nada para festejar.
  • Conduce tomar riesgos mayores: si el nivel general de precios de la economía sube desproporcionadamente, el inversor está obligado a tomar más riesgos que los habituales para intentar proteger el poder de compra de sus ahorros. Como en las inversiones hay una relación directa entre el riesgo y el retorno, el hecho de querer lograr más rentabilidad nominal para ganarle a la inflación lleva a exponerse a un nivel de riesgo más alto.
  • Distorsiona incentivos: como parte de la lucha contra la inflación, el Banco Central de la República Argentina ha decidido fijar la tasa de las Lebac a 35 días en el 36,5% anual. Se trata de un nivel de tasa nominal extremadamente alto que distorsiona los incentivos originales que pueden tener los inversores que se acercan a la Bolsa: quienes estaban dispuestos a invertir en bonos y acciones, no tienen ningún incentivo a tomar este riesgo, y prefieren invertir su dinero en las Lebac. La inflación, entonces, distorsiona el objetivo inicial de cualquier pequeño inversor.
  • Erosiona instrumentos de inversión: durante las últimas dos semanas las principales compañías argentinas han reportado sus balances correspondientes al primer trimestre de 2016. En líneas generales se observó que los costos de las empresas han crecido a una velocidad mayor que los ingresos por ventas, efecto que provocó una caída significativa de las ganancias corporativas. Si las empresas no ganan suficiente dinero, los inversores estarán menos proclives a invertir en las acciones de estas compañías, generando una apatía por el mercado bursátil y una caída significativa del volumen operado.

Como se observa la inflación es muy dañina para los planes de inversión de cualquier ahorrista. Hecho este diagnóstico, el siguiente paso es determinar en qué punto está la batalla que el Gobierno está librando contra este flagelo.

Recientemente conocimos el índice de inflación de la Ciudad de Buenos Aires, la guía a seguir hasta que el próximo mes se publique el nuevo índice de inflación nacional por parte del INDEC.

En abril, la inflación de CABA se ubicó en el 6,5% mensual o 40,5% anualizada. Obviamente, no hace falta aclarar, que se trata de un nivel desorbitante que confirma los efectos dañinos que describí anteriormente.

Cuando analizamos los datos en detalle, observamos que de esos 6,5% de inflación de abril, 4% corresponde al aumento de tarifas de luz y gas que se darán una vez en el año, por lo que no se replicará en los próximos meses.

La buena noticia es que sacando ese efecto, la inflación mensual es de 2,5%. La mala noticia es que tenemos una inflación mensual de 2,5%.

En mi opinión personal, la inflación irá cediendo en los meses posteriores pero no a la velocidad que espera el Gobierno. Un piso de 32% de inflación para todo el año está casi asegurado considerando los aumentos salariales conseguidos por los sindicatos.

Por el momento, entonces, la bolsa lo sufrirá. Hay que ser paciente y encontrar el momento justo para comenzar a invertir en acciones, justo allí cuando comience a vislumbrarse un punto de inflexión en esta dinámica inflacionaria.

Participación en Café Financiero

Hoy comparto mi participación en el programa de televisión Café Financiero que se emite todos los días miércoles a las 20,30hs por Canal Metro en Argentina. En esta oportunidad hablamos de la recuperación de las acciones argentinas y los bonos soberanos a partir de el inminente acuerdo con los fondos buitres. Adicionalmente, en el segundo bloque debatimos hacia adónde va el petróleo a nivel mundial y cómo afecta  a las inversiones del pequeño ahorrista.

Para ver el programa, hacé clic acá.

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