La economía global en busca de su destino

Recién se acaba de conocer que el gasto personal en los Estados Unidos creció al ritmo más rápido en cuatro meses para el mes de julio. Esto es una buena noticia, aunque no suficiente para equilibrar a los mercados financieros. Las palabras de Bernanke del último viernes en torno a nuevas políticas de estímulo dan cuenta de la fragilidad de la recuperación de la economía estadounidense. Los mercados se muestran cautelosos y expectante sobre los próximos pasos de la FED y el desempeño de otras principales economías como las de la zona euro y la de Japón.
En Europa, la situación sigue frágil. Se duda de la posibilidad de éxito de Grecia de pasar el difícil exámen de su déficit fiscal y abultada deuda pública sin ponderar una reestructuración de esta última. En España, Zapatero piensa en adelantar las elecciones presidenciales si el panorama económico se sigue desacelerando. Sólo Alemania sorprendió positivamente mostrando un crecimiento anualizado de 2,2% en el 2T10.
El euro parece haber tocado un techo en u$s 1,31 y comenzó su fase correctiva, algo que los países del Viejo Continente no ven con malos ojos para poder lograr mayor competitividad y fortalecer sus exportaciones ante la debilidad de la demanda interna.
En lo referente a las economías emergentes, las mismas siguen sólidas, aunque desacelerando levemente. Si los países centrales se debilitan, eso repercutirá seguramente en las economía de la periferia. La gran pregunta es en qué magnitud será el impacto.
En este contexto la Argentina crece a un ritmo del 8% anual aunque sigue sin atender el principal problema económico: la inflación. Esta variable roza un nivel anualizado de 25% / 30%, por lejos la más alta de la región y se ubica entre los primeros cinco países del mundo con mayor inflación proyectada para el 2010. Es necesario crear un mercado doméstico sólido, en virtud de que la demanda internacional parece debilitarse. Pero esto no debe hacerse a cualquier costo. Se deben crear las situaciones propicias para incentivar la oferta y evitar los cuellos de botella que lleven a mayores niveles de precio. Por ahora eso parece una utopía, pero estamos a tiempo para convertirlo en realidad.

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