El mundo se encamina hacia una recesión

Paradójicamente, mientras la Reserva Federal subió la tasa de interés por primera vez en nueve años, China crece al menor ritmo de los últimos 25 años y el FMI recortó la proyección de crecimiento para el mundo en 2016. El mundo se encamina a una recesión.

Lo venía advirtiendo hace unas semanas. No entendía el apuro de Janet Yellen, presidente de la Fed, por subir el costo del dinero en la última reunión de 2015. Pero finalmente, se sacó las ganas y lo hizo, agregando una pizca de incertidumbre al ya convulsionado mundo de por aquel entonces.

Eso catapultó mayor escepticismo y las bolsas tuvieron su peor comienzo histórico anual, llevando a los índices a terrenos de casi dos dígitos de rojo en la primera quincena de enero.

Hoy los interrogantes son grandes.

El Departamento de Estadísticas de China informó que la segunda economía mundial se expandió a un ritmo de 6,8% en el 4T15 y cerró el 2015 con una expansión de 6,9%. Si bien el dato es superior a los 6,5% que esperaban los analistas, se trata del menor crecimiento de los últimos 25 años.

Eso llevó al FMI a recortar el pronóstico de crecimiento global de el año pasado a 3,1%, al borde de una recesión.

Y para el año 2016, la entidad fue más tajante. Señaló que el mundo sólo crecerá un 3,4% en 2016, bajando su estimación desde el 3,6% previo. Eso es casi una recesión global.

Recordemos que si el mundo crece por debajo del 3%, se considera que esa expansión no es lo suficientemente robusta para incorporar toda la masa nueva de trabajadores, por lo que se considera que cualquier nivel de expansión debajo de esa cifra es una contracción para el globo en su conjunto.

Seguramente el FMI volverá a bajar el pronóstico de crecimiento mundial dentro de cuatro meses.

¿La razón?

Simple. Los motores de la economía se están apagando.

Se el Fondo Monetario Internacional, Estados Unidos se expandirá tan solo un 2,5% en 2016, por debajo de su crecimiento potencial de 3,2%. China se expandirá un 6,3%, continuando con su desaceleración. Y América Latina se contraerá un 0,3%, arrastrado por Brasil con una recesión estimada de 3,5%.

De las economías BRIC (Brasil, Rusia, India y China) solo la “I”, de India, mantendrá un ritmo de crecimiento fuerte de 7,5%.

FMI

El mundo se encamina hacia otra recesión.

Nuevos paquetes de estímulo e incentivos están por venir. Desde los países centrales hasta las economías emergentes como China o Rusia.

¿Lo positivo?

Que el ajuste en el mercado bursátil ya se dio, por lo que los actuales niveles de precios en muchos mercados, especialmente emergentes, ya reflejan esta situación.

Para el inversor osado, es momento de comprar.

No tengo dudas que en dos años vista, me lo agradecerá.

Diego Martínez Burzaco

La salida de Grecia puede ser la solución para la UE

A lo largo de mi vida profesional, tanto como economista o como inversor, adherí en algunos momentos a la tendencia de la corriente contraria al consenso.

Desde ya que no es una conducta que utilizo en todos los casos, pero llevar adelante el ejercicio de ser contrario a una tendencia puede ser muy gratificante en casos puntuales.

Hoy el tema central en los mercados financieros es la elección que se llevó a cabo en Grecia el último domingo y la victoria del partido de “izquierda” en la misma. Rápidamente, al escuchar el discurso del dirigente ganador, los miedos y temores se expandieron por todo el Viejo Continente.

La amenaza griega atacaba de nuevo…

A menos de cuatro años del primer gran rescate de la economía de ese país, el ahora partido gobernante amenaza con tirar a la borda todos los planes de reestructuración y ajuste conseguidos hasta el momento.

El pensamiento consensuado de la gran mayoría de los analistas es que al euro le esperan semanas de mayor turbulencia a la ya causada por la última decisión del Banco Central Europeo de emitir una cantidad innumerable de euros sin precedentes hasta el 2016.

Es una teoría que comparto, pero sólo en el corto plazo.

Creo que la volatilidad persistirá, sin dudas. Pero mirando el mediano plazo pregunto…

¿No es la salida de Grecia la mejor noticia que puede darse para la Unión Europea?

Sin dudas que es un pensamiento contrario al consenso actual, pero mi justificación está basada en lo siguiente…

En lo inmediato, la UE está entre la espada y la pared, así como lo está Grecia también. Por el lado de la región común, los principales tenedores de deuda griega son jugadores “pesados” de las principales economías del bloque.

Exposición a deuda griega

 

Desde ya que esto es un problema grave, sin dudas, ya que un default de la deuda generaría pérdidas cuantiosas.

Pero me hago la siguiente pregunta:

¿Le conviene a la UE tener un país tan desalineado en términos macroeconómicos como Grecia?

Analicemos lo siguiente:

– Mientras que la tasa de desempleo de la zona euro es de 11,5%, esa variable supera el 25% en Grecia.

– Mientras que para la Eurozona el déficit fiscal agregado es de casi 3% del PBI, para el país helénico ese indicador alcanza el 12,2% de su producto bruto.

– Mientras que la relación Deuda / PBI de la UE se unica en torno al 94%, para Grecia esa variable llega a 175%.

Y así sucesivamente…

Internamente muchos saben, y coincido, que por más rescate y reestructuración de deuda que se haga a la economía griega, la misma no podrá despegar mientras no haya un cambio estructural.

Y quizás ese cambio estructural sea salir de la UE, con los costos políticos y económicos que trae aparejado.

Pero para la UE quizás es el momento de cortar financiamiento, hacer efectiva la pérdida hoy y evitar que la misma se haga un efecto “bola de nieve” con costos muchos mayores a los actuales.

Una salida de un país del bloque común puede ser un ejemplo aleccionador para el resto de los países que intenten vivir de prestado y en la sobreabundancia.

Póngase un instante en el lugar contrario al consenso y verifique que es lo más conveniente pensando en el largo plazo.

Luego, emita una opinión.

 

 

¡Volvió la guerra de monedas!

 
Se cerró una semana con mucha actividad y novedades en el escenario geopolítico global, sobre todo por las decisiones de política monetaria de los principales bancos centrales del mundo.
 
Hacía mucho tiempo que no ocurría esto.
 
Cuatro bancos centrales fueron protagonistas excluyentes de la escena internacional. Dos de países desarrollados y dos de países emergentes.
 
Presentaremos lo anunciado por las entidades bancarias por el grado de sorpresa creciente que tuvieron estas decisiones sobre los participantes del mercado.
 
Estados Unidos
 
Como era previsible, en la reunión del Comité de Política Monetaria, la Reserva Federal de ese país anunció el fin del programa de estímulo monetario parte III, o como se lo conoce en la jerga bursátil Quantitative Easing III (QE III).   
 
¿Qué significa esto para el ciudadano de a pie?
 
El banco central de Estados Unidos no inyectará más dólares para comprar bonos, hacer subir los precios de los mismos y bajar el interés. Al no existir esa demanda artificial de bonos, las tasas de interés comenzarán a subir gradualmente, no solo en ese país, sino que el encarecimiento del financiamiento se exportará al exterior.
 
Repito, será un proceso gradual. Pero hemos visto un punto de inflexión y el dólar se fortaleció por este motivo a nivel global.
 
Brasil
 
Sorpresivamente, y un día después de la reelección de Dilma Rousseff, el Banco Central de ese país decidió subir la tasa de interés de referencia (Selic) en un cuarto punto porcentual hasta el 11,25%. Con una inflación en torno al 6,25%, la tasa de interés real se ubica en 5%.
 
Si un brasileño invierte en un plazo fijo a esa tasa a un año de la plazo, cuando retire su dinero incrementará su poder de compra en un 5% con la inversión.
 
Pero el real objetivo detrás de esta movida fue frenar el descontento de los mercados e inversores con la reelección de la candidata oficialista, tratando de seducirlos con una tasa de interés mayor y evitar que salgan capitales al exterior presionando al valor del real.
 
Durante esta semana, el objetivo se cumplió porque se logró estabilizar el real en nivel de BR$ 2,45 / BR$ 2,50. Veremos como continúa en el futuro.
 
Rusia
 
La masiva salida de capitales en Rusia obligó al Banco Central a subir drásticamente la tasa de interés del 8% al 9,5%. Pese a que la semana finalizó algo mejor, el rublo ruso acumula una depreciación mayor a 25% en el año, siendo una de las monedas emergentes más castigadas por la coyuntura.
 
El fortalecimiento del dólar y la caída del precio del petróleo, principalmente, continúan presionando la moneda rusa y las perspectivas lucen desafiantes.
 
Japón
 
Si el anuncio realizado por el Banco Central de Japón en abril de 2013 de duplicar la base monetaria en el término de dos años no había sido suficiente, en el día de la fecha la entidad subió ese objetivo en un 15% adicional.
 
Este anuncio de yenes para todos sorprendió positivamente a todos y motivó una rally alcista no sólo de la Bolsa japonesa (casi 5%) sino de Europa y Estados Unidos, cerrando nuevamente en máximos históricos.
 
El dato a considerar es que tras el anuncio el yen perforó la barrera de 112 yenes por dólar y alcanzó su menor nivel en los últimos siete años.
 
El objetivo es sacar definitivamente a la economía de la parálisis causada por el proceso deflacionario deprimente que atraviesa la economía en las últimas dos décadas.
 
 
Tres conclusiones importantes se desprenden de estos movimientos:
 
1- La guerra de monedas está de vuelta y es probable que empecemos a ver tensiones comerciales en breve entre Estados Unidos y las otras potencias globales que vieron sus monedas depreciarse fuerte contra la divisa estadounidense.
 
2- La depreciación de las monedas emergentes podrían dar lugar a incipientes procesos inflacionarios.
 
3-  El precio de las acciones globales podría seguir sostenido mientras continúe la fiesta de la emisión monetaria en el mundo desarrollado. Hoy Japón, ¿mañana Europa?

La paradoja de la FED: sube absolutamente todo!

Después de unos meses de dejar desatendido este blog he decidido volver a tomar el toro por las astas y comenzar a revivirlo con contenido propio.
 
Si bien ha pasado mucha agua bajo el puente en la economía global desde mi último post, lo que prácticamente no se ha modificado es la tendencia de los dos mercados más importantes de los Estados Unidos: el de acciones y el de bonos.
 
La tendencia fue claramente alcista.
 
Cuando promediaba mis estudios universitarios, dando mis primeros pasos en el aprendizaje de la economía y las finanzas, recuerdo haber leído en más de una oportunidad, en libros de textos o papers, a más de un prestigioso economista y/o analista de mercado señalar el comportamiento opuesto que históricamente mostraban las acciones y los bonos del Tesoro estadounidense.
 
El argumento principal era el siguiente:
 
“Cuando los inversores sienten el riesgo y tienen en pánico, es lógico ver un movimiento masivo de venta de acciones (haciendo retroceder a los mercados) que fluye a los bonos del Tesoro estadounidense, incrementando su demanda, haciendo subir sus precios y disminuyendo sus rendimientos. Estos activos son utilizados como un refugio seguro hasta tanto pase el vendaval que originó la venta de acciones. De esta manera, mientras que los mercados de acciones bajan, el mercado de los Treasuries sube. Es decir, se mueven en dirección opuesta.
Con el mismo razonamiento, cuando observamos una mayor tolerancia al riesgo de los inversores, se produce el movimiento contrario. Se venden los bonos del Tesoro, sus precios caen, para comprar acciones, generando una suba en las bolsas. Nuevamente, ambos mercados se mueven en dirección opuesta.”
 
Hasta aquí todo muy entendible e intuitivo.
 
Pero entonces cómo explicamos el siguiente gráfico entre el S&P 500 (rojo) y el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años (azul):
 
 
En los últimos 5 años, el S&P 500 duplicó su valor y alcanzó un récord histórico. En el mismo período, el rendimiento del Treasury a 10 años bajó casi un 25% (o lo que es lo mismo, el precio de los bonos subió).
 
Esto quiere decir que tuvimos tanto un bull market en acciones como en bonos, contradiciendo la teoría mencionada anteriormente.
 
¿A qué se debe?
 
Pura y exclusivamente a la Reserva Federal. La extraordinaria política monetaria expansiva ha generado, por un lado, una deflación en los rendimientos de todos los instrumentos de renta fija del mercado, incluidos los bonos del Tesoro americano. Por otro lado, ha generado una gran inflación en los precios de los activos financieros de la categoría de renta variable (acciones). De esta manera, ambos mercados (acciones y bonos) tuvieron una fabulosa expansión alcista.
 
¿Es acaso racional esto? Para lo que se había vivido antes de la crisis de 2007 claramente no lo es. Sin embargo, ahora parece el estado más lógico y “normal”.
 
De cara al futuro, los agentes actúan pensando que esta política de la Reserva Federal se mantendrá para siempre (o al menos por un período de tiempo relativamente largo). Esto es lo que aumenta los riesgos de cara al futuro.
 
Si no es un inversor cortoplacista y se focaliza más allá de dos o tres años vista, una estrategia “racional” a ejecutar sería apostar a la vuelta de la “antigua normalidad” en términos de rendimientos de los bonos del Tesoro.
 
Allí, jugarle a una baja en estos instrumentos no sería alocado. 
 
Al menos, con una parte de sus ahorros.



Venezuela en el Mercosur: quién gana y quién pierde

A casi cinco años de firmarse el primer acuerdo de ingreso, la suspensión de Paraguay tras su polémico cambio presidencial permitió la entrada express de Venezuela al bloque regional como miembro pleno. Para los analistas, el nuevo status del país bolivariano beneficiará a Brasil y a Argentina, además de darle un envión a Chávez en su carrera por mantenerse en el poder.
Con mi participación para el Cronista Comercial
El pasado miércoles, mientras los mercados globales reposaban en medio del festejo de los 236 años de independencia de los Estados Unidos, al sur del mundo y después de algunas idas y vueltas, Uruguay confirmaba su “sí” al ingreso de Venezuela como miembro pleno del Mercado Común del Sur. Las declaraciones por parte del presidente uruguayo José Mujica ratificando la decisión se hicieron necesarias, tras las críticas que su propio vicepresidente, Danilo Astori, había hecho en torno a la resolución tomada el viernes anterior en la reunión del grupo por parte de los mandatarios de Brasil, Argentina y Uruguay de suspender a Paraguay debido al incumplimiento de la cláusula democrática de la unión comercial.
La crítica de Astori venía porque, tal como el recambio presidencial en Paraguay, la entrada de Venezuela al Mercosur habría sido un poco “por izquierda”, aprovechando la ausencia paraguaya, cuyo Senado era el único órgano faltante para confirmar el ingreso del país caribeño como miembro pleno del bloque.
Ahora, más allá de estos vericuetos regionales, los resultados obligan a analizar las implicancias políticas y económicas que tiene el ingreso de los bolivarianos a una unión que podría erigirse, a pesar de su débil estructura, como uno de los principales bloques económicos a nivel global.

¿Un nuevo Mercosur?

“Por la manera en que sucedió el hecho”, dice desde San Pablo el analista político e investigador, Celso Roma, “los países de Mercosur no se presentan con una posición unitaria”. Advierte que el Senado de Paraguay, que aún no había aprobado el ingreso venezolano, reforzará su objeción a la iniciativa, y pone el acento en la falta de consenso al mencionar a Uruguay: “El ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Luis Almagro, admitió que su país se oponía a la propuesta, pero cedió porque estaba presionado por el gobierno brasileño, que a su vez niega la presión”.
En términos políticos, “la incorporación de Venezuela sesga al grupo hacia una postura más populista”, plantea Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría. “Hasta la destitución de Lugo, en los hechos, era un grupo regional con alta cohesión política. Aunque con matices, los cuatro gobiernos tenían una posición de centroizquierda moderada. Eso ha cambiado ahora y la imagen el grupo pagará cierto costo por incorporar un país que tiene posiciones radicalizadas en varios puntos de la agenda internacional”. Y aunque el analista internacional de la Universidad de Santiago de Chile, Gonzalo Álvarez, concuerda con que “desde una óptica general, resulta evidente que crea preocupación, sobre todo en aquellos países que perciben a Venezuela como un promotor e impulsor de un nuevo modelo político y económico para los países de América Latina”, plantea que “en la práctica no debiese producir mayores efectos”. Esto, porque siendo Brasil quien maneja la llave que riega políticamente al bloque, su intención de posicionarse cada vez más como un jugador global “no permitirá que el gobierno de Caracas socave la lógica a la cual han apostado en los últimos años”.
“En términos políticos, los mayores perjudicados son los principios de la democracia”, dice Roma. Aunque en el papel, tanto la destitución de Fernando Lugo como el ingreso de Venezuela cumplen con la normativa legal, “ambas fueron decisiones oportunistas y por lo tanto son cuestionables”, analiza.

De cara al mundo

Una vez superados los dimes y diretes, el hecho es que con Venezuela en el Mercosur, el bloque económico se posiciona ya no sólo como el mayor exportador de alimentos del mundo sino también como una potencia energética.
De todos modos, hay suspicacias al respecto. “El Mercosur con la Venezuela de Hugo Chávez se convertirá en un foro eminentemente político”, dice Roma. “Al tener a Venezuela como miembro, el Mercosur tendrá más dificultades para relacionarse con otros bloques económicos, como la Unión Europea. La economía venezolana es contraria a los principios de libre mercado y en 2006 Venezuela ya dejó la Comunidad Andina de Naciones precisamente porque no estuvo de acuerdo con la liberalización del comercio. Si las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea estaban paralizadas, ahora con el ingreso de Venezuela la situación es más tensa y compleja”, plantea.
Sin embargo, desde otro punto de vista, Álvarez sostiene que “si los países del bloque latinoamericano son capaces de mantener una posición común, mejorarán significativamente su posición frente a otros conglomerados. A nivel general, el Mercosur en su conjunto podría verse beneficiado ya que al aumentar su poder económico también incrementaría sus capacidades de influencia política internacional”.
Y aún más, “en la visión estratégica, el Mercosur ya no sólo es el principal exportador de alimentos del mundo, sino que ahora, además, pasa a ser una potencia petrolera”, añade Fraga.

Ganadores y perdedores
“El gran compromiso es que esta integración sea aún más amplia. (Se debe) convocar a todos los países de la región, sin preconceptos, sabiendo que no puede haber ganadores de un solo lado, que todo acuerdo siempre implica ganadores de ambos lados”. Pero estas palabras, pronunciadas por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner el pasado viernes en Mendoza, queman los oídos de muchos analistas y economistas en Caracas.
“Si bien soy un convencido de que la integración es una necesidad imperiosa, fundamental para que uno pueda desarrollarse a través de una economía diversificada, no todos los procesos de integración son buenos”, dice, desde la capital venezolana, el economista y socio fundador de la consultora MetroEconómica, Pedro Palma. Para el economista, el ingreso de Venezuela al Mercosur tiene que ver con un problema que arrastra la economía chavista y que, según dice, “ha hecho una fuerte mella en la capacidad productiva de muchas empresas”, lo que ha derivado en una necesidad de sustituir esa pérdida de capacidad productiva vía importaciones.
“En el primer trimestre de este año, que son los últimos datos que se manejan, las importaciones venezolanas crecieron un 48,5% en dólares respecto del mismo período de 2011, lo que es alarmante”, añade. Esto, precisamente, a ojos de todos los analistas consultados, se traducirá en un beneficio casi exclusivo para las exportaciones industriales brasileñas y, en menor medida, para las argentinas. “Cuando uno ve qué exporta Venezuela, además del petróleo, no exportamos nada. En los últimos años se bajó de u$s 6000 millones a u$s 1000 millones”, dice Palma.
“Es probable que el interés venezolano pueda estar en cubrir su importación de alimentos y, en el caso argentino, en lograr mejores precios para su creciente importación de energía”, dice Fraga. Sin embargo, al mismo tiempo, advierte que “de todos modos el Mercosur se encuentra en un punto delicado. La Federación de Industrias del Estado de San Pablo ha dicho que el cierre de las importaciones resuelto en forma unilateral por la Argentina había tenido como consecuencia matar al Mercosur, provocando una fuerte baja en el comercio bilateral entre ambos países, y la propuesta de la Argentina de elevar al 35% el arancel externo común del Mercosur fue rechazada por los demás países miembros”, todos elementos que ponen un signo de interrogación sobre el futuro del bloque. “El discurso de integración entre los países debe ir acompañado de acciones para garantizar el comercio entre comunidades, la transferencia de conocimientos y el movimiento de las personas”, dice Roma. “Sin embargo, desde la crisis económica de 2008, la Argentina y Brasil han adoptado políticas proteccionistas y barreras al comercio, especialmente en los sectores automotor y de electrodomésticos de línea blanca, y los agricultores “brasiguayos” se encuentran bajo la incertidumbre jurídica y la amenaza de la violencia”, agrega el brasileño.
Aunque, en términos económicos, el economista jefe de Inversor Global en Buenos Aires, Diego Martínez Burzaco, suscriba que la principal ventaja de la incorporación de Venezuela al Mercosur es su rol como proveedor de petróleo, “principalmente para la Argentina, en virtud de la fuerte crisis energética que atraviesa el país”, al mismo tiempo duda de que la Argentina pueda acceder a petróleo barato. “Los acuerdos energéticos pasados entre ambos países muestran que la Argentina no fue beneficiada ni en precio ni en la forma de pago. Lo que sí podría ser es que la Argentina pueda acceder al crudo intercambiando otros bienes, como alimentos o, tal vez, maquinarias agrícolas, sin necesidad de quemar los dólares que tiene el Banco Central”.
En este escenario, el análisis inicial de Palma parece sonar con fuerza e, incluso, levantar cierta suspicacia. “Hoy Venezuela exporta sus productos energéticos sin necesidad de estar aliado con nadie y los aranceles externos comunes le implicarán abrir sus mercados incluso a terceros países, destruyendo aún más su golpeada industria local”, dice el economista. “Al menos en el corto plazo, los grandes beneficiarios de la entrada de Venezuela al Mercosur son la Argentina y Brasil, que podrán enviar sus productos a Venezuela en condiciones aún más favorables a las actuales, mientras que Venezuela seguirá exportando petróleo en las mismas condiciones de hoy. En tanto Venezuela no avance en un proceso de fomento a la inversión que le ayude a reparar y diversificar su matriz productiva más allá del petróleo, los beneficios del Mercosur van a ser prácticamente inexistentes”.

Entonces, la pregunta que se impone es: ¿por qué unirse al Mercosur?
“Es una cuestión meramente política”, dice Palma, “tal como fue una decisión política y no económica la salida de la CAN hace unos años”. Y acá hay consenso. “El mayor beneficiado es el presidente de Venezuela, Hugo Chávez”, dice Roma. “En la elección presidencial de este año sacará provecho de un logro a nivel internacional”, interpreta.
“Sí, una integración a un bloque que a nivel global se percibe más moderado que el ALBA le genera más ventajas que desventajas a Hugo Chávez”, cierra Fraga.

Más señales preocupantes de China

El 19 de marzo pasado he escrito una nota sobre las dificultades que atravesaba la economía china y que se titulaba ¿Se acaba la fiesta China?

La información económica reciente ha mostrado una profundización de la desaceleración del gigante asiático, con su consecuente impacto negativo sobre los precios de los commodities globales y las perspectivas económicas globales.

En el mes de abril, el comercio exterior de China creció tan sólo un 2,7% interanual. Tanto las exportaciones como las importaciones crecieron a una menor tasa a la esperada por los analistas y economistas. Concretamente, las ventas chinas al exterior subieron un 4,9% respecto el mes de abril de 2011, mientras que las importaciones treparon un 0,3% interanual, muy por debajo del 11% esperado por los analistas relevados por Reuters.

Paralelamente, el dato de actividad industrial también mostró una debilidad en su expansión, al crecer a un ritmo de 9,3% interanual en el mes de abril cuando los economistas esperaban un avance de 12,2%.

Fuente: Business Insider

El dato más alentador, dentro de este escenario de desaceleración económica, es la menor presión de la inflación minorista, la cual mostró una suba de 3,4% interanual en abril, por debajo del dato evidenciado en marzo.
De todos modos, el problema inflacionario está lejos de solucionarse en el corto plazo ya que el precio del rubro alimentos avanzó un 7% interanual.

Esta situación sugiere que están dadas las condiciones para que el Banco Popular de China aplique nuevas medidas de estímulo monetario, disminuyendo los encajes bancarios para inyectar dinamismo en el alicaído mercado de crédito, o rebajando la tasa de interés de referencia para créditos y depósitos.

En el artículo escrito en marzo he abierto una posición en el ETF YXI, apostando a la baja de las acciones china a un precio de USD 40,60. Considerando que sería inminente una aplicación de estímulo monetario por parte de la principal autoridad bancaria de ese país, vendo mi posición de YXI a USD 43,38 (precio de apertura del día 11 de mayo) con una ganancia de USD 6,84%.

¿Se termina la fiesta en China?

En la última década, la economía china fue el motor del crecimiento global compensando la debilidad de las principales economías desarrolladas. ¿Se agota ese ciclo?
Se trata de uno de los procesos más revolucionarios evidenciados en la última década. Mientras que las crisis económicas tuvieron lugar en las economías desarrolladas, primero Estados Unidos y luego la Unión Europea, el mundo emergente sacó a relucir su impronta propia y no solo que logró salir casi ileso del impacto negativo de las crisis sino que compensaron al mundo central con un fuerte aporte al crecimiento global.
Mucho han tenido que ver las economías BRIC (Brasil, Rusia, China e India), pero la letra que más importancia tuvo es la C de China.
El gigante asiático ha venido mostrando una dinámica de crecimiento económico exponencial, vigorizando el proceso de expansión de la actividad en el continente africano y en Latinoamérica, ambas regiones fuertemente influenciadas con el comercio exterior chino.
La economía china avanzó de un modo tal que superó a Japón como la segunda economía más grande del mundo, solamente detrás de los Estados Unidos. Según proyecciones del FMI, China podría superar a la economía de América del Norte antes del año 2020.
Sin embargo, ¿es esto posible o una utopía?
Son fuertes los signos de desaceleración económica que llegan desde China y que ponen en riesgo el andar económico de ese país, con su correspondiente impacto sobre la economía global.
Primero fue la presencia de una ralentización de la tasa de crecimiento de las exportaciones chinas, generando temores sobre un estancamiento en las compañías que están orientadas al comercio exterior.
Luego fuimos testigos, hace tan sólo 10 días, de la rebaja de la meta oficial de crecimiento a 7,5% para este año, con el fin de priorizar una mayor distribución económica y social a costa de resignar algunos puntos de crecimiento.
Finalmente, los precios de las propiedades en China tuvieron su peor performance en un año de acuerdo al dato de febrero, alimentando las expectativas sobre una posible burbuja en aquel mercado.  Según el reporte, los precios de las propiedades cayeron en 27 de las 70 ciudades relevadas, mientras que en seis de ellas los precios no mostraron cambios.
Sin duda, es una señal de alarma, en un contexto de endurecimiento de las condiciones económicas globales y de recambio político en la principal economía asiática.
Estrategia: Comprar ETF ProShares FTSE Xinhua China 25 (YXI) en US$ 40.6, con un stop loss en US$ 36.

Estados Unidos y el manejo de su deuda

El lunes pasado, 18 de abril, una de las principales calificadoras de riesgo, Standard & Poor’s, puso en riesgo la reputación AAA que ostenta la deuda soberana estadounidense al rebajar el outlook de la misma de estable a negativa, lo que podría ser el primer paso para una futura rebaja de la calificación de la deuda por primera vez en la historia.
Rápidamente dicha situación tuvo una basta repercusión mundial, generándose un debate en torno a la sustentabilidad de la deuda estadounidense en el mediano plazo. Por un lado, los economistas más críticos, señalan como alarmante la actual situación fiscal de los Estados Unidos, donde el déficit alcanza a más de 10% del PBI, lo cual podría llevar a una pérdida de credibilidad por parte de los inversores si dicha situación no recibe señales de reversión y /ó encarrilamiento. Por el otro lado están los que ponderan ó estimulan los altos niveles de gasto público actuales como vehículo esencial para poder reactivar la economía más importante del mundo luego de la crisis fiscal de 2008.
Un poco inquieto por lo sucedido, y por la gran tenencia de títulos de deuda estadounidense, China envió algunas señales a la Casa Blanca al señalar que debe priorizarse el cuidado de los acreedores ante las inminentes amenazas de las calificadoras de riesgo. La realidad indica hoy que los países emergentes, con cuentas externas superávitarias, son los que están financiando los desequilibrios fiscales de las economías desarrolladas que más han sufrido los coletazos de la crisis financiera.

La rebaja del panorama de la deuda estadounidense es una primer señal amarilla que obliga a tomarse con cierta consideración. Sin embargo, es necesario aclarar que la deuda de los Estados Unidos no presenta riesgo de incumplimiento, ya que la FED es la única entidad que tiene la capacidad de emitir y/ó imprimir dólares estadounidenses.
El trasfondo del accionar de Standard & Poor’s deja abiertos varios aspectos a examinar: en primer lugar, los países desarrollados comienzan a mostrarse vulnerables tras la crisis de 2008 ya que, en general, fueron los que más sufrieron sus efectos; en segundo lugar, las políticas fiscales expansivas fueron el instrumento más utilizado por esta clase de países para poder reactivar sus economías, conllevando a los actuales problemas de deuda que se vislumbran, como es el caso de Grecia, Irlanda, Portugal, Japón, el Reino Unido y, ahora, los Estados Unidos; finalmente la idea de que ningún país está exento a sufrir rebajas en su calificación soberana es un hecho, sin distinguir a qué categoría económica dicho país pertenece.
Pese a lo descripto anteriormente, la realidad muestra que, a pesar de que las economías emergentes muestran una mayor participación en el PBI mundial, la interrelación y dependencia que todavía tienen con las economías del “centro” es una situación que parece estar lejana de finalizar. Si bien hoy los fundamentos de las economías emergentes han evolucionado favorablemente, la sustentabilidad de los mismos en el largo plazo depende, en cierta medida, del éxito que tenga la economía mundial, incluyendo las principales potencias económicas, de recuperarse de los niveles de estancamiento generados luego del colapso financiero sufrido en 2008.

 

El precio de los granos, impulsado por las rebajas en las proyecciones de cosecha

A partir del informe mensual del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), los precios de los granos volvieron a recobrar protagonismo y treparon fuertemente en la jornada de ayer por las débiles proyecciones presentadas por el organismo.
 
En el caso del trigo, la USDA informó que los inventarios 2010/2011 en los Estados Unidos disminuirán 40 millones de búshels como consecuencia de las mayores exportaciones, lo que tuvo una repercusión inmediata en el precio del cereal, que ganó casi 2% en la jornada de ayer. De todas formas, el organismo estadounidense señaló que la oferta global creerá levemente por encima de las estimaciones por mejoras en los inventarios y por las proyecciones de cosecha en la Argentina.
Por su parte, la USDA revisó a la baja la producción local de maíz hasta los 93 millones de toneladas. La reducción en la proyección de cosecha llevó a los precios en el mercado de Chicago hacia una subida de más del 3%. También fueron revisados a la baja los inventarios finales del cereal para el fin de la actual campaña.
En el caso de las oleaginosas, más precisamente la soja, la producción también fue revisada a la baja en 46 millones de búshels por la menor cosecha y el menor rendimiento por hectárea. De esta manera, la cosecha total se estima en 3.329 billones de búshels. El precio de la soja también reflejó el efecto positivo de la menor oferta disponible y ganó en Chicago cerca del 4%
.
Estas estimaciones no hacen más que confirmar que los factores climáticos incidirán plenamente en la oferta de granos a nivel mundial, situación que presionará de manera creciente a los precios, en una economía global donde la demanda tiende a recuperarse y las presiones inflacionarias comienzan a sentirse en aquellos países donde la economía ha crecido más rápidamente.
En el corto plazo, se mantendrá la volatilidad, lógica dentro de las alteraciones propias de los mercados que se mueven al ritmo de las noticias que surjan en relación con la crisis financiera en Europa y los datos de actividad de la economía estadounidense.
Para el largo plazo, el crecimiento superior de la demanda de granos y alimentos respecto a la oferta tenderá a sostener y hasta empujar al alza los actuales niveles de precios internacionales.

Calificadoras de Riesgo, tarde pero seguro…

La historia parece repetirse. Las calificadoras de riesgo no se aggiornan a la etapa post-crisis subprime y los errores vuelven a repetirse una y otra vez. Siempre parecen correr detrás de los acontecimientos y esta semana la historia volvió a hacerse presente.
La semana que nos dejó mostró dos acciones de la calificadora de riesgo Moody’s que son difícil de justificar: por un lado rebajó la calificación soberana de la deuda de Irlanda en cinco escalones y, por el otro, puso en revisión negativa la calificación de deuda de España. ¿Estas medidas no sirven tan sólo para retroalimentar la crisis?. ¿Se repiten nuevamente los errores del pasado?.
Si rememoramos lo que pasó con la Argentina antes del colapso del 2001 desde la concepción de la calificación de la deuda doméstica nada hacía presagiar el abrupto final de la Convertibilidad. La Argentina era, en la década de los ’90, el modelo de país a seguir por parte de las economías emergentes. Los elogios eran permanentes y consistentes con los modelos de evaluación de riesgos por parte de las calificadoras. Sin embargo, una vez evidenciada la crisis y la agudización de la misma, las calificadoras golpearon aún más al país, sin haber siquiera alertado anteriormente por el deterioro de la actividad económica que se percibía en el país.
La crisis subprime, que tuvo sus inicios a finales de 2007 y como punto de mayor ebullición el año 2008, nos deja una lección similar. Instrumentos estructurados que habían sido calificados como triple AAA fueron los principales causantes de la crisis financiera más grande desde la segunda posguerra. Nuevamente las calificadoras fallaron en su rol de prevención para los inversores alertando sobre los riesgos que se corrían al invertir en estos productos y comenzaron a revisar sus calificaciones una vez estallada la crisis. La gravedad de la misma fue tal que el accionar de las tres calificadoras más importantes del mundo fue muy cuestionado en más de una oportunidad, impactando negativamente en la confiabilidad de sus reportes.
En la última crisis de la zona euro, más específicamente en el grupo de países denominados PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y Spain), la situación parece no haber cambiado para mejor sino todo lo contrario. Una vez estallada la crisis en Grecia y alcanzado el salvataje financiero con el FMI, las calificadoras pusieron en duda la capacidad de pago del país helénico. Lo mismo ocurrió esta semana con Irlanda, cuando la calificadora Moody’s decidió rebajar en cinco escalones la calificación soberana del país, cuando todo el mundo ya estaba al tanto de la difícil situación de las cuentas irlandesas y el rescate por parte del FMI y la Eurozona era un hecho.
Lo mismo ocurrió con España, un país donde el desempleo había llegado a un récord, donde fueron anunciados dos paquetes de ajustes fiscales muy agresivos, donde se piensa en subir la edad jubilatoria para evitar el colapso del sistema previsional y donde el crecimiento económico es una utopía. Hicieron falta todos estos acontecimientos para que recién una calificadora de riesgo alertara sobre el deterioro de España y decidiera rebajarle el outlook.

La cuestión de fondo es si las calificadoras de riesgo sirven como agentes para prevenir y alertar a los inversores sobre los riesgos que pueden verificarse al inveritr en un instrumento ó  deuda de un país ó bien si se comportan de manera prociclica y siempre están detrás de los acontecimientos y no anticipan los escenarios que vendrán. El dilema está abierto y cada uno puede sacar sus propias conclusiones.